Barakaldo - Este 2018 no es un año cualquiera para el mercado municipal de Barakaldo. Y es que no se cumplen noventa años todos los días, más en el caso de los mercados tradicionales, unas instalaciones asediadas por las grandes superficies comerciales y los nuevos hábitos de consumo de la sociedad. Este edificio de tres plantas ubicado entre las calles Juntas Generales y Karranzairu ha visto muchos de los cambios que ha experimentado el municipio fabril y la sociedad en el último siglo. El crack del 29, la Guerra Civil, la posguerra, el resurgir de la industria en los 60, la desindustrialización con su galopante crisis en los 80 y 90, el efecto 2000... Sus paredes y rincones han sido testigo de una ciudad en constante cambio, pero, a la vez, ha sido artífice de muchas compras de productos de calidad.

La historia de este mercado echó a andar en 1928. La anterior plaza del mercado fabril se había quedado pequeña y era completamente necesario crear unas nuevas instalaciones para dar cabida a todos los puestos que querían vender sus productos. Por ello y por el progresivo desplazamiento del centro de Barakaldo que, con el paso de las décadas, se estaba produciendo, se decidió que el mercado de abastos municipal se emplazase en su ubicación actual. Justo en pleno corazón del nuevo Barakaldo y, en torno, a este mercado han ido floreciendo auténticos iconos de la localidad como el Ayuntamiento, Barakaldo Antzokia y una parada de metro. El encargado de diseñar estas instalaciones fue Ismael de Gorostiza y uno de los elementos que más llaman la atención de la fachada exterior de este equipamiento, las cerámicas que la recubren en ciertos puntos, fueron obra de Amann. “El balance que hacemos de estos 90 años de andadura es bueno. El mercado ha sido y es un referente del municipio en cuanto a ofrecer productos de calidad y una atención personalizada”, explica Antonio Arce, secretario del mercado municipal fabril.

Fruterías, pescaderías, charcuterías, carnicerías, floristerías, encurtidos.... La oferta de productos de estas instalaciones es amplia entre los 24 puestos que, a día de hoy, se alzan en estas instalaciones. Pero la oferta llegó a ser mucho mayor, puesto que, antaño, esta plaza del mercado tenía sus tres pisos llenos de negocios. Ahora, la modernidad y el nuevo modelo de sociedad ha llegado también hasta este edificio en cuya segunda planta se alza un gimnasio. Una de las señas de identidad que han caracterizado a este mercado ha sido la cercanía en el trato, la complicidad entre compradores y vendedores, una relación que va más allá de la compraventa, sino que también toma partido, en muchos casos la confianza. “El trato personalizado y cercano es uno de los valores añadidos que este mercado ofrece a los clientes. Eso es algo que, por ejemplo, no se encuentra en grandes superficies comerciales”, indica Arce.

Parte de esa cercanía toma imagen en Raquel Blázquez. Ella lleva 44 años, casi media vida del mercado, como dependienta de Encurtidos Sánchez. “En este tiempo ha cambiado mucho la forma de consumir de la gente. Ahora vivimos demasiado deprisa, con poco tiempo y eso no nos ayuda nada a los puestos tradicionales”, comenta. Raquel ha vivido los tiempos en los que las tres plantas del edificio estaban llenas de puestos que vendían productos de diverso tipo. “Está claro que, con el tiempo, ha ido bajando el mercado. Ahora solo hay puestos en la planta baja, pero tenemos una clientela fiel y fija”, reconoce. Una clientela que, en su mayoría, son personas mayores. “Los jóvenes se fijan más en el precio que en la calidad. Ellos no vienen y los mayores, por cuestiones de edad, cada vez tienen más difícil poder venir. Eso se nota en las ventas”, detalla José González, quien aterrizó en el mercado hace una década con la Charcutería Velasco.

Él, a sus 62 años, espera jubilarse en su puesto, algo que, a buen seguro, ocurrirá a corto plazo. “Mi intención, está claro, es jubilarme aquí”, afirma. El futuro del mercado, más a medio plazo, les corresponderá a otros comerciantes y, también, cómo no, a la clientela. Desde hace ocho años, Inmaculada Expósito confía en los puestos de este mercado para hacer la compra. “Aquí hay de todo y de calidad. Además, más o menos, saben lo que te gusta algo que en otros locales no ocurre. Por eso compro aquí la fruta, las verduras, el pescado, la carne... Y espero que sea así por muchos años”, señala esta mujer que, aunque es de Algorta, hace mucha vida en Barakaldo. Mañana, el mercado volverá a abrir con muchos retos en el horizonte, entre ellos, llegar a ser centenario.

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