Bilbao - “Da pena, ¿verdad?”, sonreía ayer Agate Eguilleor, sentada en una tumbona en la playa de Ereaga. El verano va tocando a su fin; terminado oficialmente el pasado lunes, Bizkaia despedirá también mañana la temporada de playas. Aunque las temperaturas ya no son lo que eran -se llegaron a rozar, sin embargo, los 27º ayer y para hoy se espera más calor todavía-, algunos irreductibles se resisten a renunciar a uno de los espacios de ocio por antonomasia de la época estival, apurando hasta el último momento los momentos de sol y baños.

Estas últimas jornadas, las playas las copan las personas que se acercan a ellas a hacer deporte y los incondicionales del salitre y el sol; también las familias que ven en la arena el parque infantil perfecto para los más pequeños. María José esperaba a su hermana en compañía de su sobrino, Aner, bien pertrechado con un balón de colores. “Dice que se quiere meter al agua”, sonreía su tía. “Para ellos es un sitio perfecto para jugar, se lo pasan muy bien”.

“Me daba pereza guardar la bolsa de la playa pero creo que este va a ser el último fin de semana que venga”, reconocía Agate, una “enamorada” de los arenales. “No creo que haga ya bueno muchos más días...”. De hecho, le sorprendió encontrar todavía trabajando a los socorristas. “Pensaba que la temporada terminaba el día 15”, admitía. Aseguraba que el verano que ya ha terminado ha dejado un buen número de jornadas eminentemente playeras, con sol y calor, “sobre todo en julio”, que ha aprovechado al máximo. “Casi todos los días, después de trabajar, cojo el coche y me vengo a la playa, sobre todo a esta de Ereaga”, explicaba. Incluso después de que las temperaturas no animen ya a enfundarse un bikini, le sigue entusiasmando acercarse a la playa, aunque sea solo para dar una vuelta por el paseo. “Lo disfruto un montón; me relaja muchísimo escuchar el sonido de las olas”. Eso sí, a cierta distancia. “No me baño mucho, ¡el agua está muy fría!”, reconocía riendo. “En verano me puedo meter algo más pero soy muy friolera. Lo que justo salpican las olas cuando paseas por la orilla, y poco más”.

Nada que ver con Ramón de Miguel, salía del agua tras darse un chapuzón. “¿Fría? Qué va... Todavía estará a 19 o 20º; se nota que ha bajado desde hace dos semanas aquí pero todavía está buena”, respondía preguntado por la temperatura del agua. Aficionado al running y el ciclismo, le gusta nadar un rato en el mar para relajar la musculatura; perdona los baños en invierno, sí, pero en primavera u otoño. “El salitre viene mucho mejor para descargar las piernas”, explicaba. No suele pasar mucho tiempo en la playa; lo justo para nadar unos quince minutos, “a última hora de la tarde”, y a casa. Y eso que, reconocía, el verano que dejamos atrás ha sido “muy agradable, sin temperaturas muy altas salvo un par de olas de calor que hemos tenido”.

Mañana lunes será el último día de servicio para los 154 socorristas y 30 hondartzainas que han trabajado este verano en los arenales vizcainos. Junto a casi un centenar al cargo de la limpieza, han sido los responsables de que miles y miles de vizcainos, y también visitantes, hayan podido disfrutar de las playas este verano. Otros equipamientos, como las duchas o las fuentes se irán retirando de forma paulatina durante las próximas semanas.

Con bocadillo Pasado el medio día, entraban en Ereaga María José Arbaiza y José María Urigüen, un matrimonio de Algorta, cargados con bolsas y sillas de playas. “¡Y el bocadillo! No vamos a venir para estar una hora, ¿no? Hasta que nos echen”, respondían divertidos. Con la playa a apenas cinco minutos de casa, no es de extrañar que aprovechen cada rayo de sol para acercarse a la arena. “Nos asomamos a la ventana y si vemos que hace bueno, venimos. ¿Que se estropea el día? Recogemos y a otra cosa”, explicaban. “Venimos hasta mediados de octubre, como dice todo el mundo, hasta el Pilar”, relataba ella. Los dos solos, o en compañía de sus nietos, que disfrutan tanto como ellos. Afirmaban que, a partir del lunes, echarán sobre todo de menos las duchas porque apenas hay día que no perdonen un baño. “¿Venir a la playa y no bañarte? ¿Tipo solarium? Eso no se hace”, defendían. Reconocían que no se pueden quejar de este verano que, como todos en Euskadi, ha tenido de todo. “Aquí el tiempo es traje de baño y katiuskas”, ilustraba la pareja. “No tenemos esas terribles gotas frías ni las olas de calor eternas que hay en otras zonas”, agradecen.

Aunque mantienen su público aun en septiembre, las playas no son ya ese espacio abarrotado de playas y sombrillas de las jornadas festivas de agosto. Además, ayer se juntaron más factores que restaron todavía más asistencia. “Hace ya bastante fresco, el sábado por la mañana es un día tradicional para hacer la compra y encima juega el Athletic”, explicaba el personal de uno de los establecimientos de las playas de Sopela. “Realmente, desde que los niños empiezan el colegio, la gente cambia ya el chip y es más difícil que se acerquen en masa a la playa”, relataba. Eso sí, con el incremento de las temperaturas previsto para hoy, confiaban en poder poner un cierre por todo lo alto a un verano del que, admitían, no pueden tener queja. “Ha sido una buena temporada, ha hecho mucho calor. Aunque, sorprendentemente, no han sido los fines de semana los días que mejor tiempo ha hecho”, revelaban los trabajadores. Coincidía con la lectura Kelly en el mostrador de una de las heladerías de Ereaga. “Hemos trabajado mucho, la verdad, ha sido un buen verano con mucha gente”, valoraba de esta época que ya toca a su fin. Y es que, recordaba, una vez que empiezan a bajar las temperaturas y se retiran los servicios de las playas, el número de clientes baja en picado. “Justo se acercan las personas que están andando por el paseo, pero poco más”, aseguraba.

Quien afirmaba que no iba a echar de menos el cierre de la temporada oficial de playas es María Zubiri, que se define como “muy playera. Pero me gusta venir cuando hay poca gente; si en noviembre hace bueno, no me lo pienso. En agosto apenas vengo, porque hay demasiada gente”, admitía.