Desde un cantón de la calle Correo, la terraza de la cafetería Baster desprende un característico aire parisino que se disipa al observar una barra con pintxos y sandwiches elaborados con lo mejor de la huerta vasca. “Hemos conseguido hacer un bar de barrio con gente muy fiel”, afirma Jon Abad, uno de los socios del negocio que comenzó su andadura en 2015. Después de varios años de trayectoria y de hacerse un nombre, en octubre del año pasado abrieron el Lucky Baster en Barrainkua. “El objetivo es diversificar el negocio para llegar a más gente”, señala el hostelero.

Y, de momento, lo están consiguiendo. En un principio trataron que la oferta fuera similar. Sin embargo, en el Casco Viejo tienen una cocina muy pequeña mientras que la de Barrainkua es “como Dios manda y se pueden hacer más cosas”. Así, han cambiado el concepto: “más tirando a un restaurante que a un bar”. Además, señala que en el centro no tienen barra, con lo cual están más limitados a la hora de que la gente se ubique en el espacio y lo vea como un bar al uso, relata este socio del Baster, cuyo segundo local se abrió “por casualidad” en Barrainkua.

“Entendemos que el Ensanche es la zona que está de moda en la ciudad. Teníamos claro que queríamos que no estuviera cerca del Casco Viejo”, apunta Jon Abad, quien evidencia que el tipo de clientela a la que se llega en un sitio y en otro no tienen nada que ver. “En el Casco Viejo por mucho que haya extranjeros, que al final están cuatro o cinco meses, el resto del año hay gente de barrio”, expone Abad, quien concreta que en el centro, en cambio, abunda más la gente “de oficinas” con la que el trato es menos cercano.