En lo que va de año, el Ayuntamiento ha retirado un total de 41 árboles debido a su estado, para prevenir accidentes por su caída. Cuando esto ocurre, se sustituyen por ejemplares jóvenes y sanos. Es la última opción para mantener la masa arbolada de Bilbao, una labor diaria que incluye también la revisión de todos y cada uno de los ejemplares, las podas en los casos que sea necesario y el tratamiento que precisan si presentan plagas o enfermedades.

Los técnicos de la nueva empresa adjudicataria, que cuentan con una formación específica en la materia, inspeccionan todos y cada uno de los árboles que se encuentran en las zonas urbanas, inspeccionando, con aparatos especiales, tanto la copa como las ramas principales y el tronco del ejemplar. También la raíz, la parte “más complicada, dado que la mayor parte permanece oculta bajo tierra”. ¿Cada cuándo? Depende, precisamente, del estado en el que se encuentren. “La periodicidad de las futuras inspecciones se determina en base al estado estructural y vigoroso del árbol. Se fijan plazos entre siete años, en el caso de un ejemplar sano, a revisiones anuales, cuando se trata de uno muy alterado”, explica el concejal de Servicios y Calidad de Vida, Kepa Odriozola.

En base al estado en que se encuentra el árbol se decide también cómo actuar con él: saneos localizados, podas más severas o, como último recurso, su eliminación. En lo que va de año casi medio centenar de ejemplares han tenido que ser retirados porque no se encontraban en buen estado y había riesgo de caídas, una cifra que contrasta con los exiguos tres que se talaron en 2021, y que responde precisamente a la contratación de una empresa más especializada en este tipo de trabajos. En 2020 se retiraron 22 ejemplares, 26 en 2019, 35 en 2018, 8 en 2017, 10 en 2016, 28 en 2015 y 20 en 2014, lo que suma un total de 193 en los últimos nueve años.

Otros de los ámbitos en los que se actúa para cuidar de los árboles de la ciudad es su protección contra plagas y enfermedades. La diferencia entre ambas es que las primeras están provocadas por animales, como insectos, y las segundas fúngico, como bacterias, viruses y microplasmas.

Una de las plagas más extendidas es la que provocan los pulgones, que se produce principalmente verano y puede atacar a diferentes especies vegetales. Curiosamente, ya desde hace algunos años no se utilizan insecticidas para combatir estas plagas, sino que se deja que la naturaleza actúe: cuando el número de parásitos es aún bajo se realizan tratamiento inocuos como soluciones jabonosas o se sueltan predadores de las plagas más habituales. “Los predadores de los insectos perjudiciales hacen el trabajo de los insecticidas”, explica Odriozola.

El concejal cita un ejemplo que puede parecer curioso. “En zonas como Sarriko se ha tratado la procesionaria del pino y otras coníferas. El sistema consiste en colocar una bolsa alrededor del tronco del árbol, con una cierta cantidad de agua, de tal forma que al bajar las orugas hacia el suelo estas quedan atrapadas en ellas”, explica. También las conocidas como malas hierbas se arrancan o se cubren con plásticos o mallas para impedir que hagan la fotosíntesis y así terminen por desaparecer.

El apunte

Sin químicos. Desde hace uno años, el Ayuntamiento no utiliza insecticidas, herbicidas y otros productos de base química para luchar contra las plagas y enfermedades que pueden afectar a los árboles que existen en Bilbao. En su lugar, utiliza tratamientos a base de una solución jabonosa; a pesar de que su eficacia es menor, evita el uso de insecticidas de síntesis química en el entorno urbano de la villa.