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Sala de crisis, calabozos, galería de tiro: la Policía Municipal de Bilbao muestra sus entrañas con motivo de su aniversario

La institución policial celebra su 181 aniversario abriendo su comisaría central al público, en una jornada que permitió a mayores y pequeños conocer el día a día del cuerpo

En imágenes: La Policía Municipal muestra sus entrañas con motivo del 181 aniversarioJosé Mari Martínez

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La calle Juan Carlos de Gortázar, en el barrio bilbaino deMiribilla, presentaba este viernes una estampa diferente. Donde normalmente sólo se escuchan sirenas o el eco de los motores de los coches patrulla, familiashacían cola para entrar en la edificio central de la Policía Municipal de Bilbao. El cuerpo, que este año cumple 181 años de historia, decidió celebrarlo con una jornada de puertas abiertas para compartir con la ciudadanía el trabajo que realizan "en una sede que permanece en vigilia las 24 horas del día".

Desde el primer paso, el recorrido fue un viaje en el tiempo. Una fotografía en sepia de antiguos agentes daba la bienvenida junto a una breve muestra de objetos históricos: cascos de los años 50, carabinas de la policía forestal de 1920, correas, fichas de agente de 1850 y hasta antiguas multas escritas a mano. “Mira, los cascos con forma de orinal”, exclamaba divertida una bilbaina al reconocer uno de los viejos modelos de uniforme.

El centro de mando permite coordinar y vigilar las intervenciones que se realizan en la villa.

Una preparación enfundada

La visita, guiada por varios agentes, llevó a los asistentes por las entrañas del edificio, que comparte espacio con Bomberos y Protección Civil. En la planta subterránea, los visitantes accedieron a la galería de tiro, un lugar que normalmente sólo pisan los agentes en sus entrenamientos anuales. “Lo ideal es no tener que usar el arma en toda la trayectoria profesional”, explicaba uno de ellos, “pero es importante mantener la preparación”. Los niños observaban asombrados las dianas de blancos, el equipamiento y un decorado que simulaba la entrada de una vivienda.

Exhibición canina

El recorrido continuó por el garaje, donde los más pequeños pudieron subirse a los coches patrulla, accionar las luces y descubrir el equipo que viaja en cada vehículo: botiquines, señalizadores, conos y hasta "patucos" para los perros policía. Precisamente uno de esos canes, Nitro, un pastor belga del equipo de Inspección de Refuerzo Táctico (IRT), se llevó buena parte de la atención.Obediente y con energía desbordante, Nitro realizó una demostración de marcaje pasivo al detectar una sustancia ilegal. Como premio, su guía le permitió jugar con su mordedor, provocando el aplauso de todo el público.

Nitro sorprendió a los asistentes con diversas actuaciones junto a su guía policial.

Radiografía a la Sala de Crisis

“Es una visita pensada para niños, pero disfrutamos todos”, reconocía Silvia Fernández, que acudió con su hija Enara. “A mí me dan un poco de miedo los perros, pero ver cómo trabajan impresiona”, decía mientras su hija observaba fascinada un ariete y un martillo halligan.

La parte final del recorrido llevó al grupo hasta la sala de mando y control, auténtico cerebro del cuerpo. Desde allí, una veintena de pantallas muestra en tiempo real lo que sucede en distintos puntos de la ciudad. “Aquí coordinamos con Ertzaintza y Bomberos. La rapidez de comunicación es clave para gestionar emergencias”, explicaba un agente. En esa misma sala se activan los protocolos ante grandes eventos o situaciones excepcionales, como el Tour de Francia o la final de la UEFA.

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Antes de despedirse, los visitantes pasaron por el gimnasio, donde los agentes entrenan defensa personal y técnicas de intervención. “La formación constante es fundamental”, insistía uno de los monitores.

La jornada concluyó con un mensaje claro. La Policía Municipal está siempre al servicio del ciudadano. “Ante cualquier incidencia en la ciudad, llamar al 092. Nos encargamos de todo: tráfico, ordenanzas, seguridad, violencia de género…”, recordaba un profesional mientras los niños y niñas se despedían, con los ojos todavía brillantes de emoción, como el que acaba de vivir una aventura inolvidable.