Bilbao - Bilbao tiene ganas de Carnaval. De bailar y cantar, de aparcar la rutina por unas horas y soñar con convertirse en piratas, indios o princesas. Ni la lluvia ni el frío impidieron ayer que cientos de bilbainos se echaran a la calle para seguir el desfile de Bilboko Konpartsak que, diez años después, volvió a recorrer la Gran Vía. Sinkuartel puso la alfombra roja, Pinpilinpauxa trajo a Freddie Mercury y a Madonna para que actuaran en pleno centro de Bilbao y los emoticonos de Uribarri reclamaban una llamada de teléfono con el Call Me, de Spagna. Ni la cortina incesante de lluvia que no arreció en todo el día y tampoco respetó la comitiva, empañó las ganas de fiesta. "Estas cosas solo pasan en Bilbao. No hay lugar en el mundo en el que, con la que está cayendo, la gente sea capaz de hacer un desfile. Solo por eso merecen un aplauso enorme", se felicitaba Jon Uriarte, Farolín, que siguió el cortejo junto al resto de miembros del jurado.

A punto estuvo la lluvia de echar por la borda todo el esfuerzo e ilusión que comparsas y grupos habían depositado en este desfile. "Nos hemos reunido para ver lo que hacíamos y al final hemos decidido seguir adelante. La lluvia deslucirá el desfile y no será tan espectacular como lo que habíamos preparado pero es lo que hay y los bilbainos se merecen poder disfrutar del carnaval, pese a la lluvia", reconocía poco antes del inicio del cortejo Itziar Villafáñez, portavoz de Bilboko Konpartsak. "Caiga lo que caiga, hay que participar y salir en el desfile. Que yo sepa, en 32 años solo se ha suspendido una vez y fue porque hacía mucho viento y era peligroso. Pero aquí hemos desfilado con lluvia, con granizo...", recordaba Iñaki, una de las ovejas negras de la comparsa Kobetamendi, de Altamira.

En las aceras de la Gran Vía, una marea humana esperaba el paso de las comparsas con ilusión. Sin separarse de sus paraguas y ataviados con ponchos y chubasqueros, patitos con chupete que no levantaban un palmo del suelo y piratas con parche en el ojo no estaban dispuestos a que el tiempo les aguara la fiesta. "Hemos traído el paraguas y ya está", explicaban Claudia y Sara, dos modernas roqueras de 5 años. Markel se peleaba con su ama para que el paraguas no echara a perder el penacho de plumas de su disfraz de indio. "No soy la Bella Durmiente, soy una niña", explicaba pacientemente una preciosa princesa enfundada en su plumífero.

En el centro de la Gran Vía, las comparsas echaron el resto para sumergir a los bilbainos en un mundo de fantasía por unas horas. Desfilaron La Bruja Avería y sus electroduendes, la aldea gala de Astérix y Obélix, escoceses que reclamaban su independencia a ritmo de gaita, y pantalones de campana y cintas de flores que retrotraían a los 80. Se duplicaron los coros de gospel -Moskotarrak puso a bailar al jurado al son del Freedom de Gloria Gaynor- y las simpáticas caritas de los emoticonos de Watshap. "Hemos intentando que a nosotros también nos llegara un pellizco de Facebook pero no ha habido manera", bromeaban los comparseros de Uribarri. Los miembros de Haize Berri repartieron tiques para dar un paseo en su particular Haize Khan, en Altxa Porru prepararon una original exhibición de natación sincronizada y hasta un grupo de música en vivo se paseó a lomos de una de las carrozas. Pero también hubo hueco para la crítica y las reivindicaciones sociales. En Algara protestaron a su modo por el "excesivo tiempo" que se le presta al ámbito meteorológico en los informativos, "mientras otros temas realmente importantes, como la economía o la cultura, quedan relegados a unos pocos minutos"; Mamiki fletó un vuelo de Fatxardon Airlines a Londres para poder abortar y los zombies de Zaratas siguieron la coreografía del Thriller de Michael Jackson para lamentar la "muerte" de la justicia o el estado del bienestar. En Txinbotarrak se montaron en el Delorean para un viaje al pasado, "que es lo que parece que estamos haciendo con los recortes".

Fueron casi dos horas de desfile que dejaron un excelente sabor de boca. "La lluvia ha deslucido un poco el espectáculo pero ha sido precioso, hay muchísima imaginación. Y con la que ha caído tiene más mérito aún", reconocía Jon Uriarte. "La gente ha respondido muy bien y hay que felicitarla. Ha sido muy gratificante", valoraba Villafáñez.