ELANTXOBE. Recostado sobre la ladera de Ogoño, Elantxobe es un balcón al mar. El pequeño pueblo, que siempre mira al Cantábrico, ha sabido sacar provecho de sus aguas. Generaciones de vecinos son ejemplo de ello, pero la actividad menguó. Y en el caso de este puerto, que despidió a su última embarcación pesquera hace dos años, lo hace incluso hasta alcanzar a su larga memoria arrantzale contenida en la Cofradía de Pescadores San Nicolás de Bari. Algunos de sus archivos, que dan cuenta de largas décadas de pesquerías, serán rescatados del olvido por el área de Patrimonio de la Diputación Foral de Bizkaia. La localidad podrá retener, de esta forma, su ingente legado pesquero.
La entidad foral prevé digitalizar los fondos que detallan la historia de un puerto en el que hoy en día no hay rastro de vida pesquera. De las cinco embarcaciones de bajura de Elantxobe en el año 2000, actualmente no queda ninguna. Como acontece en el resto de puertos de Bizkaia, el relevo generacional, la caída de los precios y la complejidad para armar un buque han resultado un lastre excesivamente pesado.
Es más, el edificio en primera línea portuaria que ha acogido la cofradía de pescadores elantxobetarra tampoco cumple ya con su función: sus 170 metros cuadrados en dos plantas han sido cedidos al Ayuntamiento para que sus dependencias alberguen alguna actividad ligada, cómo no, al mar. Sin embargo, hasta la fecha no ha podido cristalizar ninguna de las opciones.
Si bien ese proceso de custodia foral se encuentra aún en una etapa primigenia, un inventario, que recogería documentos que se retrotraerían hasta la pesca de la ballena durante el siglo XVI, está siendo elaborado actualmente. Sin embargo, el estado de algunos de esos pedazos de historia en papel -la humedad ha hecho mella en ellos- hace que la cautela sea clave. "Aún no pueden digitalizarse, ya que necesitan de un periodo de tratamiento", señalan desde un departamento de Cultura que ha certificado que este año dará los pasos necesarios para custodiar ese ingente legado en el Archivo Histórico de Bizkaia.
Sin embargo, y pese al adiós a su histórica cofradía, la historia arrantzale también se guarda en la memoria de los vecinos de un municipio que apenas llega a los 400 habitantes. Muchos de ellos han estado estrechamente ligados al mar -la población activa ocupada en el primer sector en 1970 era de 211 elantxobetarras-; del duro pero generoso Cantábrico han sacado su sustento durante décadas. Voces como las de Floren Goitiz, Jesús Mari Gómez Uribarren, Segundo Goiogana o Juan Ramón Arego, jubilados tras largos años de profesión marítima, mantienen vivos los ecos de un oficio tradicional que, aseguran, ven imposible que vuelva a ser pujante.
Son algunos de los últimos exponentes de la pesca en Elantxobe. Goitiz lo hace en su condición de patrón de la última embarcación local que faenó, el Gure Anaitasuna. Gómez Uribarren, como presidente durante la última década de una Cofradía que ha visto decaer la actividad hasta el punto de traspasar el inmueble que, además de archivos, acogía las artes de pesca del gremio. Goiogana se enroló con 14 años y se mantuvo activo hasta los 56; y Arego, por último, conoció el mar desde los buques de bajura, primero, y los atuneros, después.
Mirando con "nostalgia" hacia la estrecha relación del municipio con la pesca, todos ellos señalan que la actividad "ya no es sustento para Elantxobe, porque no da tanta ganancia como daba antes". Eran décadas pasadas en las que la localidad contaba con "una actividad que dejaba dinero en el pueblo, y que no van a volver", remarcan.
conserveras "El mar ha dado de comer a muchos", certifican desde el mismo puerto que abraza al Cantábrico. Así es: en 1935, a pesar de la crudeza de los tiempos, existían varias empresas conserveras. Su esplendor fue a mediados de siglo, aunque algunas llegaron a mantenerse hasta los años 80. Pero la grave crisis del sector pesquero y la escasez de suelo se las llevaron para siempre.
"Muchos han pasado muchos años a bordo", destaca Gómez Uribarren, quien durante más de una década ha llevado el peso de la Cofradía hasta su adiós. Y múltiples son los factores que han influido en este escenario: desde la falta de un relevo generacional, al escaso beneficio que se obtiene hoy en día de la pesca. "No hay negocio en el mar; y nosotros, como pueblo, miramos hacia ella de forma constante", destaca. Antes el mar era una salida laboral. Hoy no", remata Gómez Uribarren. "El trabajo era duro", asiente Goiogana, mientras que Floren Goitiz, el último que lo dejó, evidencia que "la pesca ya no da".
"En la época del Prestige hubo ocho barcos trabajando para sacar el chapapote", rememora el último responsable de una Cofradía que siglos atrás fue más importante que el mismo Ayuntamiento. Muestra de ello es que los muelles exteriores del puerto fueron construidos con aportaciones del gremio a partir del año 1869. Casi siglo y medio después se perdió su último pesquero. "Al principio éramos seis socios, pero se fueron jubilando y lo dejamos", asevera el que fuera patrón y uno de sus propietarios, Floren Goitiz.
sin futuro Incluso, Gómez Uribarren y Goitiz relatan una anécdota que ejemplifica el pasado arrantzale de la localidad: "hasta 2.000 kilos de merluza se descargaban y el camión que las llevaba a Mercabilbao casi no podía subir la cuesta de salida del pueblo", recuerdan. Pero, ¿qué futuro le espera a la cofradía? "Está de sobra", tercia Arego, que ahora sigue haciéndose a la mar con su pequeña motora frente a tiempos anteriores en los que la pesca suponía "trabajo para el pueblo" que tuvo "hasta diez embarcaciones". "No creo que aquí se pueda hacer nada relacionado con el mar", responde Goitiz. Y Elantxobe, acostada sobre Ogoño como está, por contra, seguirá abrazando al mar Cantábrico.