EN un lugar de la tierra, cuyo nombre debiera recordarse, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de vino en ristre... Si uno atiende a las leyendas, la que anuncia la presencia de la bodega Virgen de Lorea, explica el porqué de este comienzo. “El principio de un buen txakoli está escrito en la tierra”, reza la sentencia de una casa que hoy regenta Kosme Bibanko junto a sus hijos, el también llamado Kosme Bibanko y Aitor Bibanko, pero cuyos ancestros se remontan, al menos que se sepa, hasta finales del siglo XVII, cuando los antepasados del Kosme patriarca, la familia Laiseka, ya elaboraban sidra y txakoli. Testimonio de aquella labor es la piedra tallada, soporte del lagar, que se conserva en la bodega con una antigüedad contrastada de al menos 200 años.
Aquella tradición nació entre la niebla, como así lo atestiguan los versos con los que Ana Urrutia dio paso a un imaginativo cóctel ideado por Paul Ibarra (fruto de la D. O. Cocina de Antonio Canales, dicho sea con todos los respetos...), dividido en dos partes: brumas y redes. Luego les cuento. Ana comnezó a recitar y se hizo el silencio. “Cae la niebla encartada...” Para entonces, la sumiller Olaia Elorriaga había cantado las bondades del secreto de la tarde: la presentación de un nuevo txakoli de la casa, Lainoa. Manu Calera anunció, poco después, que la elaboración de semejante joya para la garganta había llevado tres arduos años de trabajo en la tierra. La tierra, siempre la tierra. Un paso más tras las dos madreperlas de la bodega, Aretxaga y Señorío de Otxaran.
un mar de amigos Les debía una: la explicación del cóctel. En la sección de Brumas, inspirada en la niebla, los presentes en la sala Yimby degustaron corcho de bacalao, una brocheta de sarmiento con pollito pibil, Virgen de Lorea, flor virgen elaborada con alcachofas, azafrán y flor de ajo y un atún marinado “que abruma” mientras que en en la sección Redes, inspirada en el mallaje dorado de las botellas de Señorio de Otxaran se sirvió el plato 180 mts. sobre nivel del mar , con sardinas y vainilla. una guila de mozzarella con uva tuneada, ajoarriero de pulpo y ensaladilla de rape y txangurro, todo ello abrochado con un postre singular: el txakolimisú.Hablaba de la tierra, sí. Pero tampoco faltó un mar de amigos. Entre ellos se encontraban Antxon Txapartegi, María Victoria Cañas, José Ángel Corres; el alcalde de Güeñes, Imanol Zuloaga, José Luis Sabas, Pedro Campo, Nerea Ruiz, el cocinero Juanan Zaldua, Jon Ortuzar, Rafa Bustamante, María Loizaga, Idoia Olabarri, el notario Juan Bustamante, Javier Barroeta, Julio Alegría, Javier de Juana, Fernando García Macua, Pepa Gandarias, Alfonso Gil, Idoia Mendia, Beatriz Marcos, José Antonio Solar, José Alberto Pradera, Mikel Pulgarín, presidente de la asociación Apnabi-Autismo Bizkaia; José Luis Candal, Marije Muro, Verónica Calero, Patricia Callejo, Iñigo y Ainhoa Múgica, entre otros amantes de una bodega que se puso en pie hace ahora un cuarto de siglo.
A la fiesta, que fue in crescendo, se sumaron, además, Fernando Alonso, Jon Aldeiturriaga, Aran-tza San Andrés, Sergio Ruiz, Diego García, Alejandra Smith, Víctor Martín, María Ángeles Gurrutxaga, Enrique Thate, José Ángel Pereda, Isabel Muela, José Antonio Bilbao, Cristina Martínez, Maider Astrain, Txiki Carrocera, Julia Diéguez, Txomin Telletxea, Antonio Domínguez, Alfredo López Santamaría, Montxu Martínez, Javier y Libia de la Fuente, Agustín San Cristóbal, José Ormaetxe, Fermín Palomar, Antonio Hormaeche y todo un océano de amigos que se sumaron a una fiesta de pantalón largo. Y trago más largo aún.