Tras dos años de parón por la pandemia, la Casa de la Misericordia de Bilbao ha vuelto a celebrar esta mañana del 12 de agosto el día de San Mamés. Los residentes de la actual residencia de ancianos, y antiguo orfanato, han vuelto a sonreír y disfrutar tras dos duros años sin celebración por parte de la casa, la cual ha perdido a muchos de los ancianos a causa de la COVID-19. 

El acto se ha llevado a cabo en el exterior de la Misericordia, donde se han podido ver los jardines decorados con banderines rojos y blancos, símbolos de la bandera de Bilbao. Todo eso junto con los cientos de asistentes; residentes de la casa, así como antiguos alumnos del orfanato y familiares. 

La celebración comenzaba a las 10:30h con una misa oficiada por el sacerdote Kerman López, seguida de una entrega de premios al personal que trabaja en los diferentes departamentos de la residencia, en especial agradecimiento a toda su labor realizada durante la pandemia. Julia Graña, coordinadora de asistencia ha sido la encargada de recoger el premio junto a algunos otros compañeros de trabajo. “Es un orgullo recoger este premio por toda la labor realizada y sobre todo por los residentes que ya no están”, narraba la coordinadora casi entre lágrimas.

Acto de la recogida del premio por parte del personal de la residencia Oskar Gonzalez

Según ha contado a DEIA lleva 20 años trabajando en la residencia y espera quedarse muchos años más porque le encanta su trabajo, aunque a veces también sea “duro”: “Durante el inicio de la pandemia lo pasamos mal porque era algo nuevo. Después, con los protocolos supimos llevarlo mejor y ahora tras dos años estamos más relajados”.  

Acto seguido, ha comenzado el aperitivo musical amenizado por la banda Municipal de Música de Bilbao, con el que un año más ha colaborado la Academia del Cerdo Txarriduna junto a Ausolan, contando con las generosas aportaciones del Mercado de La Ribera, Carnicería Rodo, Croquetas Lautxo, Cerveza La salve, etc. todos ellos para ofrecer a los asistentes bebidas, tapas de tortilla de patata y de chorizo, paella, sandwiches, y demás apetecibles platos. 

RECORDANDO LA JUVENTUD Y A LOS QUE YA NO ESTÁN

Miguel Francisco Carbajal ha sido uno de los asistentes de la celebración. Asiste cada año, ya que es ex-alumno de lo que antes era el orfanato y actualmente es presidente de la asociación de antiguos alumnos de este. Ingresó al orfanato siendo un niño y le gusta recordar los buenos tiempos que vivió allí durante su juventud, cuando también celebraban el día de su Santo Patrón. “Era muy entrañable, había baile y después salíamos con la estatua de San Mamés por el jardín”, cuenta el bilbaino. 

“Recuerdo que la fiesta era muy entrañable. Cuando eramos jóvenes había baile y después salíamos con la estatua de San Mamés por el jardín”

Miguel Francisco Carbajal, presidente de la asociación de alumnos del antiguo orfanato Oskar Gonzalez

Carbajal, ha vivido el día de hoy con mucha ilusión pero también con un poco de pena, ya que el covid se ha llevado a muchos de los residentes de su antiguo hogar: “Hay muchos compañeros de la infancia que se han ido. Durante estos dos años, alrededor de siete son los que el covid se ha llevado. Duele mucho pero es la vida”. 

“Me gusta venir porque recuerdo los buenos tiempos que vivimos aquí con las monjas que nos cuidaban”

María Antonia Montiel, antigua alumna del orfanato Oskar Gonzalez

María Antonia Montiel, bilbaína de 90 años también fue alumna del orfanato, concretamente desde 1940 hasta 1950, según cuenta. Hoy en día es voluntaria de Cáritas y acude a la residencia de visita cada mes, así como a su celebración del día de San Mamés cada año: “Me gusta venir porque recuerdo los buenos tiempos que vivimos aquí con las monjas que nos cuidaban”. Según cuenta, hasta hace unos años todavía había monjas en la casa que se ocupaban de cuidar también a los ancianos pero estas ya se han jubilado. “Ahora hay más personal en la residencia y los mayores están muy bien atendidos”, señala Montiel.