En esa barra del Geltoki en la que Josune Doiz ha pasado décadas atendiendo a sus clientes, es ahora David, el nuevo responsable del bar ubicado en la plaza Unamuno quien le prepara con gusto un combinado. “Estoy feliz, muy contenta de haber encontrado lo que quería para mi bar”, dice Josune Doiz, hostelera que ha mamado la profesión desde su más tierna infancia. Sus padres regentaban el local El Torio, en Urazurrutia y fue allí donde Josune se inició, en el local familiar.

Según explicaba ella misma, ha alargado el momento de jubilación por el miedo a no encontrar a la persona que tomase las riendas de su negocio. “Ha sido la oportunidad perfecta para tomar la decisión e irme tranquila”, cuenta. El proceso hasta tomar la decisión ha sido largo, pero la espera ha merecido la pena. “El bar Geltoki ha tenido muchas novias, pero no quería dejar a mi hijo en manos de cualquiera”, confiesa.

Se da la casualidad que David, también hostelero de toda la vida, y Josune vivieron en el mismo portal. “Nosotros solíamos ir al bar que tenían sus padres. Josune me ha conocido a mí siendo un niño”, explica David. El destino, casi siempre caprichoso, quiso que la profesión que ambos adoran les volviese a juntar, no solo a nivel profesional sino también a nivel personal ya que comparten ahora una gran amistad.

Solo es necesario verles juntos para comprobar el buen trato y cariño que se dispensan. “Para mí tener a David al frente del Geltoki ha sido una suerte”, dice Josune, quien confiesa que de no haber sido así habría retrasado su marcha. “Mis hijas me llevaban tiempo diciendo que lo dejase, pero me daba pena. Tomar la decisión no es fácil cuando has dedicado tu vida a este negocio y a tus clientes”, afirma.

Un bar con esencia

La veterana hostelera expresa que en todos estos años ha sido muy feliz trabajando en su bar. Su forma de ser, su dedicación y su alegría le han convertido incluso en protagonista de varias bilbainadas y en la reina del Barnaval en múltiples ocasiones. “Un bar tiene que tener esencia, vida... Es parte de la ciudad y eso se tiene que notar en cada uno de los rincones”.

También dice que le ha tocado vivir complicadas épocas, sobre todo cuando en la plaza Unamuno se organizaban conciertos y se llenaba de punkies. “Aquella época fue complicada, tuvimos un montón de problemas, pero aquello es historia”, zanja. Tampoco fueron fáciles de llevar los cuatro años y medio que duraron las obras del metro y en los que tuvo que soportar ruido, polvo y una barrera que dejaba prácticamente tapado el acceso al local.

Una de las preocupaciones de Josune era que su equipo de trabajadores pudiesen continuar trabajando en el bar. “He tenido mucha suerte de contar con profesionales magníficos que han hecho posible que este bar tenga los clientes que tiene. David se ha quedado con toda mi plantilla y eso vale más que todo el dinero del mundo”, asegura. David respetará a los empleados, pero eso sí, deberán perfeccionar el inglés, por lo menos para defenderse y atender con cierta fluidez a los clientes extranjeros. “Estamos en pleno corazón de Bilbao y me parece que es fundamental controlar un mínimo de inglés”, apunta el hostelero.

Desde hace ya unos meses, David atiende por las mañana la barra del Geltoki, mientras que Josune, ahora desde el otro lado de la barra, continúa disfrutando de la que ha sido su casa durante los últimos cuarenta años. “Josune ya sabe que sigue teniendo su mesa reservada cuando quiera”, lanza David.