Bilbao - Concede una importancia enorme al trabajo en equipo y, tras estos primeros cuatro años como diputado general, sigue convencido de que merece la pena estar al frente de la institución foral. “La política, en Euskadi y en Bizkaia, es un instrumento para mejorar la calidad de vida de las personas”, defiende.

Si tuviera que quedarse con uno, ¿cuál ha sido el mejor momento de la legislatura?

-Estas son las preguntas que me resultan más difíciles de contestar... Yo creo que hay varios, no podría quedarme con uno solo. Cuando tú trabajas tanto por un proyecto, o en cualquier ámbito, y miras a tu alrededor, y ves a la gente que trabaja contigo satisfecha con el trabajo, ese es un momento sublime. Y no por ti mismo, sino porque ves que están contentos, que ha merecido la pena. Y de esos ha habido unos cuantos a lo largo de toda la legislatura.

¿Y el más duro?

-Cuando hay personas que están relacionadas con la Diputación, bien sea un trabajador directo o indirecto, que han perdido la vida. Eso son momentos muy duros.

¿En algún momento ha llegado a pensar, en qué momento decidí yo meterme en esto?

-La política en algún momento sí te lleva a tener pensamientos de ese tipo, porque escuchas cada cosa que te preguntas: ¿Esto merece la pena?

¿Y cuál es la respuesta? ¿Merece la pena?

-Pues sí, merece la pena, porque te centras en proyectos e ideas, en mejorar la calidad de vida de las personas, en dejar una Bizkaia mejor para las nuevas generaciones, y escapas de esa otra cosa, de la política espectáculo. Yo creo que la política, en Euskadi y en Bizkaia, es un instrumento para mejorar la calidad de vida de las personas.

¿Piensa ya en la campaña electoral que empezará a mediados de mayo? ¿O le da cierto vértigo?

-No. Por supuesto que siento responsabilidad, porque hay una campaña de por medio y hay que afrontarla porque soy candidato, pero nosotros vamos a tomar decisiones hasta el último día. ¿Vértigo? No, responsabilidad.

Ya desde el mismo discurso de investidura mostró su deseo de intentar conciliar su vida familiar y laboral. “Si una reunión se puede hacer a las 17.00, no se hará a las 19.00”, dijo entonces. ¿Lo ha conseguido?

-No lo suficiente. Yo tengo dos hijos y tengo claro que no estoy dispuesto a renunciar a crecer con ellos. Eso no me lo pierdo en ningún momento. Me gustaría conciliar más.

Se le ha visto poco en actos sociales a lo largo de la legislatura. ¿Por qué?

-Obedece un poquito a todo, ¿no? Cuando decía lo de conciliar al comienzo de la legislatura, no me refería solamente a las medidas que iba a adoptar esta institución, sino que estaba trasladando que quizá no me iban a ver en esos actos y en esas fotos... Quizá porque no creo en esa forma de hacerlo, porque tal vez tengo que estar en otro sitio y tengo que estar con los míos. Eso es hacer equilibrios.

¿Hay más trabajo que el que se ve en esas fotos?

-El trabajo que de verdad importa no se refleja en esas fotos. El trabajo diario se plasma en tener una Bizkaia en funcionamiento, en tener ideas, en desarrollar proyectos, en hacer rendiciones de cuentas a los ciudadanos sin fotógrafos ni cámaras... Ese es el trabajo diario, al que yo le doy mucho valor.