La mañana no ha sido fácil para el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto. A pesar de estar acostumbrado a recibir muchos aurreskus, "es mucho más especial ofrecerlos a tu pueblo", indicaba desde primera hora. Mientras miles de familias y amigos de toda Bizkaia se preparaban con ropa deportiva para acudir a pie o en bici a la tradicional misa del Día de la Virgen y visitar a la Amatxu, el primer edil se reunía en una de las salas del Ayuntamiento con el dantzari Ramón Bañuelos.

 “He dormido mal”, confesaba el regidor a su amigo. El alcalde de la villa lleva casi tres años con ligeras molestias en la cadera propias de una operación. Sin embargo, Bañuelos, que ha sido fiel instructor del primer edil desde el primer año, apelaba a la “tranquilidad”. Llevan un par de ensayos esta semana y alguno que otro más en los últimos meses. El último ha sido antes de subir a la imponente basílica. “Ha sido un último repaso para calmar los nervios, pero quizás los ha avivado más”, confesaba el profesor que mezcla tanto pasos “concretos como variados”.

 Los entrenamientos con el alcalde han sido breves, pero satisfactorios y Aburto tiene un muy buen dominio sobre los tres aspectos a tener en cuenta: “ritmo, cadencia y pasos”, expone Bañuelos. De tanta práctica de un año a otro “no hacía falta ensayar, pero lo hemos hecho para asegurar”, expresaba.

En cuanto a los problemas de cadera defendía “no va a saltar mucho, pero es incuestionable su insólita voluntad y persistencia por estar presente en este aurresku”, defiende el instructor bilbaino Ramón Bañuelos, quien recordaba asombrado cuando el primer edil tuvo problemas con el abductor. “Vino un masajista, salió y lo defendió”, rememoraba. Fue el año 2015 cuando Aburto se estrenó como dantzari, antes “no había bailado ni en el día de su boda”. Camino a visitar a la Amatxu de Begoña, Bañuelos daba un último consejo a Aburto: “disfruta del baile”. “Tengo a Bilbao y a todas las personas de Bilbao en la cabeza”, no podía sacar de su mente, por su parte, el primer edil, en esos momentos de nerviosismo.

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El aurresku de honor en Begoña puede parecer un mero gesto más de protocolo, pero su simbolismo es mucho más profundo. Una autoridad que realiza un baile en respeto a la Virgen y a sus habitantes. Hace 28 años que se recuperó la coreografía tradicional del aurresku de Begoña. Fue el fallecido Jon Pertika, fundador del grupo de baile Beti Jai Alai, quien la extrajo del cuadro Un aurresku en Begoña trazado por el ilustre pintor de la época Jenaro Pérez de Villaamil. Han pasado 181 años y una tradición con tanta historia pone nervioso a cualquiera. Incluso al propio alcalde.

Finalmente, los aparentes nervios no han sido rémora para el primer edil que ha dado rienda suelta a los pasos tradicionales de baile y ha deleitado a los miles de asistentes que han acudido en el día de hoy a Begoña.