La odisea de John comenzó una semana antes de que emprendiera su viaje desde Bilbao hasta Marruecos. Un desconocido que se dispuso a ayudar a su mujer a subir unas escaleras con el carrito de su bebé le robó el teléfono, con todos los recuerdos en forma de imágenes y vídeos de su hijo, de un año de edad.
A la impotencia de ver como robaban a su mujer cuando estaba en un momento de especial vulnerabilidad, se sumó el intento de fraude por parte de los nuevos poseedores del teléfono. "Enviaban mensajes haciéndose pasar por Apple en el que me pedían el PIN a cambio de poder acceder a la ubicación", relata John a DEIA.
Harto de no poder hacer nada para poder solucionar esta situación, contactó con una chica llamada Cristina, quien había contado en redes sociales su experiencia recuperando su dispositivo en el país africano. "Tenía ganas de ir a Marruecos y se lo dije a Cristina. Ella me recomendó que no viajara solo, pero no me quedó otra opción", afirma el joven bilbaino.
Debido a que John no sabe hablar ni inglés ni árabe, le pidió a un amigo marroquí que le redactara una carta para poder desplazarse por el país con mayor facilidad. La señal de su Iphone le llevó hasta Marrakech. "Llegué hasta una comisaría y ahí me dijeron que mi teléfono estaba en un pueblo llamado Ben Guerir, a una hora en coche", señala John.
Al llegar a la localidad donde se suponía que estaba su móvil, el bilbaino se encontró con varias tiendas de dispositivos electrónicos juntas, lo que dificultaba mucho la búsqueda. Pidió ayuda a tres agentes de la policía local, pero no pudieron dar con el teléfono debido a la gran cantidad de productos que estaban a la venta. "Ahí di el móvil por perdido. El navegador no me daba una localización exacta y acepté que nunca iba a recuperarlo", sentencia.
Sin embargo, su suerte dio un vuelco cuando recibió una llamada desde la comisaría. Los policías le dieron la mejor noticia posible: habían localizado su Iphone aunque había sido vendido a una mujer hace algunos días.
Una vez que tuvieron todos los datos de la compradora, certificaron que vivía en Casablanca, a unas tres horas de viaje. Debido a la distancia, los policías acordaron verse con ella al día siguiente, poniéndole como excusa que necesitaban revisar el teléfono ya que contenía documentos policiales importantes. Por lo tanto, John tuvo que pasar la noche en Ben Guerir.
Al día siguiente, cuando al fin pudo ver el móvil lo reconoció al instante. Al trabajar en una tienda de productos electrónicos, tenía una forma especial de colocar el cristal protector, tal y como lo había adherido a la pantalla del teléfono de su mujer.
Finalmente, pudo recuperar el dispositivo. Sin embargo, al no poseer copia de seguridad, no rescató aquello que le había hecho viajar más de 1.600 kilómetros. Las imágenes de su hijo habían sido borradas sin posibilidad de recuperarlas.