SENTADOS en la zona de entrada del local del segundo club de montaña más antiguo de Euskal Herria, con uno de sus referentes, memoria viva del montañismo vasco, me dispongo a entrevistar a Domeka Elezkano Ibarretxe. El contacto es vía Norberto Martínez, otro socio veterano del Baskonia Mendi Taldea y amigo común.

Comienza el nonagenario a cantar, casi no hace falta que le espete pregunta alguna, simplemente ordenamos el tiempo material. En 1947 regresó de la mili y entonces fue cuando comenzó con el montañismo de verdad. Desde pequeño se tiraba al monte pero es en ese momento cuando por mediación de un hermano que jugaba en el Baskonia de fútbol, le invita a integrarse en el club de montaña. Domeka es socio del equipo de balompié de Basauri.

En 1953 se reorganiza el Baskonia Mendi Taldea en una ascensión al Malmasín y allí está Domeka, ya quedan muy pocos de aquella cita histórica que dio libertad al montañismo eligiendo un camino autónomo como entidad mendizale en Basauri.

Hacia 1957 la entonces delegación vasco navarra de montaña poseía dos edificios como refugios en Igiriñao, comprados anteriormente a Eleuterio Goikoetxea, quien fuera alcalde de Zeanuri. Ante la imposibilidad de acometer las obras necesarias por motivos económicos, Ángel Sopeña, responsable del montañismo vasco, los ofrece el local a los clubes a través de una puja tasándolos en 60.000 y 25.000 pesetas (360 y 1.450 euros). Domeka depositó como fianza 50.000 pesetas (300 euros) en el Banco Vizcaya para participar en la puja. Es entonces cuando Ángel Sopeña, vicepresidente también de la Federación Española de Montaña y muñidor de la historia, los adjudicó por decisión propia a otros clubes sin ningún tipo de explicaciones. Los del Baskonia eran novatos y se quedaron al margen del reparto. De poco sirvió la bronca posterior y el recurso a la Federación Española. Era la metodología de aquella época.

Fue en 1961 cuando casualmente alquilaron unos viejos barracones de la obra del embalse de Londokorta, en Zeanuri que se acababa de construir. Tras numerosas obras y colaboración de muchos voluntarios, es hoy en día uno de los refugios más acogedores del entorno. En 1949 Elezkano se hizo socio del Ganguren Mendi Taldea de Galdakao con una cuadrilla de amigos. Jesús Altuna era barbero en Urbi y al ser de Galdakao les influyó para asociarse en el Ganguren y salir con ellos para ir al monte y participar en las excursiones dominicales que tanto recuerda Domeka.

Cuatro años después tiene que renunciar al que hubiera sido su primer centenario al integrarse en el club de sus amores, el Baskonia Mendi Taldea, corría 1953. Nuestro protagonista tenía una fábrica de persianas en Bilbao, La Reparadora Bilbaína se llamaba. Este proyecto lo inició el 18 de enero de 1949 con un socio del Ganguren, Marcelino Vicente. Domeka fue vocal del citado Ganguren. Le pregunto cómo y por dónde subían a Gorbeia. Con la sonrisa del recuerdo en la respuesta me dice que por Zeanuri, iban en el tranvía de Arratia y por San Justo y San Juan se encaramaban hacia los pastos altos. Me concreta más: A las 6.00 de la mañana oían misa en Basauri; a las 7.00 horas, en tren hasta Lemoa. Al regreso tenían que andar listos para no perder el último tranvía.

La primera salida fuerte Su compromiso matrimonial es en 1953. Ese año forma parte de la junta del Baskonia Mendi Taldea. Se reunían en la farmacia de Egileor y en el bar de Romualdo. Dice que su “primera salida fuerte”, quiere decir de importancia, fue a Izaba, desde donde hicieron la cumbre de Euskal Herria, Hiru Errege Mahaia y la Pakiza de Linzola. En 1964 le meten en la trena. Estuvo mes y medio en la cárcel de Larrinaga en Bilbao. Tuvo que pagar 50.000 pesetas para conseguir la libertad provisional. De nuevo visita la penitenciaria en 1969. En 1965 le juzgaron y le condenaron a un año, dejándoles libres a los otros dos que le acompañaban en el juicio. Todo el delito fue hacer una pintada. Presentó un recurso y le volvieron a condenar. Llega el estado de excepción y le meten en la cárcel en su propio pueblo. Del 19 de marzo al 19 de agosto que consiguió la libertad. Le pregunto que pusieron en la pintada y me aclara que solo Gora Euskadi-GEA”. Eso sí, era monumental, dice, desde Durango hasta Irubide? Tuvo que llevar su coche lleno por entero de pintura para hacerla de una vez.

Volviendo al montañismo, me dice que eran muy independientes, que tenían muy poco trato con otros clubes. Estuvo presente en el 50º aniversario de la Cruz de Gorbeia, en 1951, vaya recuerdos dice? En el Baskonia hay mucha cultura de poner buzones alpinos en las cumbres de las montañas. Domeka recuerda como ponían esos en compañía del Artagan, club de abertzales declarados a los que no dejaban federarse. Antes que con el propio Baskonia, Domeka instala buzones con el club citado de Bilbao de 1939 a 1953. Termina diciendo Domeka que aquello era más que ir al monte, en aquel tiempo había muchas inquietudes sociales y falta total de libertad y el montañismo era un escaparate de ideas subversivas y modernas para la época y allí estaba él en ese momento histórico de nuestro deporte.

Actualmente acaba de terminar su decimocuarto Centenario, “por amor propio”. Cuando cumplió los 90 años se despidió del Pirineo, ahora ya ha cumplido los 94. Tuvo dos accidentes que por poco cambian su vida. El primero el 1 de agosto de 1987 en el Tuc de Mulleres (3.018 metros.). Subieron andando desde Viella y se resbaló, rodando cuarenta metros y abriéndose la cabeza. Le dieron más de cien puntos de sutura. In situ le limpiaron con el vino de la bota que llevaban. Le rescataron en un helicóptero. Recuerda cómo al de un año justo del accidente volvieron al Pirineo y el primero de agosto de 1988 les llevaron unas cajas de vino como regalo a los Mossos d’Esquadra, a los bomberos de Viella y al doctor que le operó, que también era montañero.

La otra caída fue bajando del Cilindro de Marboré. Tenía 70 años. Tuvo mala suerte, pisó nieve hueca y se cayó en una grieta de cinco metros. No le pasó nada, pero no había forma de sacarlo. Su colega Ander Lejartza, Txispas, lo sacó anudando unas cuerdas. Después de bajar al refugio de Goriz, siguió al día siguiente con la hoja de ruta montañera.

He querido escribir esta historia un tanto diferente de lo que sería una biografía mendizale al uso. Que si tales cumbres y tales metros y estos macizos pisados y estos valles recorridos. He querido ir a mediados del siglo pasado con Domeka, intentando ver cómo era el montañismo en Basauri y Galdakao hace 65 años, en un momento en el que no había medios, ni dinero, ni ropa adecuada, ni transportes, más que los mínimos y una escasa cartografía. Pero lo que había era ilusión por tirarse al monte y llegar a las cumbres y gritar en ellas “Gora Euskadi Askatuta!”.