Teniendo en cuenta que un 24% de la población de Bilbao son personas mayores de 65 años que en muchos casos viven solas, Surbisa puso en marcha el año pasado Etxea Gaztetu, un programa piloto que consistente en impulsar la convivencia intergeneracional. Se trata de que personas mayores de 60 años con viviendas infrautilizadas reciban una ayuda para rehabilitar y mantener su hogar a cambio de una compartir una habitación con un joven que busca alojamiento asequible y de calidad.

La primera edición de la iniciativa ha evidenciado que el número de jóvenes interesados en participar sobrepasa con creces al de personas mayores con voluntad de abrir sus viviendas: solo tres se inscribieron para satisfacer la demanda de 632 personas menores de 35 años. “Es verdad que parece poco, pero puede ser el punto de partida”, ha explicado Jon Bilbao, concejal de Regeneración Urbana. 

“La idea es perpetuarlo en el tiempo, pero ya nos ha dado unos indicativos”, ha reconocido el concejal sobre el programa con el que se ayuda a la rehabilitación de viviendas pero también ponen su “granito de arena” para combatir la soledad no deseada. En esa línea, ha apuntado que subvencionan parte de la rehabilitación que necesita hacer la vivienda de la persona mayor para que pueda ser compartida con un joven, que haya “empezado ya su recorrido vital, y esté estudiando y trabajando”.

A cambio de compartir esa vivienda por un alquiler “bajito” el dueño de la casa tiene unos beneficios: “tanto ayuda técnica para ver lo que hay que hacer como una subvención para acometer las obras”. Además, le proporciona unos ingresos medios mensuales de 300 euros que suponen una ayuda ante rentas más bajas. 

RETICENCIAS

Según ha apuntado Marta Ibarbia, directora de Surbisa, que no hayan podido cerrarse más que tres contratos responde a que “cambiar la forma de pensar de las personas mayores es complicado, tienen sus reticencias”. En ese sentido, ha reconocido que en un inicio tuvieron que escuchar frases como: “¿A quién me queréis meter en casa?”.

No obstante, ha revelado que gracias a la asistencia técnica se lleva a cabo “un emparejamiento de la persona mayor con la joven, haciendo entrevistas y buscando la adecuación”, lo que ha dado como resultado que tres personas accedan. En todo caso, ha aseverado que han sido más las personas mayores que querían participar, aunque no querían reformar su vivienda por lo que no han podido sumarse al programa.

“Si queremos caminar en cambios sociales o de mentalidad hay que darle más tiempo a la experiencia. Hay que ser optimistas para seguir trabajando”, ha considerado la directora de Surbisa, quien afirma que lo mejor sería que la gente mayor escuchara a otra gente mayor, “pero tienen reticencias a contar que han abierto sus casas: ya sea por soledad no deseada o porque necesita ingresos”.

En ese sentido, ha apostado por superar ese pudor buscando la forma de llegar a más personas mayores que, con ingresos de menos de 39.000 euros al año, podrían acceder a una ayuda mínima del 35% de la reforma (de Surbisa y del Gobierno Vasco) que podría ser de hasta 9.000 euros.