Bilbao. En lugar de decir adiós o hasta luego se despide de la entrevista con un "ríete mucho". Este es el mensaje que lanza siempre que puede Adolfo, tanto en los talleres de risoterapia que imparte como fuera de ellos. Desde que descubrió la risoterapia intenta que las personas que acuden a sus cursos "pasen un rato distendido y se olviden de sus preocupaciones". Esta semana ha tenido la oportunidad de enseñar a la gente a reírse durante las II Jornadas de Risoterapia que se han desarrollado en la estación de Abando de Bilbao.
¿Usted se ríe mucho?
Pues sí, bastante. Yo siempre me he reído mucho. No sé por qué será, pero me sale muy fácil la risa.
¿Aunque tenga días malos?
Sí. Ante las situaciones difíciles y dramáticas también hay que sacar a relucir la risa. En Oriente dicen que la vida es una gran broma cósmica.
¿No le han llamado insustancial por reírse tanto?
Claro que me han llamado insustancial. Hace unos días precisamente me puse una nariz de clown para despertar a las personas que residen en el centro para discapacitados en el que trabajo. Y uno de ellos, que no le debo hacer mucha gracia, me dijo: eres un insustancial y un idiota.
¿Y qué le respondió usted?
Le dije: tienes razón, soy un idiota. He estudiado para ser idiota y no es fácil ser idiota.
¿Qué hace en los talleres para que la gente se ría?
Jugar. Sobre todo, jugar. El juego es la herramienta básica en un taller de risoterapia.
¿A qué juegan?
En primer lugar, al inicio de las sesiones, solemos hacer un juego muy sencillo para romper el hielo.
¿En qué consiste ese juego?
Les digo que se presenten, que digan cómo se llaman y por qué han venido al taller. Y ellos suelen decir, qué tontería. Pero yo les respondo: lo vais a hacer hablando como si fuerais camellos en el desierto. Y entonces empiezan las risas.
¿Los que os dedicáis a la risoterapia sois un poco payasos?
Suelen decir que hacemos payasadas para que la gente se ría, pero nosotros no somos ni monos de feria ni payasos de circo. Nosotros simplemente hacemos juegos.
¿Cuánto hay que reírse al día? Dicen que como mínimo un minuto. ¿Qué hay de cierto en ello?
Yo diría que cuanto más se ría uno, mejor. Pero si una persona es capaz de pasar de la sonrisa a la risa y de la risa a la carcajada en cinco minutos, logrará un gran bienestar gracias al gran caudal de endorfinas, las famosas hormonas de la felicidad, que ha provocado la risa.
¿Qué les diría a los serios, a los que no se ríen nunca?
Que no se tomen la vida tan en serio, porque al fin y al cabo no van a salir vivos de ella, ja, ja, ja.
¿Le van muchos serios a los talleres?
Sí. Hay gente que viene y me dice que se le ha olvidado reír. Pero yo les digo que los serios también tienen todas las oportunidades para poder cambiar esa seriedad.
¿Qué hace entonces con ellos?
Hacemos ejercicios para que se vayan soltando. Al final se sorprenden de que la seriedad que llevaban en el cuerpo no era para tanto.
¿Qué me dice de los políticos? ¿Le parecen serios?
Sí, se toman la vida demasiado en serio. Yo les diría que vayan a sesiones de risoterapia.
¿Qué ejercicio recomienda a la gente para que se ría?
Yo suelo proponer uno muy sencillo que se puede practicar todos los días.
¿En qué consiste ese ejercicio?
Al levantarse por la mañana recomiendo ir al WC y ponerse delante del espejo. Si estás desnudo, mejor. Entonces te empiezas a mirar y a sonreír al ver tu cuerpo. Te aseguro que después de cinco minutos estás riéndote y eres capaz de comprender mejor a ese ser, que eres tú, que tienes delante, con sus capacidades y sus defectos.
¿A usted qué es lo que más le hace gracia de esta vida?
Ver cómo los humanos hacemos un caos de auténticas banalidades.
¿Es bueno reírse haciendo el amor?
Es buenísimo. Ahora bien, haciendo el amor ya se tiene una buena dosis de endorfinas, ja, ja, ja.
¿Y romper el hielo con un chiste en una reunión muy seria?
Eso lo están haciendo los americanos. Es una buena forma de rebajar la tensión.
¿Qué es exactamente la risoterapia?
Es terapia de la risa. Sanación a través de la risa. Eso sería la definición, pero para mí la risoterapia es otorgar a la gente un rato lúdico, jocoso, para que se olvide de sus preocupaciones cotidianas.
Decía usted que es una terapia.
Sí, aunque la palabra terapia asusta un poco.
¿Por qué?
Porque nosotros no podemos hacer terapia en un taller que sólo dura dos horas. Podemos pasar un rato distendido pero hacer terapia lleva más tiempo. Nosotros no cambiamos a nadie su forma de ser porque es el ser humano el que decide cómo y cuándo quiere cambiar.
Pero lo que está claro es que la risa sana.
Sí, claro que sana. Hay gente que viene a la primera sesión con una gran timidez y vergüenza, pero a medida que se van despojándose de las capas de cebolla que esconden la risa, se van transformando.
¿Se ríen de la gente?
No. La risoterapia consiste en reírse con los demás, no de los demás. Uno de los primeros mensajes que lanzamos en los talleres es que la risa debe ser compartida. Pero lo primero que hay que hacer es reírse uno de si mismo.
¿En los talleres que ustedes organizan la risa puede llegar a ser falsa, fingida, poco natural?
A veces hay que forzar la risa con determinados ejercicios. Al principio es como una gimnasia. Si te viene una persona muy seria que no se ríe, no le puedes decir de entrada: ríete, porque no se ríe. Tienes que ir haciendo juegos con él hasta que va cogiendo confianza y se va relajando.
¿Usted cómo descubrió la risoterapia?
A través de un amigo. Fue una cosa muy simpática. Un amigo me dijo que en el Camino de Santiago había conocido a una catalana que le había hablado muy bien de la risoterapia. Y me dijo: Adolfo, tenemos que hacer risoterapia.
¿Y qué pasó?
Que yo comencé a hacer risoterapia y mi amigo, no. Por eso, yo siempre digo que el haberme metido en este mundo se lo debo a mi amigo Peru.
¿Cuándo sucedió eso?
En el año 2006.
¿Qué hizo para iniciarse en la risoterapia?
Estuve seis meses en una escuela de risoterapia que hay en Tolosa.
¿Le fue complicado aprender las técnicas de risoterapia?
No. Para mí fue bastante sencillo porque yo llevaba muchos años haciendo dinámicas grupales.
¿Por qué se decidió por la risoterapia?
Porque pensé que podía ser una buena herramienta para utilizar en los grupos que llevaba sobre el manejo del stress.
De todas formas, lo de la risoterapia es un hobby ya que usted se gana la vida en un centro foral para discapacitados mentales.
Así es. Hace unos años creamos una asociación, el Manantial de la Risa, a través de la cual realizamos talleres y otro tipo de eventos.