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Metro Bilbao cumple 30 años

30 años en el corazón de Bilbao... y lo que queda

Treinta años dan para muchos viajes, muchas historias y miles de sonrisas compartidas bajo tierra

30 años en el corazón de Bilbao... y lo que queda

Hace 30 años, un 11 de noviembre de 1995, Bilbao inauguró algo más que un sistema de transporte. Nació una arteria subterránea que pronto se convertiría para los vecinos en símbolo de modernidad, orgullo y transformación. El Metro de Bilbao no solo conectó barrios, sino también personas, sueños y un futuro que la ciudad apenas empezaba a imaginar.

Aquella primera línea, que unía Bolueta con Plentzia, fue recibida con entusiasmo y curiosidad. Los bilbaínos descendían a las estaciones diseñadas por Norman Foster —impresionantes estructuras de luz y acero— y sentían que la ciudad caminaba hacia el futuro como otras grandes ciudades europeas. El característico “fosterito” se convirtió en un icono innato: una entrada a una nueva era que nacía desde el interior de la tierra y que era algo así como la metáfora de una ciudad que renacía tras décadas de industria y detalles en escala de grises.

El metro llegó cuando Bilbao más lo necesitaba. La reconversión industrial había dejado heridas profundas, pero también un impulso colectivo por reinventarse como ciudad y como sociedad.

Y en esa reinvención, el metro jugó un papel esencial. Gracias a él, la ciudad se reordenó; los barrios periféricos quedaron más cerca del corazón urbano, los trayectos cotidianos se acortaron, y la movilidad se volvió más humana y sostenible (sobre todo si miramos a lo que será el futuro de donde vivimos).

A lo largo de tres décadas, estos viajes han tejido una red invisible de historias: estudiantes que cada mañana van a clase, trabajadores que regresan a casa después de una jornada larga, familias que se reencuentran los fines de semana, turistas que descubren un Bilbao que sorprende, que es moderno y que es amable.

Un metro que conecta y mueve personas, y no solo desplazarse sino también convivir. El Metro de Bilbao ha sido mucho más que un medio de transporte y ha estado siempre en constante cambio, pero de una manera pausada y discreta. Ha acompañado la transformación urbanística, la recuperación de la ría, la expansión cultural con el Guggenheim y la regeneración de barrios que hoy disfrutan de nueva vida.

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Mirando al futuro, el reto es seguir avanzando con la misma visión: sostenibilidad, inclusión y tecnología al servicio de las personas. El metro se encamina hacia una nueva etapa, más verde y digital, con trenes automatizados, energías limpias y un compromiso firme con la accesibilidad total.

Porque la movilidad del mañana será también un acto de responsabilidad con el planeta y con las generaciones que vendrán.