Skater a los 76 años
Juanjo Albizu se entrena con el monopatín en las pistas de Deusto para poder llegar en forma a la temporada de esquí
UN día normal en la vida de Juanjo Albizu transcurre de acuerdo con el siguiente guion: se levanta temprano, desayuna, prepara las clases de inglés, acude a la Escuela de Idiomas, vuelve a casa, deja los libros, coge el monopatín y se va a las pistas de skate de Botica Vieja. Tras la comida, estudia, da una vuelta, y antes de cenar practica footing por la ribera de la ría. Así, sin entrar en más detalles, esa podría ser la jornada de un joven cualquiera. Pues no. Juanjo tiene 76 años, estudia porque siempre le han gustado los libros (tiene dos carreras universitarias en su haber) y practica el skate porque hace dos años descubrió que era un buen ejercicio para llegar en forma a la temporada de esquí. Bueno, de snowboard, que es lo último que descubrió. Juanjo siempre ha sido un consumado deportista. Ha practicado muchas modalidades, desde escalada hasta windsurf. Nunca ha estado quieto. Tampoco desde la jubilación, quizá porque es "un poco nervioso", según reconoce. Y esa tensión es la que le mantiene activo y con buena salud. Su único secreto para ello es "comer poco y tener curiosidad" por las cosas de la vida.
A pesar de que nació en el barrio de Amara, en Donostia, Juanjo Albizu ya es más vizcaino que guipuzcoano. "Vine a trabajar a Bilbao, me casé con una chica de Plentzia", dice, "y aquí sigo" tan jovial como cuando tenía 16 años y tuvo su primer empleo. Su precocidad en el mundo laboral no le impidió formarse. A base de mucho esfuerzo y sacrificio, Juanjo hizo la carrera de Derecho, primero, y la de Económicas, después, compaginando los estudios con el trabajo. Precisamente el trabajo es lo que le llevó a la capital vizcaina. Casi toda su carrera profesional la ha desarrollado en el Puerto de Bilbao, donde llegó a ser inspector de importación. Y como no le importaba trabajar, "aunque siempre es más aburrido que estudiar", subraya, se jubiló con 70 años.
snowboard Una vez jubilado, Juanjo decidió intensificar y diversificar las actividades deportivas que había practicado desde su juventud. De esa forma pudo dedicar más tiempo al montañismo y al esquí, sus verdaderas aficiones. Pero como Juanjo es un curioso y le gustan los retos, aceptó uno que le planteó unos de sus tres hijos: hacer snowboard. Y sin pensárselo dos veces, se fue a Candanchú con la tabla de su hijo. Allí hizo un cursillo que acabó por engancharle al snowboard. "Me gusta mucho", expresa, "pero reconozco que ya me ha cansado un poco porque a veces no puedo ir con el resto de compañeros de excursión, que van con esquíes". Aun así, sigue deslizándose con una sola tabla. Este pasado fin de semana se fue a Lunada para tener el primer contacto de la temporada. De todas formas, el plato fuerte de la nieve vendrá dentro de unas semanas cuando vaya con su mujer y un amigo a una estación de esquí del Pirineo. "Todavía no sabemos dónde vamos a ir, pero es probable que vayamos a Candanchú porque allí conocemos un hotel que nos tratan muy bien", comenta Juanjo.
Así que para llegar en un buen estado de forma a la nieve se mantiene a base de skate en las pistas de Deusto. A esta modalidad urbana de deslizamiento sobre ruedas llegó hace dos años y medio a través de su hijo, que le dejó el monopatín, y también por culpa del monitor de snowboard, que le recomendó su práctica ya que hay giros que son muy parecidos. Guiado por esa curiosidad insaciable, Juanjo empezó a tirarse por los toboganes de Botica Vieja. "Esto no tiene mucha ciencia", sostiene, "para mí es más difícil el esquí, que es bastante más técnico". ¿Y no tiene miedo a las caídas?, le preguntamos. "No, porque voy bastante protegido", contesta mostrando un pantalón acolchado a la altura de las caderas, muy parecido al que usan los porteros de fútbol, unas rodilleras y las coderas. "Me protejo las caderas porque la última vez que me caí practicando patín en línea me di un golpe en esa parte del cuerpo". ¿También patín en línea? "Sí, sí, yo he hecho de todo", confiesa. "De joven escalaba en Donostia, algo que ahora hace uno de mis hijos", cuenta, "luego iba al monte, y a esquiar comencé tarde, a los 53 años".
Dieta sana Toda una trayectoria deportiva y vital que ha podido trazar gracias a una excelente salud. "La verdad es que nunca he tenido problemas", señala. "Me hago los chequeos típicos de la próstata y esas cosas", comenta, "pero mis visitas al médico son muy cortas". Según relata Juanjo, las conversaciones con el médico suelen ser así: "Hola, ¿qué tal?, bien, hasta luego". Pero detrás de esa fortaleza hay unas costumbres sanas, entre las que destaca la dieta. "El secreto o el quid de la cuestión es comer poco", asegura con rotundidad Juanjo. "Yo, por ejemplo, como rápido, corto y sencillo", afirma. Mantiene una dieta en la que predominan las verduras, pero insiste en que lo importante es "no comer mucho". "Solo conviene pasarse con la comida un día de la semana, el sábado, por ejemplo, pero entre semana, poquito". En sus hábitos cotidianos solo hay un lunar, los dos cigarrillos que se fuma al día. "Fumo uno después de la comida y otro después de cenar, pero no lo aconsejo, el tabaco es malo y se nota a la hora de hacer deporte", confiesa.
Y cuando no está haciendo deporte, Juanjo estudia. Ahora le ha dado por el inglés, que estudia en la Escuela de Idiomas, pero cree que le van a suspender. Aun así, no se rinde. Todos los días estudia porque "estudiar es lo que más me gusta", concluye este hombre que posee un cuerpo y una mente en constante movimiento.