Su evolución a lo largo de estos años, la situación actual que vive el palacio tras los duros meses de pandemia, sus retos futuros... La directora del Palacio Euskalduna, Nerea Lupardo, repasa la actualidad de la infraestructura congresual y cultural en vísperas de la celebración del 25 aniversario desde su inauguración.

25 años no se cumplen todos los días. ¿Cómo resumiría la evolución del Palacio en este tiempo?

La decisión estratégica de 1992 de abordar la regeneración de la ría fue un acierto. Aquella apuesta por el crecimiento económico y social, y un cambio urbanístico nos ha llevado a un proyecto que era necesario. Euskalduna se ha convertido en un barco de negocio empresarial que, sin olvidar su carácter público, sigue trabajando por aquellas líneas originarias.

El propio edificio ha cambiado mucho: su exterior, la ampliación, la accesibilidad interior... ¡Hoy la gente no se pierde por las escaleras!

Y eso que tener cuatro o cinco eventos, con una aforo de 4.200 personas que se cruzan entre sí, no es sencillo. Se ha trabajado para que esos flujos de público tengan las garantías de seguridad y de espaciales necesarias.

¿Cómo lo van a celebrar?

Teniendo muy en cuenta, y así lo haremos mañana, a todas esas empresas y profesionales que siempre han estado ahí, haciendo que esto sea un proyecto viable. Seguiremos con sorpresas y con actos durante todo el año; tendremos eventos prácticamente todos los meses para que el público se acerque un poco más. Y terminaremos con un acto social importante de celebración.

Los cumple, además, con unos resultados excepcionales en 2023.

Han sido unos resultados muy buenos. Nuestro objetivo era volver a recuperar lo antes posible la gestión de fondos propios que ha sido siempre el modelo de gobernanza de Euskalduna. Y no solo lo hemos cumplido sino que hemos sido capaces de superar cifras que para nosotros eran referenciales, de 2018 y 2019. Eso es bueno no solo para Euskalduna sino para todas las empresas que trabajan para nosotros –hablamos de casi 500 empleos sostenibles–, para las arcas de la Diputación, la aportación social de más de 100 millones de euros... A todo ello habría que sumar el impacto en cuanto turismo de negocio y a lo que ha aportado al sector de la restauración, hostelero y de servicios.

¿Y cómo se presenta este 2024?

Con unos buenos objetivos de ingresos y un buen nivel de congresos y de actividad cultural. Aquí ya estamos pensando en 2025 y 2026 porque los eventos se realizan con un año y a veces dos de antelación; apuntan buenas maneras y eso es muy buena señal en el crecimiento económico que podemos prever para el entorno.

“Tirando de bilbainada, tendríamos que tener como objetivo superar las cifras récord de 2023”

¿Se podrán repetir esas cifras?

Dicho a modo de bilbainada tendríamos que tener como objetivo superarlas, pero las de 2023 son récord. Tenemos que tener siempre ese afán de superación.

¿Qué retos afronta?

Seguir siendo un generador económico y de empleo para el entorno, y trabajar los conceptos de sostenibilidad y de eficiencia. Sin olvidarnos que hay un apartado internacional que es relevante para nosotros porque visibiliza la imagen de Bilbao y de Bizkaia en el mundo y traen mucha riqueza al territorio.

¿Qué porcentaje representan los congresos internacionales?

Aunque suenen a pocos, los siete congresos internacionales que tuvimos el año pasado tuvieron, en aportación económica, un 41% de peso.

¿Se ha hecho un nombre Euskalduna a nivel internacional?

Ya en 2003 recibimos el premio al Mejor Palacio del Mundo. Cuando mantenemos reuniones con palacios como el de Berlín, Dinamarca, Roma o París, muy relevantes, la arquitectura que representamos y la aportación ya consolidada de 25 años cala profundamente. No es tan sencillo, ni está tan normalizado, hablar de palacios accesibles, de planes de igualdad y diversidad, de cultura inclusiva... Euskalduna ha sido pionera en muchas medidas.

¿Tienen en mente nuevas obras de reforma o ampliaciones?

