"Ha sido una semana maravillosa. Estamos muy agradecidos de que nos regalen sentirnos respetados”. Patricio tiene 43 años, vive en las calles de Bilbao desde hace tres años y escucharle se convierte en toda una lección de vida. “La sociedad perdona todo, que robes, que mates, pero no perdona que seas pobre”, lanza con una contundencia que deja sin palabras. Este italiano de nacimiento que ha trabajado en la hostelería y tiene formación de informático ha disfrutado de una semana de vacaciones gracias a Bizitegi. De la mano de esta asociación una decena de personas en situación de vulnerabilidad social han podido pasar una semana de vacaciones en el Puerto Viejo de Algorta, en Getxo.
Esta experiencia es posible gracias a Bizitegi para que las personas usuarias puedan disfrutar de unos días de vacaciones, concretamente, 200 personas en situación de vulnerabilidad disfrutarán de la estancia en diferentes semanas. Fue el año pasado cuando empezaron a organizar estos periodos vacacionales en la costa vizcaina. El mar, las playas y las callejuelas con encanto del Puerto Viejo de Algorta han ofrecido a este grupo de diez personas una “paz y tranquilidad” que agradecen y, sobre todo, esa dignidad que merecen y que por circunstancias de la vida en la mayoría de los casos la sociedad les roba injustamente. “Todas las personas merecen ser respetadas y merecen tener vacaciones. La gente es injusta y juzga demasiado rápido sin conocer qué hay detrás de cada vida, de cada historia. Piensan que si alguien termina en la calle es porque algo malo habrá hecho y no es así”, aclara Unai, trabajador de Bizitegi que junto a Garazi y a Jon se encarga de gestionar esta semana en Algorta.
A lo largo siete días este grupo ha compartido las tareas del hogar, ha cocinado y ha formado parte de sus particulares experiencias, pero eso sí, sin olvidar que estaban de vacaciones. "No se trataba de organizar actividades. Cada uno ha hecho lo que ha querido y le ha apetecido. De lo que se trata es de que disfruten al máximo de esta semana", cuenta Unai.
UNA SEMANA Y VUELTA A LA REALIDAD
Patricio ha vivido esta experiencia en Getxo junto al polaco Masijok, el argelino Obama, el colombiano Diego Muñoz, Carol, Mariano y a la risueña, Nekane, entre otros. Con una generosidad tremenda ha dedicado parte de sus últimas horas de vacaciones para reunirse con DEIA en esa terraza con vistas al mar; han desnudado el alma y han compartido sus vivencias sin necesidad de ocultar nada. Son plenamente conscientes de que este sábado regresarán a ese soportal, al rincón bajo el puente, al banco del parque o al albergue en el que pernoctan, pero no olvidarán con facilidad lo sentido y vivido esta semana. “A mí estos días me han servido para cargar pilas, y volver a ilusionarme”, confiesa Nekane a quien le encanta la playa y ha disfrutado bañándose en el mar. A Patricio no le gusta tanto la playa, pero disfruta paseando. Esta semana de vacaciones también le ha servido para replantearse su vida en la calle y su futuro. “Tengo proyectos en mente y esto ha sido bueno para pensar en ellos y en lo que va a ser de mí”, cuenta.
Obama lleva 14 meses en Bilbao. Llegó en patera vía Palma de Mallorca. En menos de un año se comunica en castellano y hace guiños al euskera. Nos recibe con un Egunon! Vive en la calle, en la Ribera de Deusto y todos los días busca un trabajo porque quiere lograr los papeles que necesita para optar a una vivienda digna. "Sin papeles no te quieren en ningún sitio. Yo quiero trabajar", apunta este joven electricista que una noche encandiló a sus compañeros con una cena árabe. "Todo estaba para chuparse los dedos", lo confirma Nekane. Obama aunque es joven, la vida le ha golpeado con dureza y sabe que no es fácil lograr lo que busca, pero no pierde la esperanza. Para este argelino esta semana en Algorta ha sido un lujo que no podrá pagar jamás: "Estoy muy agradecido de lo que me están dando", dice con una sonrisa.
Diego es el veterano del grupo. Le quedan dos años para jubilarse y cuenta que la modernidad y las nuevas tecnologías le obligaron a apartarse de su trabajo como piloto. Al igual que Nekane vive en un albergue en Bilbao. Sueña mientras que se sumerge en las historias que afloran de las páginas del libro Las mil y una noches que está leyendo. "He sentido una paz interna tremenda", confiesa.
"La gente tiene de todo y vive amargada. Lo veo todos los días. El dinero no hace la felicidad y debemos intentar ser felices con lo que tenemos", asegura Patricio quien reclama más empatía. "No somos unos bichos raros. Piensan que vivimos del morro y que cobramos ayudas. Yo no cobro nada, estoy así porque no quiero ser una carga para mi familia y mi vida la vivo yo, nadie más que yo".
Este sábado cargarán con todas sus pertenencias y volverán a ocupar ese asfalto gris y 'frío' que pese a la ola de calor les presta la ciudad para vivir.. "Vivir en la calle es duro. Nadie sabe lo que supone, pero muchas veces no te toca otra opción", confiesan. Aprovechan este encuentro para reivindicar su presencia en la ciudad, aunque sean un elemento incómodo que estorba. "La gente nos ignora, como si no estuviéramos. Pero estamos aquí, sentimos y somos personas", concluyen.