Igor Lete, un baserritarra tropical
Igor Lete, de Markina-Xemain, cultiva productos tropicales como el tomate de árbol o el maracuyá Todo lo que produce lo vende en las plazas y para el año que viene espera poder hacer mermeladas y zumos
Ispaster - Hoy en día el primer sector no pasa por su mejor etapa. Uno de los motores económicos del país durante largos años ha ido perdiendo fuerza hasta llegar a una situación preocupante. Aun así, todavía hay jóvenes que haciendo frente a las situaciones adversas, toman la determinación de lanzarse al campo y cultivar la tierra con sus manos. Igor Lete es un ejemplo de ello. Un hombre que después de estar quince años trabajando en el monte, se decidió a comprar unas tierras y meterse en la aventura de cultivar productos no tan habituales en la cesta de la compra.
“Vendo productos que no tiene mucha gente. Los clientes al principio venían a comprar los tomates tradicionales, pero poco a poco atraídos por la curiosidad se han ido acercando y ha habido ferias en las que hemos vendido un montón”, declara orgulloso Lete. El joven agricultor posee unas tierras en la localidad de Ispaster, en un alto donde se puede apreciar una panorámica espectacular de Lekeitio a sus pies. El baserritarra, natural de Markina-Xemein, llegó hace muy poco al mundillo, ya que comenzó en el sector hace tres años. “Un día me enteré de que un hombre dejaba unos invernaderos. Me estuve informando y me dijeron que daban ayudas públicas por crear sociedades agrícolas. Tras completar un cursillo en Derio, compré unos terrenos y empecé por mi cuenta”, relata sobre su experiencia.
El joven markinarra tiene en cuenta las ayudas que ofrecen ciertas instituciones como el Gobierno vasco para desarrollar su labor. “Todo ha dependido también de las ayudas que me han ofrecido, porque si no sería imposible acometer la inversión que he hecho”. Después de foguearse durante años en el monte, relata que el cambio ha sido a mejor. Lo que comenzó con el montaje de un par de invernaderos, luego ha ido creciendo y aumentando con el tiempo. Pero su apuesta personal vino con las frutas tropicales. “Empecé a cultivar frutas tropicales ya que sabía que aquí podían germinar. Conocía a unos ecuatorianos que tenían un baserri en Berriatua y fueron ellos los que me dieron las semillas”. Lo primero que plantó fueron los tomates de árbol y el maracuyá, además de gran cantidad de verduras autóctonas como coliflor, lombarda, puerros, tomate, lechugas o espinacas. Casi 3.000 metros de cultivo. “Yo tenía claro que desde un principio quería plantar frutas tropicales. Ahora mismo tengo más cincuenta árboles de tomate, la mitad fuera y la otra mitad en invernaderos. Y en cuanto al maracuyá son solo cinco plantas, pero se hacen enormes y con el tiempo hay que cortarlas, porque se adueñan del lugar y se hacen enormes”, cuenta Lete.
Y es que al no cultivar especies autóctonas, hay que tener en cuenta que tampoco sufren de enemigos naturales, lo que tiene sus ventajas y desventajas. El maracuyá por ejemplo, puede llegar a ser invasora ya que es una planta de gran crecimiento y puede invadirlo todo. “También tenemos physalis, una planta con unos granos de color naranja que se están extendiendo poco a poco por Euskadi”. Al no ser productos habituales en los mercados, el markindarra también tuvo que hacer frente en sus comienzos a cierto escepticismo por parte de los compradores. “La gente al principio no se fía mucho”, comenta. “Cuando ven los productos tropicales se acercan mucho a curiosear, pero más que las frutas, lo que les interesa suele ser las plantas”. Este Último Lunes de Octubre en la villa foral vendieron muchas de ellas, llegando hace dos años hasta las 150 unidades, señal de que las especies se están abriendo camino en los huertos vascos.
Todo lo que vende Igor Lete lo hace por cuenta propia en las ferias agrícolas. “Lo que no me interesa es vender a empresas o grandes superficies. Prefiero hacerlo yo mismo”. Cada dos sábados asiste a la plaza de Bilbao y cuando llega la primavera se acerca a las de Gernika-Lumo y Markina. Aunque comenzó hace tres años con la labor, ha sido este último julio cuando ha empezado a recoger los primeros frutos. Los tomates de árbol, por ejemplo, dan fruto todo el año, pero el frío del invierno les suele afectar provocando que se les caigan las hojas y no vuelvan a brotar hasta primavera.
Con el año que viene ya en mente, el joven baserritarra se está planteando ir un paso más allá y lograr diferentes productos con las especies que cultiva. Hasta ahora han logrado unos 100 kilos de tomate de árbol y esperan sacar hasta 300 kilos antes de final de año. En cuanto al maracuyá, han obtenido otros 100 kilos en su primer año y el que viene pronostican más cantidad. “Para el año que viene espero hacer mermelada y salsa de aji (picante) con los tomates. Y con el maracuyá queremos hacer zumos”. Ademas, toda su labor está fundamentada en un agricultura ecológica. Utiliza productos naturales, nada de pesticidas que puedan dañar al entorno, aunque eso repercuta en más carga de trabajo. Y el comprador lo nota en el sabor, porque ademas de un producto casi único en el entorno, Igor Lete ofrece garantía de calidad.