PISAN la uva en el lagar mientras se quejan de la holgazanería de algunos compañeros y la poca retribución por jornadas de sol a sol con un plus si continúan de noche. Aunque condiciones y medios de trabajo han mejorado, entre esta escena ambientada en el siglo XVIII -vecinos de Balmaseda representaron ayer en la plaza de San Severino- y la actualidad la relevancia del txakoli se mantiene intacta. “Es ecología, inversión, puestos de trabajo, tradición, sostenibilidad y valor económico”, según enumeró el presidente del Consejo Regulador de Bizkaiko Txakolina, Iñaki Aretxabaleta, durante la feria de la vendimia celebrada en la villa encartada.

Un total de 16 bodegas adscritas a la Denominación de Origen ofrecieron sus caldos y realizaron catas comentadas demostrando que “conseguimos evolucionar cada año y, por eso, nuestro vino está en condiciones de competir con los mejores del mundo”. Así lo atestigua el resultado de premios como los prestigiosos Bacchus, que hace pocos meses coronaban a dos txakolis de la comarca anfitriona ayer: Egia Enea de Balmaseda y Txabarri, de Zalla, que se coronaban con los Bacchus de oro y plata respectivamente. En una de las catas organizadas, Alfredo Egia, alma máter de la primera de estas bodegas compartió los secretos de su caldo. “El aroma de la uva hondarrabi zuri es floral, frutal y vegetal. Y con vegetal me refiero a fresco, que nos remita a la naturaleza”, expresó. Por su parte, José Domingo Txabarri, agradeció a la asociación de turismo de Enkarterri, Enkartur, “el esfuerzo por poner en marcha una feria de estas características, que nos permite dar a conocer productos autóctonos, cada vez más valorados fuera de nuestra tierra”.

Un evento que en cierta forma supone aprobar la “asignatura pendiente que teníamos con una comarca de tanta tradición txakolinera como Enkarterri”, reconoció Anton Txapartegi, secretario del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina. Txapartegi augura “una buena cosecha debido a la calidad de la uva y el clima favorable, por lo que esperamos que la producción crezca”.

En el “marco incomparable” de la plaza de San Severino “la implicación de los vecinos de Balmaseda” añadió el ingrediente final para que la feria de la vendimia se estrene con éxito “con el deseo de que continúe unos muchos años más”, según señaló el alcalde, Álvaro Parro. El trasiego en el punto de venta de las copas conmemorativas a la venta por dos euros midió la positiva respuesta del público. A ello ayudó también la marcha solidaria contra la leucemia que ayer recaudó fondos para la fundación de Josep Carreras. Más de 700 personas se inscribieron en la prueba, cuyo recorrido concluyó en la plaza de San Severino.

El repicar de las campanas de la iglesia dio paso a una representación popular en la que participaron cientos de personas, ya todo un clásico de las festividades más señaladas de la localidad. Al igual que en las recreaciones de la Pasión Viviente, el mercado medieval y la quema de la villa por las tropas francesas en 1808, José Ángel Ramón, Zarra, asumió la dirección artística. En esta ocasión “hemos abordado la historia del txakoli en la villa”. Los espectadores aprendieron que los viñedos de Balmaseda se cultivaban ya en 1306, que quedaba prohibido por ley importar vino de La Rioja hasta terminar el txakoli o que las guerras de la Convención, Independencia y las Carlistas, además de sucesivas plagas mermaron la producción durante el siglo XIX en cuestión de treinta años obligando a plantar cepas más resistentes, pero de menor calidad. El recorrido cronológico se cerró en un presente “con buenos resultados que deben respaldar los consumidores”, según la diputada de Sostenibilidad y Medio Natural, Elena Unzueta, quien animó a alzar la copa y pedir siempre “Bizkaiko Txakolina, mesedez!”.