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Sestao, historia de un nombre

Jorge Luis Tejedor publica un libro sobre la toponimia del concejo de Sestao La obra, en la que ha invertido cerca de seis años, ha sido supervisada por Euskaltzaindia

Sestao, historia de un nombre

Emilio Zunzunegi

Sestao - Encajonado entre dos entidades municipales de gran raigambre y poderío como Barakaldo y la Villa de Portugalete, Sestao se vio condicionado como pocos concejos por el empuje de la industrialización, hasta el punto de que parte significativa de su toponimia tradicional -buena parte de ella de clara raíz euskaldun, especialmente en la zona más cercana a la anteiglesia- adaptó sus lugares al desarrollo de fábricas y emporios. La Iberia, Aurrera o San Francisco son hoy topónimos que forman parte del acerbo cultural de un pueblo que ha visto como sus antiguos referentes se han diluido o transformado fonéticamente por la castellanización a la que se vio sometida la demografía del municipio.

Así, barrios como Urbinaga pasaron, de tener un neto color rural con apenas 100 vecinos, a ser un núcleo con más de 1.500 habitantes llegados al calor de la industrialización, cuya relación con los nombres euskaldunes produjo transformaciones que hoy se explican al calor de la filología. Sestao -nominación del concejo que aparece nombrado en el Privilegio de fundación de Portugalete, del año 1322, donde se cita “la desmería de Santa María de Sesto”, ha encontrado en el filólogo y estudioso sestaoarra, Jorge Luis Tejedor, un claro valedor de su toponimia euskaldun a cuyo estudio y posterior edición del libro Toponimia de Sestao ha dedicado los últimos seis años.

“Desde el año 1.000, los señores de Ayala (Araba) tenían intereses en los puertos de Galindo donde, entre otras cosas, se trasegaba con el mineral de hierro de la comarca minera y productos de las Vegas de Barakaldo y de Ugarte”, refiere este bibliotecario cuyo trabajo historiográfico, motivado por su deseo de recuperar la toponimia vasca del concejo, ha bebido de innumerables fuentes documentales y ha sido supervisado por Euskaltzaindia, incluyéndolo en su colección de topónimos.

Onomástica El libro de Jorge Luis Tejedor, autoeditado con el apoyo de Euskaltzaindia y del Ayuntamiento de Sestao -disponible en el Bar Itaka de la plaza Conde Valmaseda- es ante todo un libro de palabras, de nombres. “No es posible averiguar por qué determinados elementos objetivos o subjetivos predominaron en el momento de nombrar un camino, una fábrica, un río, una casa o cualquier otra realidad” refiere Tejedor, quien apunta que “el estudio de su significado original, su estructura y su evolución ofrece, en ocasiones, vías de conocimiento que superan la descripción física”.

Así, este trabajo recoge el registro Aizpuru, del euskera (H)aitz -peña, roca- y buru -cabeza, prominencia- y, por otro lado, Simondrogas, cuyo estudio explica que “Simón Gardiazabal Andetxaga, natural de Elorrio, montó un negocio de droguería en el lugar que más tarde sería conocido como Simondrogas. Las palabras aportan, más allá del inventariado del entorno natural, una idea del contexto histórico en el que se crearon”, explica este investigador, que ahora mismo está enfrascado en la investigación sobre los sestaoarras fallecidos en la guerra de Cuba.

El análisis de la toponimia de Sestao augura más de una sorpresa para el lector, especialmente el sestaoarra, deseosos de indagar en la historia del concejo. Así, uno descubre en las páginas del estudio de Jorge Luis Tejedor que el antiguo lugar del Juncal de Allende estaba situado en Galindo -apellido emparentado con la familia de los banderizos de Salazar- en el punto conocido como La Vega Vieja (también denominada oficialmente Ibarzaharra), en el extremo sur del municipio. Se encontraba al borde mismo de la carretera Bilbo-Santander y se extendía por tierras de los concejos de Sestao y Trapagaran.

“La posesión de este juncal fue motivo de pleitos durante largos años entre los concejos de Sestao, por una parte, y los de Trapagaran y Santurtzi, por la otra, que también lo reclamaban como suyo. Por otra parte, este lugar ha tenido varios nombres a lo largo del tiempo: El Juncal de Allende, Las Junquera de Sestao, o Vega de Uhagon, entre otros”, señala Tejedor, quien ahonda en esta última denominación. “ Tiene su motivo. en la familia de comerciantes bilbainos Uhagon -con calle en la Villa bilbaina- que había hecho préstamos al Concejo y en 1813, tras la guerra contra Francia, reclamaron su parte. El Ayuntamiento carecía de recursos económicos y pagó la deuda con tierras del municipio: de esta manera El Juncal de Allende pasó a llamarse Vega de Uhagon, al menos en los documentos. En contraprestación los Uhagon construyeron el puente de Galindo, uniendo Sestao y Barakaldo”.