Arratzu - En un mundo hipertecnologizado en el que el juego está casi siempre asociado a los dispositivos electrónicos, aún hay quien apuesta por lo tradicional. Es el caso de Luis Alberto Uriarte, que atesora alrededor de 110 juegos de siempre que él mismo manufactura artesanalmente para “recuperar esos juegos que han existido de siempre”, pero que por desgracia corren serio riesgo de perderse. Desde su base en Arratzu, municipio donde se ubica su taller, y hasta diferentes rincones de la geografía más cercana, a donde se acerca a mostrarlos a los ciudadanos, Uriarte enseña en su tiempo libre que todavía “existe otra forma de diversión”.
Uriarte encabeza Zuresku, una asociación puesta en marcha en 2011 y que le permite dar rienda suelta a su pasión. No es otra que indagar en donde sea para conocer los juegos tradicionales y, no solo en Euskadi, después confeccionarlos con sus propias manos. “En el tema de los juegos tradicionales no tenemos igual tantos ejemplos aquí”, afirma un hombre que no duda en trasladarse a diferentes puntos del Estado -en Aragón existe un museo dedicado a ello- o viajar a Francia -donde existe gran afición, especialmente en la zona de Normandía- para conocer de primera mano, y junto a otros artesanos, hablando directamente con ellos, desentrañar los secretos para elaborar sus juegos. El galo es un país en el que “se “pueden encontrar juegos en bares”, asegura. Uriarte también se informa de asociaciones holandesas vía Internet para hacerse con nuevas ideas que posteriormente plasma en madera. “Cada vez que viajamos, que lo hago junto a la familia, siempre se puede encontrar algún juego que recuperar”, señala.
El arratzuarra, maestro de profesión, comenzó “como hace unos diez años”. Era profesor en una ikastola de Bilbao “y pensé si los alumnos no podrían aprender algo que fuera más allá de los deportes tradicionales. Ofrecerles algo más”. Así empezó, “casi sin apenas darme cuenta”. En la actualidad, mete infinidad de horas en su taller, en los que trabaja incansablemente para dar forma a los juegos, que en ocasiones modifica “para darles un toque nuevo”. “Es un hobby que me engancha”, asevera. Pero sus creaciones no son solo para la infancia. “A personas de la tercera edad les devuelve, precisamente, a esa infancia. Les hace recordar sus tiempos de niñez y es increíble cómo te acogen, y cómo disfrutan”. Es gratificante después del esfuerzo de meter tantas horas para construir los juegos”. No en vano, el arratzuarra no solo debe tener en cuenta los materiales, las medidas o las formas de trabajar. La seguridad también es fundamental. Sus piezas “no tiene clavos” y pule cualquier saliente para que los usuarios no se lastimen.
Las muchas horas de trabajo para formar sus piezas terminan siempre de la misma manera: jugando. No en vano, no son piezas de madera de mera exposición, “sino que la finalidad es que no se pierdan, que no desaparezcan, pero que también sirvan para el disfrute”. Tanto es así que son muchos los juegos que necesitan de mantenimiento después de haber estado en manos de los niños. “Da gusto ver que los pequeños se divierten y ven posible que se puede jugar con piezas tradicionales”, admite. Pero la tarea de Uriarte -al que su afición por los juegos tradicionales le viene de casa- no acaba ahí, ya que en todos los lugares a los que se desplaza -de escuelas a centros de la tercera edad, de fiestas populares a centros de ocio-, trata de que los menores conozcan de primera mano, y de una forma lúdica, un campo que en la infinita mayoría desconocen. “No es solo cuestión de jugar, sino de enseñarles de una manera didáctica unos juegos que han pasado de generación en generación. Una historia, una tradición”, resume.
Conocedor de muchos juegos tradicionales, Uriarte se desplaza por diversos puntos de la geografía vasca ofreciendo diversión, para la que se requieren de grandes dosis de destreza, pericia y habilidades. “Más vale maña que fuerza”, cita cuando se le cuestiona si hay que tener capacidades especiales para completar unos juegos tradicionales que han pasado de generación en generación y que gracias a este artesano no caen en el olvido.