La Seguridad Ciudadana es uno de los elementos básicos para disfrutar de un buen Santo Tomás. Por eso el despliegue policial, tanto de la Ertzaintza como de la Guardia Local, siempre es especial y más numeroso como los miles de visitantes a la feria pudieron comprobar este jueves.

La presencia de agentes uniformados de ambos cuerpos policiales fue profuso y se pudieron ver por toda la zona festiva a lo largo de la jornada festiva. Vehículos policiales en las entradas al recinto festivo, en la plaza Erkoreka y en la calle Navarra, vigilaban tanto que los vehículos que accedían tenían permiso para ello como al personal que llegaba en manada a comer un talo o comprar productos del agro vizcaino.

Camuflados entre el gentío, efectivos policiales de paisano también escrutaban la presencia de carteristas y ladrones al descuido que aprovecharon las aglomeraciones, sobre todo a partir de la una del mediodía, cuando más personal se agolpó en la zona de las txosnas para protagonizar el picoteo de pie y el trago de sidra o txakoli. Fue el escenario oportuno para los cacos y a pesar de que ya muchos transeúntes tomaron medidas de precaución para evitar el hurto de carteras o móviles siempre hubo quienes se descuidaron y fueron víctimas de estos robos sin violencia.

Hurtos de forma mayoritaria

Al cierre de esta edición, fuentes policiales del Ayuntamiento de Bilbao no tenían concluido el listado de denuncias efectuadas tanto ante la Policía Municipal como ante la Ertzaintza pero esperaban que fueran menos que las registradas en el pasada feria de Santo Tomas.

Hace un año se denunciaron 34 delitos ante la Guardia local desde las 6.00 horas del 21 de diciembre a las 6.00 horas del día 22, de las cuales una docena se correspondieron con hurtos y ocho con desavenencias o molestias.

Los agentes municipales también vigilaron la presencia de vendedores ambulantes ilegales y actuaron en varias ocasiones sobre todo para evitar la venta de muérdago. Desde primera hora de la mañana surgieron más de una docena de personas de diferentes orígenes que ofertaban ramilletes de esta planta, unos de forma más oculta en sacos de plástico negro, otros exponiéndolos sin rubor a un precio de tres euros, cinco si el comprador adquiría dos.

Su venta ilegal supuso que varios de ellos salieran corriendo ante la presencia policial y otros perdieran su producto tras el requiso efectuado por los agentes municipales.

También funcionó de manera precisa el dispositivo de atención sanitaria ubicado en la trasera del Ayuntamiento de Bilbao donde la Cruz Roja desplegó un hospital de campaña y estacionado dos ambulancias. Dispositivos móviles que actuaron varias veces a lo largo de la jornada como pudieron oír y presenciar los viandantes por el recinto ferial. Los bomberos también apostaron dos unidades en el mismo lugar para acudir a cualquier siniestro que pudiera ocurrir.