Bilbao guarda secretos bajo llave en sus calles. Bajo llave o bajo permiso para entrar a ellos. Tampoco los esconde mucho porque los vemos (por fuera) muy a menudo. Pero algunos se han destapado a lo largo del fin de semana de la mano del Festival Open House

Si han dado una vuelta por la ciudad estos dos últimos días se habrán encontrado con alguna que otra larga cola. Se trataba de los centenares de bilbainos y bilbainas que esperaban para visitar cualquiera de los 64 edificios repartidos por toda la ciudad. El Museo de Arte Sacro, en Atxuri; el Palacio Chávarri, en Moyua; el Rascacielos de Bailén… Bajo el lema La ciudad de los sentidos, la sexta edición de este certamen ha abierto los espacios seleccionados de acuerdo a sus valores arquitectónicos e históricos para que toda la ciudadanía los disfrute desde dentro.

Las filas han llegado a durar hasta una hora. Jose Mari Martinez Bubu

Este año se incorporaron diez novedades: la Plaza Nueva, los Jardines de Albia, la Bolsa de Bilbao, la Casa Cuna, la Casa Aburto, la Estación de Atxuri, el Hotel Tayko, el Gran Hotel Domine, el edificio Spaces y el campus de Sarriko. 

Completar la lista en tan solo dos días, o mitad de esta, es una misión que puede llevar paciencia y también, unos cuantos años. Si se hace en apenas 48 horas, claro. Así que no cabe desesperarse en el intento. 

Por grupos de veinte personas aproximadamente de acuerdo a la afluencia y durante periodos de cerca de media hora, todas las visitas han sido gratuitas.  

Desde las entrañas

“Qué pena que este sea mi último grupo, porque este edificio me gusta mucho”, confesaba Edu Fernández al comenzar su explicación

¿Dónde estábamos? Pistas. De frente a la ría, margen derecha y testigo habitual de runners y ciclistas.  

Aunque seguro que lo han adivinado, ante la duda: el Palacio Olábarri, en Campo Volantín, o lo que viene a ser actualmente y desde 1953 la sede social del Puerto Autónomo de Bilbao. Proyectado por el arquitecto Julián Zubizarreta en 1894, es una de las pocas edificaciones residenciales de esta zona que ha llegado hasta nuestros días. 

Vidriera en la sucursal del Banco de España, en la Gran Vía. Jose Mari Martinez Bubu

Para muchos es un misterio por dentro, lo confirmaba la fila que había a sus puertas esta mañana. A pesar de esto, su interior engaña: resulta muy familiar porque podría ser el escenario de una película sobre la alta alcurnia del siglo XX. Grandes vidrieras de colores, tuberías de desagüe en la fachada realizadas en Bélgica y mucha luminosidad. “Haber hecho de guía me da el placer de poder ver algo que tiene un interés patrimonial muy grande. En total he hecho 13 pases en los que cada media hora que explicaba disfrutaba de algo distinto”, exponía. 

Este joven marchaba y llegaba su sustituta. “Ayer pasé por aquí con mi familia para venir con más tablas, porque este edificio tiene mucho que contar”, revelaba Eider. Esta guía nos aconsejaba, con hincapié, prestar atención a la que en un momento fue la capilla de la familia Olabarri. Un balconcito arriba para que los y las trabajadoras que servían escuchasen la misa. Y si se alza la mirada al techo, la rosa de los vientos.

Palacio Olabarri en Campo Volantín. Jose Mari Martinez Bubu

En 1901, el arquitecto Zubizarreta llevó a cabo una reforma de la todavía residencia de los Olabarri. Ya en los años 50 del siglo XX se llevó a cabo un cambio de uso al instalar su sede el Instituto Británico, conservando su imagen exterior original. 

“No soy arquitecta, soy bilbaina y me gusta conocer mi ciudad. Me gusta esta iniciativa porque consiste en explicar a la ciudadanía y desde la ciudadanía nuestro patrimonio”, reconocía.

Grandes desconocidos

Grandes desconocidos De una casa familiar a... Otra pista. Muy céntrico. Frente a él, habrán esperado a que el semáforo se ponga verde más de una vez (o de cien). Difícil.

El Banco de España, en la Gran Vía, también se dejó visitar este fin de semana. La primera sucursal del Banco se sitúa en la calle Bidebarrieta, pero al poco tiempo se trasladan a la calle Banco Matadero, que se convertiría en calle Banco de España posteriormente. La actual fue construida en 1923 siguiendo el proyecto del arquitecto Julián Apraiz.

Dentro de esta, por la mañana una treintena de personas prestaba atención a la explicación de su historia. Imposible no levantar el cuello hacia arriba hacia la impresionante vidriera que cubre toda la sala central. Fue realizada por la casa Maumejean y restaurada en 1998.  

Y, por último, ahí va la también última visita. Decir que se trata de una de las salas con mejor acústica de Europa es una pista directa pero complicada. En el número dos de la calle Marqués del Puerto se encuentra la Sociedad Filarmónica de Bilbao

Jose Mari Martinez Bubu

A finales del siglo XIX, la actividad musical de la Villa necesitaba actualizarse en relación al movimiento musical europeo. Por ello, en 1896 se constituyó esta sociedad, que pronto pasó a llamarse también filarmónica. En pocos años hubo un notable aumento de los interesados en formar parte de ella, así que se apostó pro comprar un solar en esta calle. El 26 de enero de 1904 fue la inauguración de esta sala. 

Un patio de butacas frente a un escenario con inclinación. Una sala de cámara de planta rectangular y estilo modernista con inspiración francesa, proyectada por el arquitecto Fidel Iturria Bizcarrondo. Detrás de las tablas, las “bambalinas”. Para acceder hasta aquí se debe pasar por un cuartito con mucho encanto. Sobre las paredes de este no cabe casi ni una foto más de todos los artistas que por allí han pasado. Muchas de ellas en blanco y negro, y la gran parte dedicadas. Habrá que esperar a la próxima edición de este certamen para conocer más entrañas de las calles bilbainas.