“Solíamos venir cuando era pequeña y hoy estoy muy emocionada de volver”, expresó Sofía Haman, madre de Luis e hija de Leonor Elordi, quienes llevaron al pequeño a su primera procesión. El Borriquito marca el comienzo de la Semana Santa con un toque único, el de los más pequeños de Bilbao. El carácter festivo este evento tan tradicional es especialmente recordado por los y las bilbainas debido a su dedicación a los niños. Al desarrollarse en un ambiente más diurno, esta procesión permite que el Domingo de Ramos también se convierta en un día para ellos.

Este año, la parroquia de San Vicente siguió con una tónica colmada por la alegría. De la parroquia, la procesión continuó a Ibáñez de Bilbao, Alda. Mazarredo, Gran Vía, Plaza Moyua, Ercilla, Colón de Larreategui, Plaza del Ensanche, nuevamente a Ibáñez de Bilbao y regresando a San Vicente.

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Procesión del Borriquito en Bilbao José Mari Martínez

Familias listas para la procesión

A unos cuantos metros estuvieron Leire e Itxaro López, junto a Lore, que estuvo observando la procesión por primera vez. Leire destacó que querían “enseñarle el camino de la cofradía” y que vea “cómo es todo el ambiente”. Estuvieron en primera fila para contemplar la salida de la procesión, las tres sonreían al mirar el Borriquito minutos antes de que todo iniciara. Como ellas, cientos de familias llevaban a sus hijos, hermanos, nietos y sobrinos a la que es la primera de muchas procesiones y, sin duda, una de las más especiales.

Leire, Lore e Itxaro López en la procesión del Borriquito. Jose Mari Martinez

Algunas cofrades aún se encontraban en sus primeros años, como Naia y Lidia: “Nos sentimos un poco nerviosas porque vimos muchas cámaras, pero estamos contentas”. Ambas se preparaban para la imponente, pero ilusionante procesión que se venía pronto. Las risas de los niños mientras corrían con las manos entrelazadas entre palmas y laureles se oían en los alrededores de Abando y Gran Vía sin parar.

Y es que, casi tan importantes como las mimas palmas y ramos de romero, son las personas que los venden. Nerea Fernández fue una de las encargadas del puesto en el que se podían adquirir los ramos de laurel. “1 por 1 euro”, señaló su compañero a varios compradores. Fernández indicó que, a pesar de que los ramos suelen “durar toda la mañana”, al final siempre se venden todos. La unidad trenzada tuvo un precio de 10 euros y las “no preparadas” de 6 euros.

Una de las familias que rondó por el puesto de ramos de laurel fue la de Pilar Gómez, su nieta Marta y su marido Vitoris. “Nos sentimos muy bien y le estamos enseñando a mi nieta la cofradía y el Borriquito”, remarcó. 

Naia y Lidia junto al resto de su cofradía antes de iniciar la procesión. Jose Mari Martinez