Amurrio - Nació el 21 de septiembre de 1913 en Villamartín de Don Sancho, León. Soñaba con ser ingeniero pero, como ocurrió a tantos jóvenes de su generación, la Guerra Civil truncó sus expectativas y proyectos de futuro. Mucho antes del inicio de la contienda, Mateo Balbuena ya empezó a mostrar cierto interés por la lectura y el pensamiento crítico. “Recuerdo que mis primeras impresiones intelectuales surgieron en los años 20 tras leer La Rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. No entendí nada, pero me invitó a seguir leyendo”, explica. Ya de joven abrazó el ideario comunista a través de las Juventudes Marxistas Unificadas de Barakaldo y durante su estancia en Gijón, al amparo de unos amigos de su familia, vivió en primera persona la insurrección obrera en Asturias de 1934 conocida como la Revolución de Octubre.
Tras el golpe militar, Mateo se enroló en una columna de voluntarios organizada para socorrer a los defensores de la legalidad republicana en Donostia. Fue su primer contacto con el conflicto armado, pero no el único. En agosto de 1936, su destino fue Amurrio. “Vinimos una veintena de soldados en media docena de camiones para controlar y vigilar al enemigo que intentaba tomar Orduña”, relata. De ahí, pasó a convertirse en teniente del batallón comunista y socialista Leandro Carro, que contribuyó a la conquista y defensa del frente alavés en el monte San Pedro y combatió también en las cimas de Sobrehayas y Txibiarte hasta la inevitable retirada en mayo de 1937 cuando, en plena ofensiva franquista sobre Bizkaia, los modernos medios aéreos y mecanizados alemanes de la Legión Cóndor e italianos de Corpo Truppe Volontarie destruyeron toda resistencia antifascista. En esos terribles acontecimientos, Mateo controlaba el miedo a través de la razón: “Unos mueren, otros salen heridos. Era mejor aceptarlo y no pensar mucho en ello”.
Mateo resistió después en el Cinturón de Hierro, asistió a los estertores de la guerra en tierras aragonesas y, tras años de cárcel, de lucha clandestina contra la dictadura y de torturas, abrió una academia de enseñanza media en Basauri y empezó a escribir libros: ensayos, políticos, diálogos, filosóficos, novelas e incluso teatro.
en el caserío Mateo Balbuena acabó estableciendo su residencia en un caserío del barrio Latatu de Lezama -Junta Administrativa de Amurrio- desde donde puede divisar el monte San Pedro, esa cima donde tantas penurias vivió junto a otros compañeros por la defensa de Euskadi ante el avance franquista. Conoció a su mujer, Consuelo Lopetegui, “en la plaza de Amurrio” y con ella acudía asiduamente “a bailar pasodobles”. Hasta hace bien poco recorría andando los seis kilómetros de distancia que separan su domicilio de la villa los viernes de mercado, “aunque ahora lo hago ya en autobús”. En esas visitas al casco urbano aprovecha para hacer compras básicas, entre ellas cinco puritos que luego desmenuza y fuma en pipa, y es normal verle también en la biblioteca municipal a la que accede por las escaleras y no por el ascensor. A sus 104 años, también se sigue haciendo cargo de su huerto y de sus árboles frutales.
Mateo Balbuena es un ejemplo de vitalidad física e intelectual. Ha plasmado sus reflexiones sobre la sociedad y la política en diecisiete libros como El viejo inútil y La sumisión de las masas e incluso llegó a ser finalista del Premio Planeta en 1964 con su obra En la espera, basada en la situación de la posguerra. Hoy en día continúa con sus lecturas diarias y textos, sumergido en la biblioteca de su hogar y tecleando su vieja máquina de escribir. Su último trabajo publicado lleva por título Impotencia política de las fuerzas asalariadas y actualmente se encuentra en el proceso de documentación para escribir un nuevo libro sobre el origen y las funciones del Estado a través de los tiempos.
Este “niño viejo”, como él se autodenomina, ha sido y sigue siendo espectador y protagonista de los principales sucesos del siglo XX y XXI y el pueblo de Amurrio donde reside ha querido reconocer su labor y trayectoria a través de la concesión del Guk de Oro. La entrega del galardón tuvo lugar el sábado durante una gala a la que Balbuena acudió con su mujer, su hija, nietas y biznietas y donde el homenajeado volvió a sorprender a los asistentes con sus lúcidas reflexiones sobre la sociedad actual.