Aunque la temperatura media en invierno haya aumentado con el paso de los años, el frío que sigue haciendo invita a entrar en calor comiendo unas castañas. Fran Otero es el último castañero en activo nacido en Bilbao, lleva más de 27 campañas al frente de la producción y la venta de castañas durante los meses de invierno en los diferentes puntos de Bizkaia. “Me da mucha nostalgia ser el último castañero nacido en Bilbao”, explica Fran. Es un sentimiento que tiene porque ha conocido a todos los castañeros que habían y que se han retirado. El hecho de ser el último lo contempla como “una forma de ser diferente a los demás por elegir algo único y exclusivo”.

La madre de Fran, Milagros Baranda, lleva más de 43 campañas y después de más de cuatro décadas entre castañas, recuerda que hace años se vendían más castañas porque “costaban menos dinero y también había menos variedad en cuanto a los que se podía ir”. En la actualidad la clave del éxito según Milagros es la forma en la que tratan la materia prima. “Nosotros mimamos las castañas”, confiesa Milagros. 

El futuro de la familia Otero está garantizado, al menos, otros treinta años gracias a la siguiente generación. La hija de Fran, Paula Otero, comenta que aunque esté estudiando, cuando empezó a hablar ya demostró su amor por las castañas. “Mi primera palabra fue castaña”, expone Paula, quien además de ayudar en el negocio familiar es influencer con casi 12.000 seguidores en su cuenta de Instagram. Después de 27 años entre castañas, Fran recuerda el momento en el que empezó vendiendo castañas y la forma en la que fue desarrollando sus habilidades. “Fran era un buen estudiante pero no quiso seguir”, comenta Milagros. A lo que Fran replica entre risas que: “era buen estudiante pero usaba el ingenio para hacer las castañas”. Al final, por un lado u otro, es un negocio familiar en el que todos se encuentran involucrados.

OLOR A CASTAÑAS

El característico olor de las castañas que se respira en las calles atrae a mucho público, a lo que Fran añade que tiene que “ofrecer un buen producto y ser amables a la hora de tratar con el cliente”. Inevitablemente, después de tantos años en activo dentro de una de los emblemáticas locomotoras que llegan en invierno, Fran recuerda de cada campaña la ilusión con la que familias, parejas o personas que simplemente pasan por el lugar se acercan al puesto para pedir una docena de castañas. 

En cuanto al mito existente de que dentro de un puesto de castañas no se pasa frío, la familia Otero lo desmiente. “Las ventanas están abiertas e inevitablemente viene el frío y el viento”, argumenta Paula. Milagros conoció las máquinas que funcionaban con carbón. “Cuando eran de carbón, no pasabas frío”, matiza Milagros. Al frío invernal se le suma los días en los que no hay apenas movimiento. “Cuando las tardes son largas estás intentando hacer cosas dentro de la locomotora para que se te haga más ameno”, especifica Paula. “En caso de no poder estar ocupado se tira de teléfono”, cuenta Fran. Cuando él empezó la tecnología no estaba tan avanzada como en la actualidad, por lo que “cuando no había ni teléfono ni gente, deseabas irte a casa”.

Las autorizaciones disponibles para este año comenzaron el 10 de octubre y estarán disponible hasta el próximo 17 de marzo. Una vez se haya finalizado la campaña, Fran espera “cerrar la campaña en marzo/abril y poder descansar”.