La toma aérea data de 1969 en pleno proceso de construcción del puente de La Salve, el que se inauguró tres años después bautizándolo como de los Príncipes de España, un denominación que nunca nadie nombró en la villa. Fue el primer viaducto que se construyó tras la Guerra Civil y tuvo su origen en los constantes atascos que se formaban en el cercano puente del Ayuntamiento, único enlace sobre la ría con el norte de la ciudad que se encontraba en pleno crecimiento. Juan Batanero fue el ingeniero encargado de su diseño y se tuvo que esforzar en desarrollar un proyecto con muchos hándicaps pero del que salió muy airoso. 

Lo primero fue tener que elevar el viaducto hasta casi los 24 metros de altura sobre el nivel del agua para que pudieran navegar por debajo los altos mercantes que todavía surcaban la ría aguas arribas, algunos hasta casi llegar a El Arenal. Lo tuvo sencillo al apoyar el paso elevado sobre dos orillas que se encuentran a diferente altura. Así lo demuestran las grandes estructuras de hormigón construidas en forma de ‘U’ invertida que se ven en la foto y cómo cuentan con diferente altura. Una base consistente que permitió confeccionar un puente inédito, uno de los pocos que cuenta con tablero o base metálica y el primero en constituirse con un sistema de tirantes sobre un arco único hoy oculto por las llamativas piezas rojas.

La instantánea deja intuir también por donde discurriría después la traza de la denominada entonces Solución norte, la autovía hoy desescalada a categoría de calle, que se mete, por un lado, entre el cuartel de la Guardia Civil y el barrio de Ciudad Jardín y, por otro, el estrecho edificio de calle Artasamina, el cual entonces todavía recibía nuevos vecinos tras su reciente construcción. 

En la margen izquierda del puente también se preparaban sus accesos, con una primera porción de la vía lateral, hoy conquistada por cientos de turistas que toman fotografías al Guggenheim, y el soterramiento de la alameda de Mazarredo en este tramo. Una solución tomada para dotar de una entrada y salida directa del nuevo puente al centro del Ensanche a través de la alameda de Rekalde. Lo importante entonces era de aliviar los atascos circulatorios y cualquier cosa era válida. Curiosamente, una depresión de la arteria urbana que luego se eliminó con la creación del museo quedando ahora todo el tráfico viarios regulado por semáforos al mismo nivel.

La imagen también describe con precisión la actividad en torno a la ría y exhibe ante los más jóvenes qué edificios se erigían en el solar del que ahora es dueña la excepcional obra de Frank O. Gehry. 

El trazado ferroviario de Renfe que unía su estación terminal de La Naja, al lado del puente de El Arenal, con el municipio de Santurtzi corre en paralelo a unos apretados pabellones industriales y un peculiar edificio con chimenea incluida. Unas bellas instalaciones que pertenecían a la sociedad noruega Compañía de Maderas, fundada en 1874, donde destacaba la gran nave de ladrillo proyectada por Gregorio Ibarreche en 1908 y que albergó hasta principios de los años 50 del pasado siglo el aserradero, corazón de la empresa, junto a las oficinas y los vestuarios de los empleados. 

Aún se ve en la imagen la esbelta chimenea que conducía al cielo el vapor de las calderas necesarias para la labor de las sierras mecánicas de la compañía. También se observa la zona de acopios al aire libre de mercancías sita en los muelles del Puerto de Bilbao, las grúas de alto porte necesarias para la estiba y desestiba y un par de mercantes atracados con sus maromas en los norays que han persistido a la historia y a cuyo lado hoy pasean miles de personas cada día.

Destaca cómo la manzana triangular, definida por las alamedas Rekalde y Mazarredo y la calle Lersundi, estaba inconclusa a la espera de que años después llegará el edificio residencial esquinero, con su torreón incluido, que miraba ya al puente de La Salve en servicio, y los bloques que primero albergaron dependencias judiciales durante varios años y ahora el Gran Hotel Domine. 

VIRADO A SEPIA



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