Tras su paso por varios colegios e institutos, el profesor David Fuentes afirma que, lejos de lo que se pudiera pensar, en el Centro Formativo Otxarkoaga “hay menos acoso escolar en los pasillos” que en otros. “Las chicas y chicos no son tan crueles. Como ellos también tienen su mochila atrás y su bagaje, sus defectos y sus virtudes y las muestran así al centro, también entienden los de los demás y los tratan de iguales. Eso es lo que yo he sentido”, comparte.
Respecto al apuñalamiento de una menor a manos de otra a las puertas de un colegio bilbaino el pasado mes de abril, este docente reconoce su inquietud. “Todos estamos un poquito alerta por lo ocurrido en el barrio de Santutxu y por eso es muy importante estar presente o involucrarse con el alumnado, sobre todo de este tipo. Implicarse no solo en las cosas que pasan en el aula, sino también conocer que está pasando más allá, con su familia, en su entorno, con sus amigos, con las personas con las que socializa, porque a veces esos problemas que se generan fuera del aula indiscutiblemente también están relacionados con lo que pasa aquí”, argumenta.
Por ello, concluye este docente, “los profesores de Otxarkoaga tenemos esa preocupación por entender al alumno con toda su realidad social y atenderla no solo en el aula, sino también con lo que ocurre fuera para que no nos cojan por sorpresa ese tipo de acontecimientos”.
Acoso o ‘ciberbullying’
A Karmele Barañano, que ha ejercido como profesora durante 17 años en el instituto Martín de Bertendona, también le “preocupan mucho” las agresiones entre adolescentes, como la sucedida en Santutxu.
Como reflexión, dirige su mirada hacia la forma en la que entablan relaciones algunos jóvenes. “Igual es verdad que no tienen tanta relación social. Muchos están muchas horas encerrados consigo mismos e interactuando a través de las redes sociales. No sé si eso puede influir en la manera de relacionarse, pero yo creo que se necesita muchísima ayuda y necesitamos también unas directrices claras con todo el tema de los móviles porque seguramente detrás de algunos casos haya acoso o ciberbullying”, aventura. Aunque la agresión que tuvo lugar en Santutxu pudo estar motivada, según se especuló en su día, por una cuestión sentimental, la docente destaca que, sea cual sea el detonante de este tipo de sucesos, “a través de los móviles se alimentan mucho el odio y la rabia”.
En la entrada del instituto Bertendona un gran letrero recuerda a los alumnos que no pueden utilizar sus móviles en el centro. Sin embargo, para atajar su uso en horario escolar y el ciberacoso, “que supone un grave problema”, Karmele echa de menos “una normativa única para todos los centros porque, dentro de la autonomía de los centros cada uno hace su normativa como puede o sabe, pero no sé si es lo mejor. Si desde arriba nos pusieran las cosas muchísimo más claras y todos lleváramos un mismo camino, igual nos sería más fácil”, comenta.
Faltas de respeto, conflictividad en el entorno escolar... La preocupación es recurrente, pero cabe preguntarse hasta qué punto hay más casos de acoso o se visibilizan más. “Hace años estaba más oculto, no se denunciaba tanto, pero seguramente había. Lo que pasa es que hoy en día, aparte de que hay más sensibilidad en los centros, con las redes sociales continúa fuera de los mismos y eso hace que la bola se haga más grande e intervengan más personas”, explica. De móvil en móvil el acoso se amplifica y puede derivar en peleas físicas. “Todos tenemos un límite y llega un momento en que no se van a su casa y descansan, sino que siguen recibiendo mensajes y siendo acosados. Además, a través de las redes llega a más personas y se va extendiendo. Eso hace que la sensación sea de que hay mucho más que antes, que probablemente lo haya, pero muy alimentado también por las redes sociales y su mal uso”, insiste.