Está ahí, solitario, incólume, solo visitado por sintechos que ocupan a menudo tanto su acceso por la calle Esperanza como la pasarela aérea que lo conecta con los campos de Mallona. El ascensor de Begoña, ese transporte vertical que llama la atención a todo el que se fija en él, cumplirá en julio una década parado y anhelado por los vecinos de la zona alta de Bilbao.

Diez años huérfano de clientes como consecuencia de un proceso judicial perenne alimentado por la sociedad mercantil que ostentaba su concesión y el Gobierno vasco, heredero de un servicio obsoleto y cuya gestión tiene que ser municipal y no de Lakua.

La bella estructura del ascensor de Begoña permanece impertérrita con una década sin uso tras cerrar en julio de 2014, como se recoge en esta fotografía. OSKAR GONZALEZ

Todo empezó a finales de 2013 cuando la sociedad explotadora del transporte desde julio de 1947, Ascensores a Begoña S.A., comunicó al Ejecutivo de Gasteiz que la falta de rentabilidad del negocio le llevaba a rescindir unilateralmente el servicio. La apertura años antes de la estación del metro del Casco Viejo y el elevador gratuito que le hacía la competencia llevó a la mercantil a tomar esta decisión drástica. A pesar que Lakua inició conversaciones para llegar a un arreglo económico y se suspendió en febrero de 2014 una primera clausura, finalmente las posiciones enfrentadas abocaron al cierre el 8 de julio de 2014.

Entonces se inició un proceso judicial alimentado por las dos partes: la privada buscando el máximo rendimiento económico a su salida del negocio y el Gobierno vasco defendiendo el interés público como demostraron hasta tres directores de Transportes diferentes del PNV y el PSE que han tenido, y tienen, que lidiar con este problema enquistado.

Vecinos protestando por el cierre ocurrido en julio de 2014. J. M.M.

Los argumentos por ambas partes eran claros. Desde la sociedad concesionaria decían que el Ejecutivo le había ahogado en pérdidas económicas que hacían inviable el negocio al que se había comprometido durante 99 años, es decir, hasta 2046. Desde Lakua argumentaron que carecía de cualquier responsabilidad ante las acusaciones de la mercantil y, es más, la culpó de romper de forma unilateral el acuerdo histórico que le permitía la explotación del servicio.

Todo ello trabajando los abogados de ambas partes con un pliego de condiciones de los años 40 del pasado siglo, en plena época franquista, que no recogía, por ejemplo, cláusulas de rescisión en caso de incumplimiento que hubieran recortado en el tiempo todo el litigio aún vivo. La situación la llegó a definir, en 2016, el entonces concejal de Movilidad, Alfonso Gil, como “limbo jurídico”.

Sustituto

Mientras tanto, la clausura del transporte vertical obligó a tomar diferentes decisiones en beneficio de los usuarios que, aunque cada vez menos, todavía mantenía el elevador a su cierre.

Así, el Consorcio de Transportes de Bizkaia (CTB) y el Gobierno vasco llegaron a un acuerdo con el fin de implementar en Metro Bilbao unos nuevos billetes para que los usuarios huérfanos de elevador pudieran utilizar los ascensores que conectan la estación de Casco Viejo del suburbano con la zona alta de Calzadas de Mallona. Fue, y es, un remedio para no dejar sin el servicio a los habituales del viejo transporte vertical y que durante los primeros meses supuso que incluso ampliara su clientela.

Otro momento clave fue el desprendimiento de varios elementos de la estructura de hormigón que en su caída impactaron en algunas de las viviendas que se levantan por debajo del ascensor. Ante la imposibilidad de que la empresa responsable se hiciera cargo de las reparaciones tuvo que actuar de oficio y de forma subsidiaria el Ayuntamiento a través de su sociedad, Surbisa. Supuso que durante el verano y el otoño de 2019 la torre y la pasarela se vistieran con andamios para ejecutar los trabajos. Cerca de medio millón de euros, que debería costear la propiedad ante su falta de mantenimiento.

Tras diferentes recursos, estudios e informes por ambas partes, en julio de 2018 el Tribunal Supremo dirimió a favor de la concesionaria imputándole a la Administración pública la culpa de que el negocio no pudiera seguir adelante.

La sentencia aseguraba que Lakua no hizo nada por evitar las deudas de la concesionaria ya que le hacía responsable de la pérdida paulatina de la rentabilidad económica.

