Portugalete - El Puente Colgante tiene un corazón de hierro que es “símbolo de la edad de oro de la industria vasca”, como enfatizó ayer el lehendakari, Iñigo Urkullu, desde Portugalete, donde pisa el costado izquierdo del monumento. Pero también atesora un corazón integrador, dado que es muestra de “una sociedad cohesionada”, como valoró, asimismo, Urkullu. Además, bombea un corazón humano mediante sus trabajadores, los de antes y los de ahora, y que ayer recibieron un homenaje en el acto de clausura del 125 aniversario del gigante con pasado, presente y futuro.

El programa de celebración de este cumpleaños tan redondo alcanzado en 2018 terminó, por lo tanto, ayer con un evento en el que el lehendakari estuvo acompañado por el consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, y la viceconsejera de Turismo y Comercio, Isabel Muela, así como por los alcaldes de Portugalete y Getxo, Mikel Torres e Imanol Landa, respectivamente; la presidenta del Puente, María Uriarte, y representantes de distintas instituciones. “Hace 125 años, este puente separaba dos mundos que vivían de espaldas y hoy integra una sociedad más cohesionada. La sociedad vasca ha sido capaz de tender puentes entre personas de diferentes orígenes, estratos sociales e ideologías sobre los sólidos cimientos del respeto y la tolerancia”, aseveró Urkullu.

Testigos directos de la evolución, artífices del día a día y portadores de vivencias en primera persona son los trabajadores de esta obra Patrimonio de la Humanidad. La veintena que forma parte de la plantilla en la actualidad junto a tres veteranos que ya no están en ella y dejaron su profunda huella, Rafael Sarria, Luis Chicano y Sebastián Pozo, recibieron ayer un recuerdo a modo de tributo. Incontables son los recuerdos que estos tres hombres poseen. Como cuando Luis y Sebastián tuvieron que acudir de urgencia a medianoche a reparar “un eje, una rueda del suelo”, cuentan a este periódico. “Nos llamaron porque se agarrotó un eje y empezaron a caer unas bolas grandes a los pasajeros. Ahí fuimos con el soplete y no terminamos hasta las 2.00 de la madrugada”, rememoran.

Y todo empezó con Alberto de Palacio, al que también se refirió Urkullu en su discurso de ayer. El lehendakari tuvo palabras para el arquitecto y responsable del diseño del puente, a quien “hemos podido recordar y reconocer durante estos meses como un arquitecto excepcional que nos legó esta obra cumbre en su carrera y que tuvo que huir al exilio tras la Guerra Civil”. La gerente del Puente, Marta Uriarte, lo definió como “un genio inquieto, soñador y adelantado a su tiempo”, que creó “una obra de innovación y uso práctico al servicio de las necesidades sociales”, que también es “un ejemplo claro de nuestra cultura del hierro, del sacrificio, del trabajo y del esfuerzo”.

‘Revoluciones’ La biznieta de De Palacio, Cristina Díez, también estuvo presente en este acto, que sirvió para viajar un poco en el tiempo y retroceder hasta “la Revolución Industrial, que transformó profundamente nuestra sociedad”, puesto que el puente es “una de las representaciones más destacadas de la arquitectura del hierro, es un referente del valor del patrimonio cultural e industrial de Bizkaia”, apuntó el lehendakari.

También recapituló ayer Sebastián, al que la gerente del puente no dudó en calificar cariñosamente de Spiderman. Y es que en los “25 años” que estuvo trabajando se le pudo ver colgado tanto de la propia infraestructura como de sus sujeciones a tierra en Portugalete y Las Arenas; los tirantes, en su nomenclatura técnica. “Eres valentía, arrojo y coraje”, destacó Uriarte. “Esta barquilla la amarré yo, me tocó a mí”, comentaba el propio Sebastián. “Y engrasar lo hacía todos los días con una polea”, aseguró. También pintó el monumento dos veces.

Sorkunde Yurrebaso y Roberto Villanueva son empleados del puente en la actualidad. Ambos reconocieron la labor de todos sus compañeros, los de hoy y los de ayer, alabaron su profesionalidad y se comprometieron a transmitir todos los valores que han aprendido “a las generaciones futuras”. Así que ellos se fijaron en el porvenir, pero Imanol Landa y Mikel Torres volvieron a mirar por el retrovisor. “De pequeño usaba el puente para acompañar a mi madre a trabajar. De joven, para divertirme en Getxo, como también pasaban los getxotarras a Portu, y luego para estudiar, porque para ir a Sarriko cruzábamos para coger el metro; y ahora, para disfrutar”, señaló el primer edil portugalujo. Landa, por su parte, tejió la unión temporal. “Este Patrimonio de la Humanidad transmite como ninguna otra el paso de nuestra sociedad del hierro del siglo XIX al titanio del XXI”, ilustró. Y las alusiones temporales, en un día en el que se decía adiós a 125 años de historia, concluyeron con palabras también del alcalde getxotarra: “Norman Foster dijo que Alberto de Palacio nos dejó una obra que trasciende al tiempo”.