EN los orígenes del cine reinaba la improvisación, una intuición casi salvaje de hombres y mujeres capaces de construir una historia como una cuadrilla de albañiles levantan un rascacielos: siempre con miedo de que todo aquello se derrumbe pero ogullosos de la altura que se alcanza a cada paso. De todo este proceso, si lo desean, pueden consultar en el Cineclub FAS, allá donde el cine se repantinga en el sofá como si estuviese en casa. No por nada les hablo, por si no lo recuerdan, del cineclub más longevo del Estado, 65 años ni más ni menos, proyectando cine de calidad, independiente, clásico, de todas la nacionalidades y siempre en versión original. Con FAS de fascinante se ha escrito su historia a lo largo de estos años y pese a la edad cumplida este año no tiene ninguna intención de jubilarse. El día en que muera, si es que lo hace y no se ha convertido ya en inmortal (la magia del cine, ya saben...), lo hará con las botas puestas.

A la hora de conmemorar tan larga vida tiene un plan que, como cualquier buen guion que se precie, puede cambiar de rumbo en el cualquier momento. Por ahora acaba de confirmarse el primer paso en el salón El Carmen de la plaza Indautxu con el homenaje a Mario Pardo, actor de largo recorrido (cinco décadas ya...) y vigía, en Euskadi, de Aisge, una plataforma de actores, dobladores, bailarines y directores de escena encargada de la gestión y reparto de los derechos de propiedad intelectual del sector audiovisual según sus estatutos y una tabla de náufrago para la vejez, según los propios usuarios. Junto al homenaje, se proyectó el cortometraje Zacarías, dirigido por Violeta Trincado, protagonizado por el propio Mario, Mikel Losada, Ylenia Baglietto, Loli Astoreka y Gemma Martinez entre otros, todos presentes en El Carmen salvo Ylenia; y el largometraje El azar, de Krzysztof Kie?lowski, película que fue denunciada por censura de la mano de la ley marcial polaca promulgada en 1981 como réplica a la aparición en escena de Solidaridad, el sindicato liderado por Lech Walesa. La película pudo ser estrenada seis años más tarde (en el año 1987) en el Festival de Cannes, aunque fuese presentada fuera del concurso. El encuentro alrededor del cine fue moderado por Txus Retuerto en un coloquio de los que acostumbra, bañado en humor del bueno.

Hoy preside el FAS Txaro Landa, presente, como no podía ser de otra manera, en el encuentro. Junto a ella, Juanjo Ortiz se movía como un jefe de máquinas, atento a que el photocall saliese a la calle, a que llegasen los invitados, a que todo rodase con fluidez. Al primero de los encuentros -habrá otros: sin ir más lejos, el próximo martes, día 16, el FAS homenajeará a uno de sus socios más longevos, el cineasta Pedro Olea, y proyectará, para la ocasión, El bosque del lobo. Será el segundo paso de un poblado programa diseñado para el primer trimestre del año.

A toda esta ceremonia de encuentros y felicitaciones acudieron, además de los citados, Paula Ugarte, Toni Garzón, Ana Murugarren, directora de cine y autora de La higuera de los bastardos; Joaquín Trincado, director de cine y productor que colaboró con Pablo Berger en la producción de Mama, uno de sus primeros cortometrajes y biznieto del conocido teósofo espiritista Joaquín Trincado Mateo, fundador de la Emecu (Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal), hace más de un siglo, allá en 1911; Gabriela Portugal, José María Ceballos y Gonzalo Ceballos, amigos del propio Mario Pardo; Iñigo de la Fuente, director del hotel Abando; Pilar Delgado, Elisabete Hormaza y Ander Pardo, familia directa del homenajeado: Ana Villar, Teresa Muruetagoiena, Noel Rodríguez, Tere Peña, Esmeralda Herlo y el pequeño Luke Muruetagoiena a quien ya inoculan el veneno del cine por sus venas. Junto a ellos, asistieron al encuentro Beatriz Marcos, María Ángeles Alonso, Oscar Bilbao, Goioaga, Goio, autor reciente de un libro de relatos, Historias de la chusma, de muy recomendable lectura, Asier Aranguren, Ane Muguruza, Aitor Izquierdo, Izaskun Etxeberria, Mikel Odriozola, Iñaki Gordejuela, José María Fernández, José Luis García y una legión de cinéfilos empedernidos.