Después de esta sentencia, en la que también se le condenaba al pago de las costas al Gobierno vasco, se prolongó un periodo de negociaciones hasta que hace casi dos años el consejero Iñaki Arriola firmó una orden para rescindir la relación con la mercantil y rescatar la concesión que abrió otro episodio jurídico que aún está por finalizar.

Origen del transporte vertical

Una historia que iba para un siglo de vida

Inaugurado el 31 de julio 1947. Su origen se remonta a antes de la Guerra Civil pero la falta de hormigón tras la contienda retrasó su construcción hasta 1945. Dos años después se estrenaba para salvar los 45 metros de altura que distan entre la calle Esperanza y los campos de Mallona a los cuales solo se podía subir a través de las calzadas del mismo nombre. El arquitecto Rafael Fontán fue el diseñador del elevador siguiendo modelos de ascensores suizos similares que se construyeron a principios del siglo XX.

Concesión para 99 años. Como ocurría entonces, aunque la titularidad era pública, el elevador funcionaba bajo una concesión otorgada por 99 años a la sociedad mercantil Ascensores de Solocoeche, que en 1953 cambio su nombre a Ascensores a Begoña S. A., la cual explotó desde entonces el servicio hasta que decidió cerrarlo motu proprio hace una década arguyendo las pérdidas económicas acumuladas.

Arquitectura de prestigio

El vigía que se observa desde muchos lugares

Un hito de modernidad. Su peculiar perfil lo identifica desde casi cualquier lugar de su entorno. Es un hito arquitectónico con una referencia a la estética maquinista adoptada por la modernidad de los grises años 40 que contrasta sin duda con la arquitectura previa que existía la ciudad. El diseño de Fontán le aporta la imagen de un faro que se enseñorea sobre el Casco Viejo dispuesto siempre a alumbrar la ciudad, aunque no sea su función.

Dos elevadores rodeados de hormigón. La columna hueca de hormigón armado que rodea las dos cabinas suma 50 metros de altura. Las paredes verticales a la vista cuentan con modulaciones mediante hendiduras horizontales. Una pasarela horizontal superior apoyada sobre una estructura muy ligera compuesta por vigas y pilares se apoya en la ladera incluyendo una viga vertical en celosía. Ese recorrido aéreo cuenta con una zona abierta y otra cubierta que resguardaba de viento y lluvia a los usuarios mientras esperaban al elevador.

Una pieza a poner en valor

Una estructura con un gran futuro

Querido por los bilbainos. No hay botxero alguno que no observe su silueta especial y lo identifique a la primera. Es más, la ciudadanía de la villa lo tiene asumido como un elemento especial del paisaje urbano que le dota de una personalidad única. La razón es que quizás sea uno de los últimos recuerdos presentes que identifica también a ese Bilbao industrial del pasado siglo que ya solo queda en la memoria de los más veteranos.

Sorpresa para los turistas. Sin duda, el personal que atiende a los visitantes en la oficina de turismo de Bilbao habrá sido cuestionados más de una vez por el ascensor de Begoña y si podrían utilizarlo. Y es que su potencial como atractivo turístico es brutal. En un viaje vertical que no llega al minuto, el visitante se puede plantar en una atalaya perfecta para observar la parte vieja de la ciudad y cómo el Ensanche toma la orilla contraria. Cuando se reactive, será otro elemento destacado en las guías turísticas.

Tras cerrar el litigio

Recuperación y traspaso al municipio

Próximos años. Con el panorama judicial despejado, el próximo Ejecutivo vasco empezaría otro proceso que se antoja prolongado para entregar el elevador al Ayuntamiento de Bilbao. Lo primero sería ejecutar la reversión de la propiedad por parte de la concesionaria. Después, hay que inspeccionar cómo se encuentra la especial arquitectura que contiene el elevador por si fuera necesario realizar alguna reforma y si la maquinaria está en condiciones de uso, aunque si se quiere poner en funcionamiento un nuevo ascensor casi con toda seguridad habrá que sustituirla.

l Su posterior uso gratis. “Vamos a dejar en condiciones el ascensor”, indican desde Lakua. Finalmente se tendrá que trabajar con el Ayuntamiento en la redacción de un convenio que oficialice el traspaso definitivo del transporte vertical y abrirlo de nuevo al público. La intención municipal siempre ha sido que después su uso no cueste un céntimo al usuario.