Estos resultados nos han dado algo de pulmón financiero y haremos adecuaciones de exteriores, en el ámbito de la digitalización, de la eficiencia y la sostenibilidad... Van a ser tan evidentes que cualquiera que pase por los alrededores se podrá dar cuenta. No solo se van a ver sino que se van a disfrutar.

“Los congresos internacionales, siendo siete, tuvieron un peso del 41% en aportación económica”

¿Cómo ve el palacio dentro de otros 25 años?

Como un lugar que sigue manteniendo en el tiempo los objetivos fundacionales con los que nació, de ser un elemento de tracción social y de servicio público a las empresas y a la cultura. Pasen los años que pasen tiene que ser una filosofía inquebrantable. Y que ha ido adaptándose en el tiempo a las nuevas necesidades.

¿En qué situación se encuentra actualmente?

Estamos en un buen momento que no esperábamos tan rápido. Después de 2021 había una sensación leve de que íbamos a recuperar la presencialidad, pero no de forma tan rápida, entusiasta y buena. Nos ha llevado a prácticamente todos los centros de cultura y de congresos a unos resultados históricos.

¿Ha sido difícil?

La pandemia fueron meses de un parón absoluto y no se sabía cómo iba a evolucionar luego la respuesta del público.

Hubo un momento en que se llegó a poner en entredicho el futuro de los encuentros presenciales.

Cierto. De hecho, nosotros sacamos un producto híbrido para facilitar la doble versión: presencial para las personas que querían y respetar a aquellas que querían seguir conectándose en remoto. No son excluyentes; la primera puede resultar útil pero los negocios necesitan una parte inevitable de contacto humano.

¿Ha variado el modelo?

Puede haber una evolución pero no creo que tenga que ver con la pandemia. Ahora se busca más tiempo de conexión con las personas y convertir el evento en una experiencia respecto a los congresos tradicionales.

“Ahora se busca más tiempo de conexión con las personas y convertir el evento en una experiencia”

¿Euskalduna ha sabido adaptarse?

Prácticamente se ha reinventado porque de ser un palacio de cultura y de congresos donde se podían mover hasta 4.200 personas vivió un parón de actividad.

¿Cómo lo ha hecho?

Suena a clásico pero gracias a un equipo profesional con experiencia, con conocimiento de los clientes y de sus expectativas, con una preparación arquitectónica y técnica del propio edificio, la versatilidad que ofrece el espacio... Euskalduna es un palacio de congresos urbano bien conectado, con unos espacios verdes, con la ría cerca y una ciudad que ofrece unos servicios fantásticos. Queremos dar un buen servicio para que la gente repita en sus viajes de turismo.

¿Qué se pide a un congreso hoy?

Una secretaría técnica cualificada, unos profesionales que sepan dar una respuesta rápida, un seguimiento personalizado del congreso y opciones para que ese congreso se convierta en una experiencia.

¿Hay ámbitos que mejorarían el posicionamiento del palacio?

Tenemos áreas de mejora a través de inversiones arquitectónicas propias porque este palacio tiene una magnífica conservación, pero son 25 años desde que empezó su andadura: arquitectura sostenible, digitalización, eficiencia energética... Cuando un cliente demanda, y cada vez es más habitual, que un congreso tenga un control de emisiones o de residuos, o que sea un evento sostenible con la totalidad de elementos reciclables o de kilómetro cero, tenemos que ser capaces de dar una respuesta. O ser accesibles no ya solo a nivel arquitectónico.

El sector cultural está viviendo un momento dulce.

Se lo merecía porque ha vivido un momento muy duro. La gente nos ha demostrado que tiene muchísimas ganas de ocio y de una oferta cultural en la que pueda elegir. Esa recuperación anímica y social es fantástica; la cultura es un elemento importante de crecimiento socioeconómico y de identidad.

¿Qué tienen en mente al organizar la programación cultural?

El sello Euskalduna busca siempre una cultura de calidad, sorprendente, teniendo en cuenta las características del espacio, privilegiado a la hora de ofrecer acústica. Es un escenario con una amplitud enorme donde se pueden hacer eventos que no caben en otros lugares: una buena temporada de ópera, sinfónica... Queremos explorar todas las opciones culturales y, sobre todo, que todos los sectores se sientan representados.