Difícilmente olvidará Natxo López la madrugada del pasado 23 de julio. Sobre la medianoche, sufrió “una caída tonta, casi en parado” cuando pilotaba su motocicleta. Se fue a casa dolorido, pero sin saber aún que se había roto el peroné. Con todo, lo peor estaba por llegar. Un par de horas después, recibía una llamada en la que le anunciaban que algo había ocurrido en el Restaurante Kasko, del que es gerente. Pese a las fuertes molestias, se acercó a la calle Santa María, en el Casco Viejo bilbaino. Y el panorama que se encontró fue desolador. Un incendio, al parecer originado por una avería eléctrica, calcinó el coqueto local, que quedó totalmente ennegrecido. El fuego también se cebó con las cuatro esculturas que, desde su inauguración en 1996, engalanaban el establecimiento. Cuatro piezas que representaban a otros tantos peces de Dora Salazar, la artista navarra –aunque afincada desde hace décadas en Bilbao– autora de célebres obras como la que homenajea a las sirgueras a orillas de la Ría. Cuatro lámparas decorativas que, resurgiendo de sus cenizas, se encuentran ya en la última fase de su restauración y que simbolizan el renacer de un restaurante que pronto reabrirá sus puertas y en el que el arte tiene una marcada presencia desde su misma gestación.

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Las imágenes del restaurante Kasko del Casco Viejo de Bilbao tras el incendio Oskar González

“El restaurante lo diseñó Emilio Puertas, el arquitecto que dirigió la reforma del Mercado de la Ribera”, apunta el gerente del Kasko. Para el techo, de color azul, proyectó una especie de olas que evocaban un paisaje marino. Y cuando se le encargó a Dora Salazar la realización de unas lámparas, la ya por entonces renombrada escultora optó por hacerlas en forma de pez. “Son piezas muy representativas de aquella época suya, hechas con ruedas de bicicleta, latas de conserva… Fue la primera artista en reciclar desde los años 80”, explica López. “Originalmente tenían dentro fluorescentes, luego bombillas y finalmente lámparas led”, añade.

Aquel día de infausto recuerdo, el fuego hizo elevar la temperatura hasta los 800 grados en el techo del restaurante, la zona donde se concentró el calor. “Todo lo que estaba en la parte superior quedó destrozado, incluidos los peces, que estaban para tirar”, recuerda el gerente. Pero la empresa Vascolor, encargada junto a Horbisa de la rehabilitación del local, los salvó de la quema: “Fueron Gaizka García –dueño de ambas compañías– y su equipo quienes, de motu proprio, se ofrecieron para restaurarlos. Primero les quitaron el óxido y luego aplicaron una serie de productos para preservar el metal. Ahora solo falta darles una capa de vinílico que los proteja del óxido, pero los han dejado como nuevos”.

Detalle de una de las piezas de Salazar, ya restaurada. Markel Fernández

Las lámparas de Dora Salazar no son el único elemento artístico que quedó dañado y ha tenido que ser reparado. También ha ocurrido lo mismo con el espectacular mural pintado por los prestigiosos hermanos Roscubas, Fernando y Vicente, que presidía la zona de bar. O con la propia barra, de 15 metros de largo y realizada en acero corten, “como el del Palacio Euskalduna”, que presenta un aspecto oxidado, pero con una composición que le protege de la corrosión. “Parece un submarino, debajo de las olas del techo y de los peces”, esboza López. Eso, sin olvidar el piano con el que un músico amenizaba asiduamente las veladas en el Kasko y que fue pasto de las llamas. “Habrá que hacerse con otro nuevo”, dice resignado.

En definitiva, ha habido que “hacer un restaurante nuevo, hacer una limpieza total de paredes, madera, suelos, techos, descontaminar por dentro los tubos del aire acondicionado…”. Más allá del destrozo causado, están las perdidas ocasionadas por tener cerrado el restaurante durante tres meses: “No se pueden cuantificar, es imposible. Hemos perdido todo el verano, teníamos completo para toda Aste Nagusia y muchas reservas incluso para septiembre”. Al menos, se han encontrado con el respaldo de los 16 trabajadores. “La plantilla se ha portado de diez, han ayudado en todo lo que han podido. Y aunque están en ERTE, nadie ha pedido la cuenta, van a volver todos”, remarca el gerente.

En un tiempo récord, a la vista de los daños, el local ve la luz al final de un túnel lleno de hollín. En breve, Natxo y sus socios, Lorenzo y Leonor, lo reabrirán. Como aperitivo, el 30 de octubre se celebrará una fiesta de bienvenida del nuevo Kasko, con actuaciones y sorpresas. Y allí estarán también los peces de Dora Salazar. Impolutos. Como si nada hubiera pasado.