Quien más quien menos, ha intentado resguardarse de un sol abrasador buscando la sombra de un árbol en verano. Y, aunque no se dé cuenta, en invierno se agradece que sus ramas desnudas dejen pasar los tímidos rayos. Es la razón por la que la mayoría de los árboles que existen en Bilbao son de hoja caduca. En plena jungla de asfalto, la capital vizcaina puede presumir de contar en sus calles con un total de 34.719 ejemplares, distribuidos entre las propias aceras, jardines y parques, sin contar el cinturón verde que conformar los montes que la rodean. Una cifra nada desdeñable; toca a un árbol por cada diez vecinos.

“Los árboles existentes son un número variable en el tiempo; las plantas se secan o se rompen, y, por otro lado, nuevas urbanizaciones o remodelaciones incrementan su número. Es por esta razón que ceñirse a un número es difícil”, explica el concejal de Servicios y Calidad de Vida, Kepa Odriozola. En la actualidad, están cuantificados en 34.719 ejemplares, a los que habrían que añadirles los que crecen en urbanizaciones de carácter privado, que son cuidados por sus propietarios, y la gran masa forestal que rodea Bilbao, constituida tanto por arbolado público como privado, que ejercen de auténtico pulmón verde para la ciudad.

En la capital vizcaina pueden distinguirse hasta 200 especies forestales, aunque la mitad de los ejemplares son de variedades autóctonas como fresnos (610), abedules (900), hayas, robles, sauces o tilos (1.682), entre otros. También son muy numerosos los arces (3.796), los plátanos (1.256) o los olmos (539). También el aligustre que, curiosamente, es de hoja perenne. “Ello es debido a la herencia recibida; aunque la conservamos, desde hace años no se plantan más aligustres en las calles más que los de reposición de ejemplares rotos o secos. Es decir, se mantienen las calles que fueron arboladas con esa especie, pero en el futuro el arbolado urbano contará con una mayor biodiversidad, por lo que la predominancia de una determinada especie quedará diluida, en beneficio de una mayor diferencia de especies”, explica Odriozola.

La mayoría de los árboles (20.902) están plantados en los diferentes parques, jardines, plazas, ajardinadas, medianas y otras zonas verdes. “Los condicionantes de suelo, más amplio, permiten que tengan una mejor vegetación; basta observar su vigor y crecimiento para comprobar que supera con creces al arbolado viario”, apunta Odriozola. De hecho, son casi el doble de los que se distribuyen a lo largo de las aceras y calles de la ciudad, en alcorques. “La movilidad, en general, y las necesidades de la vida urbana obligan a repartir el espacio existente para diferentes usos”, razona el concejal de Servicios y Calidad de Vida.

Bilbao comenzó a evaluar el estado de sus árboles hacia 2014, prácticamente a la vez que otras ciudades. Sin embargo, en el último año ha dado un giro notable a estas políticas de mantenimiento, contratando a una empresa especializada para estos trabajos. “Se trata de un equipo de técnicos que inspeccionan todos y cada uno de los árboles de titularidad pública que se encuentra en la zona urbana”, explica el concejal bilbaino. De hecho, los datos que se toman de cada ejemplar se almacenan en una base de datos, que permiten determinar el mantenimiento necesario para cada uno de ellos en cada momento. Y no solo se inspeccionan y tratan los árboles; también se plantan nuevos ejemplares –a medida que se realizan nuevas urbanizaciones, por ejemplo–, se colocan protectores alrededor del árbol o mallas para evitar las malas hierbas...

Uno de los aspectos que también se cuida con especial cuidado son los alcorques, ese hueco en el pavimento donde están plantados los árboles. No solo hay que limpiarlos de malas hierbas, sino también de colillas y otros residuos, y garantizar que está al mismo nivel de la acera. “Puede aportarse tierra hasta nivelarlo o cubre-alcorques de diferentes materiales, pero no hay una solución definitiva. La tierra es un material plástico que se modifica con el tiempo, sobre todo con la humedad, y las raíces crecen también deformando el nivelado. Requiere de atención y mantenimiento continuado”, subraya el concejal bilbaino.

Adecuarlos al entorno urbano

Mantener árboles en un entorno urbano, advierte Odriozola, resulta una tarea “compleja”, sobre todo aquellos ejemplares que se ubican en las aceras y vías urbanas de la ciudad. “El arbolado del que dispone actualmente la villa es el resultado de diferentes etapas históricas y modificaciones del dibujo urbano en el que se han integrado alcorques y zonas verdes”, advierte

Es por ello que su gestión pasa en muchos casos por efectuar técnicas de poda. “El crecimiento vegetativo en algunas especies existentes es muy grande, lo que entra en conflicto con las características del espacio donde se ubican: la anchura de la acera y de la calzada, el alumbrado, el mobiliario urbano y, sobre todo, la proximidad de viviendas”. Y es que no es cierto que los árboles se poden para hacerlos más vigorosos, sino que se hace para adaptarla al espacio que tiene disponible en la ciudad. En zonas verdes abiertas, de hecho, los árboles no se podan, sino que se les permite que adapten sus formas naturales.

Por ello, cada vez está más en boga una nueva forma de entender la arboricultura, minimizando la poda. Para ello, en el futuro será necesario elegir ejemplares cuyo crecimiento máximo se ajuste al espacio que se les destina. “El factor de elección no será únicamente su estética o poder ornamental”, advierte el concejal, que enumera otros factores que se tendrán que tener en cuenta, como que sea árboles autóctonos o adaptados al clima bilbainos, exentos de plagas y enfermedades conocidas, que no provoquen alergias y que toleren la contaminación ambiental. En el futuro, además, veremos calles con especies diferentes en determinados tramos de acera, dependiendo de la luz solar que reciba. “La biodiversidad será un objetivo indiscutible para evitar que tan solo unas pocas especies acaparen el mapa urbano”, avanza Odriozola.

Al detalle

Residuos

Podas. La producción de residuos es prácticamente cero en el mantenimiento de los árboles: la leña y la madera son picadas en forma de finas virutas que son reutilizadas en parterres e incluso en alcorques. Esta técnica, denominada acolchado, dificulta la aparición de malas hierbas y conserva la humedad del suelo, necesitando menos agua de riego en verano y con el tiempo acaba compostando, con lo que las plantas asimilan sus nutrientes.

Experiencias

Otros países. Aunque Bilbao tiene ya una amplia experiencia en la arboricultura, también se fija en las políticas que se llevan a cabo en otras ciudades del Estado e incluso países del extranjero, siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Futuro

¿Cómo serán los árboles? Las tendencias a futuro pasan por elegir aquellas especies que mejor se adapten al entorno urbano de Bilbao, en lugar de tener que realizar podas de forma recurrente. También se utilizarán cada vez más ejemplares que no provoquen alergias y por ejemplo su ubicación –como si a la zona donde se va a plantar le da o no el sol– serán determinantes para decantarse por una especie u otra.