"SÍ, me quiero y me comprometo a cuidarme, quererme y serme fiel todos los días de mi vida”. Bajo esta fórmula que no aparece en el Código Civil, ni el Canónico, pero sí en el del amor, doce mujeres se casaron consigo mismas ayer en una ceremonia reivindicativa celebrada en la sala Bilborock de la capital vizcaina bajo la presidencia de la concejala del Ayuntamiento de Bilbao Carmen Muñoz. “En virtud de mis poderes os declaro en matrimonio con vosotras mismas”, les dijo la edil bilbaina. De esta forma finalizaba una ceremonia que contó con más de cien invitados. Después llegaron las celebraciones. Cada una lo hizo a su manera. Unas se fueron a casa y otras de cena con amigas y familiares. “Que el amor fluya”, dijo una de las asistentes a la boda, “porque la noche de bodas es especial”.
La boda se inició con un paseo de las novias, vestidas de blanco la mayoría, por las calles de Bilbao La Vieja repartiendo naranjas. “Pero naranjas enteras, no medias naranjas”, recalcaban. ¿Y por qué? les preguntábamos. “Porque no queremos ser la costilla de alguien, no necesitamos un príncipe azul, ni una media naranja”, contestaban. Tras el desfile, entraron en la que en su día fue la iglesia de La Merced, hoy en día sacralizada y reconvertida en cuna del rock. Había nervios, pero para templarlos estaba Juncal, que ya se casó consigo misma en 2011 en otra ceremonia similar que aquel año fue organizada por el colectivo Mujeres Imperfectas. “Yo lo hice como un acto reivindicativo y un poco gamberro”, recordaba ayer, “pero hasta que no entré aquí, en Bilborock, no fui consciente de la importancia del acto”. No se arrepiente de lo que hizo. Es más, dice que “volvería a hacerlo, pero todos los días del año”. Juncal está felizmente casada y tiene dos hijos. También vive en pareja y tiene un niño Sandra, una de las doce mujeres que ayer pasó por el altar, mejor dicho, por el escenario de Bilborock. “He venido porque mi chaval no quiere casarse, así que yo he querido hacer un acto público del amor conmigo misma”, comentaba antes de iniciarse la boda. De todas formas, reconocía que “todo empezó como un broma cuando me lo comentó una amiga, pero hay un trasfondo serio”. Lo mismo le ocurría a Afaf, una mujer de origen marroquí que lleva nueve años entre nosotros. “Me caso conmigo misma porque me quiero”. Así de convincente se manifestaba esta mujer que vive sin pareja y con una hija antes de someterse al juramento de los votos. “En mi país me llaman loca, pero yo soy valiente y cuando quiero hacer algo, lo hago; además esto me va a abrir una nueva vida”, decía Afaf.
Las doce mujeres que se casaron consigo mismas se comprometieron a “quererse y cuidarse” y renunciaron a “cargar con mochilas ajenas”. La fiesta finalizó con un aurresku de honor bailado por Juncal e interpretado por Miren de Miguel y con un ¡vivan las novias!