Uno sospecha que tiene ojos de búho, bien despiertos, para captar la quintaesencia de las ciudades que visita, el alma escondida en sus calles y edificios. Ima Montoya es pintora de corazón bohemio. Es curiosa la evolución, máxime si se tiene en cuenta que su trabajo se ha forjado en Erandio, un pueblo obrero donde el hierro y el gas son el pan nuestro de cada día. Ima observa y dispara su imaginación para capturar, al vuelo, el trasiego de las ciudades; ese ir y venir continuo en los vagones de tren o en los pasos de cebra; en las plazas y en las calles. La ciudad es, a sus ojos, un incesante deambular, un reflejo de la vida en perpetuo movimiento. Se diría que es una moderna Cleopatra que se baña en energía.

Su último trabajo amanece hoy en la sala de exposiciones del Colegio de Abogados de Bizkaia, siempre atento a la última vanguardia, a la llegada de artistas con el baúl de viajes bien repleto. No en vano, Ima ha expuesto su obra en diversas latitudes, desde Tokio a Londres, pasando por Moscú, Barcelona, Budapest (lleva a sus espaldas años de residencia en esta ciudad que entiende como el eje sobre el que gira toda su obra...) o Belgrado. En cada una de esas ciudades la artista ha buceado en busca del alma de sus habitantes. A tenor del éxito de su obra, se diría que lo ha conseguido sin reparo alguno.

Dicen los libros de arte que Ima tiene una tendencia a recrear mundos cerrados -tanto en la ciudad como en el plano humano, fieramente humano si se emplea la bárbara y maravillosa metáfora de Blas de Otero ; tanto en el metro de Moscú como el Trafalgar Square...-, como réplica a lo que en verdad anhela: la libertad de los espacios abiertos.

Veinte años después de que Ima mostrase sus poderes -si es que se puede decir así...- en Bilbao, la artista regresa a casa. Lo hizo acompañada por su compañero de viaje, Jerry Clifford y sus hermanos Esther y Txema Montoya. En el papel de anfitriones de este retablo de encuentros apareció el decano del Colegio de Abogados, Nazario Oleaga, y Gorka Martínez, alma máter de la Fundación BBK. Junto a ellos en el Colegio estuvieron presentes un sinfín de amigos y admiradores de la artista. Así, en el cóctel de bienvenida a esta mujer nómada estuvieron presentes Alberto Seco, Ana Roquero, Gontzal Aizpurua, Pilar Saindo, Amaya Letamendia, Koldo Oleaga; David Pasarín-Gegunde y Berta del Campo; el director general de la Cámara de Comercio de Bilbao, Mikel Arietaaraunabeña, Thibault Paoulou, Covadonga Solana, Begoña Bernal, el histriónico Iñaki López, Beatriz Marcos, Gorka Kuartango, Izaskun Santín, Koldo Oleaga, José Manuel Nieve, Vicente Líbano, Itziar Basarrate, Arrizen Monasterio, Mikel González, Maite Taranco, Mercedes Bilbao, Jaione Bilbao, Susi Castro, Itxaso Bernaola, José Canales, Ana Akarregi, Iñigo Amann y un sinfín de amigos de una mujer de mirada vivaz.

Un vistazo al trabajo de Ima permite descubrir que la artista tiene una vocación de cantar las excelencias de Europa, una Europa entendida como nere etxea, nuestra casa. La artista tuvo esta revelación en Japón y ayer compartieron esa visión Sandra Barrutia, Pilar Sáenz, José Canales y Mercedes Bilbao junto a sus hijas Leticia, Loyola y Victoria Canales; Pastore Aldekoa, Blanca Santamaría, Lorena Beitia, atenta a que todo fluyese a favor de corriente, Miguel Sanz y un buen número de asistentes que se pasearon por una inmensa Gran Vía continental, una avenida del viejo continente por la que deambula, viven y corren, eternos pasajeros en tránsito. No en vano el desplazamiento es la crónica urgente de nuestros días.