eaunque lo habitual es acordarse de Santa Bárbara cuando truena, en Ereño es San Miguel quien viene a la mente de la mayoría de los vecinos cuando retumban las nubes. No porque sea el santo patrón de la localidad, sino porque la ermita que le fue consagrada en la cercana cima del monte Ereñozar supone un peligroso imán para los relámpagos. De hecho, el templo acaba de ser reparado por enésima vez, tras haber sufrido el pasado verano varios impactos que produjeron serios desperfectos.
Concretamente uno de los rayos produjo un importante boquete -de cerca de dos metros de diámetro- en la pared norte del templo, que incluso llegó a dañar la figura del santo guardada en su interior. Pero, por si eso fuera poco, también sufrieron la ira de la tormenta varias piedras del campanario y numerosas tejas del templo situado en una de las cimas más destacadas del entorno de Urdaibai como atalaya de la Reserva de la Biosfera, lo que le confiere un serio riesgo de seguir atrayendo en el futuro las descargas producidas por las tormentas eléctricas.
Como consecuencia de ello, el Ayuntamiento de Ereño ha debido de completar varias obras de reparación, con un presupuesto superior a los 9.000 euros, de los que 8.300 han sido abonados por la Diputación Foral de Bizkaia desde el capítulo de imprevistos. Además de devolver a su estado original el propio edificio religioso, las autoridades han estimado oportuno instalar unas conexiones más potentes al propio pararrayos, de cara a atraer los relámpagos de manera más eficiente, sin que la ermita sufra los daños colaterales producidos por las descargas. "El pararrayos no desempeñó bien su función, ya que no absorbieron el relámpago en su totalidad. Y por ello estimamos que era oportuno sustituirlo", explicó el alcalde de la localidad, Joseba Zarragaoikoetxea.
tres veces en dos años No ha sido, sin embargo, la primera vez que los rayos caen sobre la cima de Ereñozar, ni tampoco que la ermita -construida sobre un antiguo castillo medieval del que se han sacado importantes restos tras excavaciones arqueológicas realizadas recientemente- haya tenido que ser reparada debido a sus consecuencias. Como recuerda el primer edil ereñotarra, "Ha ocurrido ya tres veces en los últimos dos años", lo que implica un gasto de mantenimiento de este santo pararrayos superior a los estándares que se colocan a tal efecto en cualquier otro edificio municipal.
La ermita de San Miguel está ubicada en la colina del monte Ereñozar y supone uno de los mejores balcones a los que asomarse para disfrutar de la belleza de la desembocadura de la ría de Mundaka. Ello, sumado al fácil acceso de que dispone la cima -se puede acceder en coche desde el barrio Elizalde hasta aproximadamente 200 metros de la cúspide-, hace que sean muchas las personas que acuden hasta la misma en numerosas ocasiones a lo largo del año, lo que, en días de tormenta puede suponer un grave peligro.
heridos "Los rayos alcanzan en muchas ocasiones a la ermita y alguna vez ha alcanzado incluso a la gente", desvela el primer edil ereñotarra. Así, recuerda cómo hace una decena de años una persona hubo de ser rescatada, aunque afortunadamente sobrevivió al impacto. "Subieron dos personas y la otra pudo llamar por el teléfono móvil y fueron a rescatarles: vino la Er-tzaintza, los bomberos... Se montó un buen dispositivo", rememora Zarragoikoetxea.
Una vez reparado el nuevo dispositivo que atrae los rayos y preserva a los edificios y personas colindantes de los efectos de las descargas eléctricas producidas en la atmósfera, se espera que no vuelvan a producirse los destrozos que han sido habituales en los últimos tiempos. Aún así, no estará de más abandonar lo antes posible la cima de Ereñozar cuando se barrunte la llegada de una tormenta eléctrica.