“Para que mis padres estén tranquilos” o “porque ama aprovecha el coche para ir a trabajar”. Estos son dos de los argumentos que esgrimen sendos alumnos de las ikastolas Urretxindorra y Kirikiño, de 8 y 12 años, para explicar por qué van a la escuela acompañados de una persona adulta. Algo que hacen ocho de cada diez escolares bilbainos, tal y como aseguró ayer Julián Maguna, técnico en caminos escolares de Solasgune, empresa que asesora al Ayuntamiento de Bilbao.

“Trabajamos en varios municipios con niños y niñas de 8 a 12 años y hacemos unas encuestas antes de empezar para saber cómo está la realidad en cada lugar. En Bilbao hemos descubierto que el 85% de los niños van andando a la escuela porque viven cerca y porque es un hábito. Bilbao no es tanto para el coche como para el peatón”, explicó Maguna. Sin embargo, precisó, el grueso de estos menores caminan hasta los centros “acompañados de adultos” y lo que busca el proyecto Caminos Escolares-Eskola Bideak es justo lo contrario, “potenciar la autonomía de los niños y niñas”. “Nuestro trabajo es intentar que se gestionen, se organicen por grupos de cercanía de sus casas y puedan ir andando a la escuela con amigos”, señaló.

El pasado curso unos 750 escolares de seis a doce años procedentes de quince centros educativos de la capital vizcaina fueron andando solos desde sus domicilios hasta sus colegios por recorridos seguros “y los resultados fueron muy positivos”, según valoró la concejala de Movilidad y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Bilbao, Nora Abete.

El objetivo ahora es que a lo largo del presente curso se adhieran al programa Eskola Bideak una decena de escuelas más, entre ellas la ikastola Urretxindorra, lo que supondría añadir a esa cifra de andarines autónomos un millar más de alumnas y alumnos.

Con el fin de dar “un empujón más” al programa de Caminos Escolares se inauguró ayer en Bilbao una exposición itinerante de paneles, con imágenes de menores solos y acompañados en distintos escenarios de la villa, para dar a conocer esta iniciativa. “Lo que queremos es que se sumen más colegios. La idea es que contacten con el Área de Movilidad y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Bilbao para que de enero a junio de 2023 se adhieran al proyecto entre ocho y diez centros. Normalmente se implanta en 3º, 4º y 5º de Primaria y rondaríamos los mil alumnos”, detalló este técnico.

Julián Maguna, técnico en caminos escolares Oskar González

Menos coches y contaminación

El proceso para habilitar rutas seguras camino de las escuelas se puso en marcha en 2017 en colaboración con el Departamento de Salud del Gobierno vasco y el curso pasado ya participaban en la experiencia los centros Mina del Morro, Pagasarribide eskola, Indautxuko eskola, Gallego Gorria eskola, Artxandape ikastola, Kirikiño ikastola, Iruarteta, Tiboli eskola, Cervantes eskola, Intxixu ikastola, Mujika eskola, Maestro García Rivero eskola, Karmelo ikastola, Luis Briñas eskola y Juan Delmas eskola.

Con este programa, según recalcó la concejala de Movilidad, se pretende que los escolares “puedan ir andando de forma autónoma a sus escuelas porque entendemos que es muy beneficioso para los niños y las niñas, ya que les proporciona autonomía, les permite socializar con los amigos y hacen ejercicio físico, pero también es positivo para la ciudad porque nos permite tener un menor número de coches y, sobre todo, evitar esas congestiones que se producen a las entradas y salidas en los colegios con todo lo que conlleva de contaminación y ruido”.

“Hay familias que les dejan y otras que no, pero abres la caja y si no es este año, será el que viene”

Julián Maguna - Técnico en caminos escolares

Durante la presentación de la muestra en los tinglados próximos al Ayuntamiento, coincidiendo con la apertura de la Semana de la Movilidad 2022, Abete destacó que la iniciativa de los caminos escolares resume muy bien “la idea de movilidad sostenible y saludable”. “Son quince paneles con fotos antiguas que nos muestran cómo hace unos años las calles estaban pensadas para las personas y los niños y niñas iban andando solos a la escuela”, manifestó.

La exposición, una invitación a que docentes, AMPAs y progenitores ahonden en esta experiencia, se trasladará a la Gran Vía el próximo domingo, 18 de septiembre, y posteriormente a otros centros educativos de Bilbao con los que se va a trabajar para diseñar y poner en marcha los caminos escolares teniendo en cuenta “la visión de la ciudad” que tienen las niñas y niños.

“A veces hay una baldosa rota”

Una vez que el programa Eskola Bideak se ha puesto en marcha en los centros con el apoyo del Ayuntamiento de Bilbao, “la idea es que se vaya renovando de manera autónoma todos los cursos”, explicó el técnico de Solasgune, quien precisó que “hay dos colegios que ya están trabajando en los procesos participativos sobre el entorno escolar” para impulsar estas rutas. “Se desarrollan unos itinerarios, una araña de caminos y unos topagunes, que es donde quedan los niños. Se trata de que eso se vaya manteniendo durante el año y los centros vayan teniendo una cultura de que al cole se va caminando y con amigos”, remarcó.

En la gestación de estos itinerarios los menores son los auténticos protagonistas. “Trabajamos en las aulas directamente con los niños y niñas. Primero hacemos una encuesta de movilidad y luego localizamos en un mapa dónde están ubicadas sus viviendas, qué recorrido podrían hacer y qué conexiones tienen con otros alumnos que viven cerca. El siguiente paso es trazar una ruta que pueda ser consensuada entre ese grupo de personas y unas horas para quedar”, expuso Maguna.

Cuando los caminos escolares ya están definidos, los recorren con los menores “para diagnosticar si hay algún tipo de problema”. “A veces hay una baldosa rota, pero es insignificante. Algunos dicen: Es muy guay, pero mi madre no me va a dejar”, comentó el técnico, quien añadió que “después se llevan un mapa a casa con su ruta y los nombres de con quiénes van a quedar”.

También informan a los progenitores y “hay familias que les dejan y otras que todavía no, pero da igual. Es una manera de abrir la caja y si no es este año, será el que viene”, apuntó. La edad es determinante. “Cuando tienen 12 años no suele haber problema, pero cuando nos metemos con 7 y 8 años, todavía es: Bueno, vamos a ver si podéis. La idea es romper eso. Sí que pueden, tienen un plan y lo van a cumplir. Confía porque va a llegar y la ciudad está perfectamente preparada”.