Barakaldo

Son pequeños, están en las aceras y se pueden encontrar en casi todas las calles de Barakaldo. ¿Qué son? No cabe duda que los pivotes y los bolardos, esos elementos que han crecido como champiñones sobre el cemento. Los hay de diferentes formas y materiales, y aunque a priori cumplen una función noble, como es evitar que los coches aparquen sobre las aceras o en doble fila, muchas personas claman al cielo por las molestias que generan, como ponen de manifiesto los escritos de queja que ha recibido el Ayuntamiento en los últimos años.

Cuantificarlos es materialmente imposible, aunque algunos ejemplos permiten poner de manifiesto la magnitud del fenómeno. La calle Juan de Garay, desde la avenida de la Libertad hasta Lasesarre, contabiliza 313 bolardos. La calle Arana, desde su inicio en Murrieta hasta el bidegorri, suma otros 63 en apenas 100 metros. Desde el puente de Llano hasta el parque de Lutxana hay 160, y en la recién urbanizada calle Sagarrasta se han colocado nada menos que 73. Los más problemáticos, sin embargo, suelen estar en los cruces y en las medianas, donde los conductores, sobre todo de vehículos de grandes dimensiones, sudan para batallar contra ellos.

El colectivo de los conductores de autobús es uno de los que sufre a diario este tormento. Ángel Pinto, uno de estos profesionales del volante, censura la política del Consistorio porque, a su juicio, los bolardos "entorpecen muchísimo nuestro trabajo y generan estrés". Asegura que parte de los golpes que tienen los vehículos que cubren trayectos por Barakaldo en los laterales son imputables a los pivotes "porque siempre hay alguna calle donde rozas con alguno".

En octubre de 2009, el comité de empresa de Encartaciones envió una carta de protesta al Ayuntamiento por la instalación de unos pivotes que separan los carriles de la avenida Miranda, a la altura de la parada de autobús. Después de observarlos llegaron a la conclusión de que "estorban más que benefician". Ha transcurrido un año y cuatro meses desde entonces "y el problema persiste", protesta Mariano San Martín, representante de los trabajadores. Hace solo unos días pasó por esta zona acompañando a un conductor y pudieron constatar el problema que provoca la delimitación de los carriles. "Había tres vehículos aparcados en la parada y el autobús no se pudo acercar a recoger a la gente, al final se tuvo que quedar en el carril de circulación frenando el tráfico que venía por detrás".

Además de la avenida Miranda, otros puntos negros para los conductores de autobús se encuentran al comienzo de la calle Aldapa y junto a las torres de San Vicente, zonas donde "si no andas ágil te toca hacer maniobras para no golpear contra los bolardos", apunta otro conductor.

César Madrazo conduce un vehículo de gran tonelaje y todas las mañanas acude puntual a entregar la correspondencia a la sede de Correos. Para acceder hasta la entrada trasera de la lonja, situada en la calle San Antonio, tiene que realizar un giro estrecho lleno de pivotes. "El problema no es que tenga que hacer maniobra. A mí me duele más que son de hierro y si le pegas a uno te cargas el camión", comenta enfadado.

Cerca de allí, los vecinos de la calle Arana han puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para protestar por la colocación masiva de pivotes. Opinan que el Ayuntamiento "se ha pasado cuatro pueblos" y que además "representan un obstáculo en caso de que haya una emergencia".

Los cuerpos de seguridad que patrullan por Barakaldo también se ven afectados por este fenómeno a la hora de desempeñar su trabajo. Así lo corrobora un agente con el que ha hablado DEIA y que ha relatado cómo ante llamadas de emergencia "hay calles, como Juan de Garay y Arrandi, que no sabemos dónde dejar el coche para que no moleste". En la parada de taxi del palacio de justicia Jesús lamentaba ayer que precisamente acababa de golpear un pivote en la calle Bizkaia y se le había salido parte del paragolpes. Su compañero Roberto cree que los bolardos sí son necesarios en algunas calles "pero en todas no". Este diario también se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento para recoger su opinión, pero no ha conseguido ninguna declaración.