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Un brindis de quienes llevan la voz cantante

Un brindis de quienes llevan la voz cantantefoto: josé mari martínez

Cecilia de Roma es reconocida como santa y mártir, patrona de la música, los poetas y los ciegos y el martirología la recuerda cada 22 de noviembre, tal día como ayer. Hay toda una enmarañada hagiografía romana que no aclara cuáles fueron los tormentos o los milagros que elevaban a Cecilia de Roma, al parecer hija de una familia noble, a los altares. Sea cual sea la verdadera historia (que intentaron decapitarla y fue imposible separar la cabeza del tronco, que se negó a perder su virginidad ante su marido y convenció a este presentándole a un ángel de carne y hueso o del material que estén hechos los ángeles, que la condenaron a morir ahogada y no había manera...), lo que sí está registrado es que cuando se fundó en Roma la Academia de la Música en 1584, Cecilia de Roma fue nombrada patrona del instituto, después de lo cual su veneración como patrona de la música de la Iglesia se generalizó universalmente; hoy existen por todas partes las sociedades de cecilianos o asociaciones musicales, como mejor se las conoce en el siglo XXI.

La Sociedad Coral de Bilbao decidió ayer celebrar la onomástica como acostumbra en los últimos años: con una misa cantada y un cóctel posterior, celebrado en la propia sede la institución. En el oficio, celebrado en la capilla de la Santa y Real Casa de la Misericordia, participaron el coro del Conservatorio, el coro Euskeria y la propia Coral de Bilbao: vistieron a los presentes con un traje de piel de gallina.

Ya en la sede de la propia Sociedad Coral se brindó por la santa patrona y se distinguieron, como acostumbran, a las voces más fieles, a quienes llevan, entre otros, la voz cantante. Con el nuevo presidente de la Sociedad Coral de Bilbao, José Miguel Lanzagorta, como debutante en ese teatro, Markos Basterretxea, Santiago Peña y Sofía Gorostiza recibieron la medalla de oro de la Sociedad Coral por sus 25 años de dedicacion. Un peldaño por debajo, Marta Fuidio, Isabel Sanz, Ángeles Muñoz, Irene Barruetabeña, Nerea Azkarate y Marta Cerio fueron condecorados con la medalla de plata por toda una década de voces prestadas. Irune Barrenetxea, Ane Urresti y Paula Ruiz no pudieron recoger su distinción al hallarse fuera por compromisos profesionales.

Fue entonces, cuando ya parecía apagarse la luz de las distinciones, cuando José Miguel Lanzagorta anunció la sorpresa. La Sociedad Coral de Bilbao se acordaba de uno de sus hijos más ilustres: Cecilio Gerrikabeitia. No por nada, ha sido coralista desde 1970 y presidente de la Sociedad a lo largo y ancho de 32 años, una cifra mayúscula para cualquier presidencia. Por todo ese trabajo -y, sobre todo, por la pasión y el corazón puesto sobre la mesa...- le impusieron la medalla de esmalte y brillantes de la Sociedad Coral de Bilbao, la más alta distinción que concede una institución con más de 127 años de historia. Cecilio, agradecido y orgulloso, recibió con ese aire temblón de los emocionados la insignia.

Testigos de cuanto les cuento fueron Ramón Muro Gaztañaga; el coralista más viejo de la Sociedad, Luis Alemani; Ibone Bengoetxea, Isabel Sánchez Robles, cuya hija, Elixabet Gutiérrez, es una de las voces blancas de la Coral; Mari Carmen Martínez, compañera de vida de Cecilio; Teresa Querejazu, que ejerce estos días de anfitriona de la gran Selma Huxlley, Gonzalo Márquez, Iratxe Garay, Aritz Lekerika, Javier Mendoza, Loli Hernández, directora de la ikastola Geroa, Joseba Omar, Koldo Narbaiza, Nerea Madariaga, Antón de Carlos, José Ignacio Zorrilla, Jesús Arranz, Lorea Sanz, Aimara Chivite, Sonia Delgado, Inés Cabañas, Marta Delgado; Francisco Olarreaga, Borja Pujol, Julio Gergely, director artístico de la Coral, Alberto Royo, Granco Ganesio, Verónica Alcayaga, Rosselda Cavigliasso, Giorgina Williamson y un buen número de asistentes a la celebración de una efeméride que, año tras año, crece y emociona.