En el taller donde se reparan las bicicletas de BilbaoBizi comenzaron trabajando cuatro mecánicos; hoy en día son catorce -en dos turnos de siete personas- las personas que ponen a punto cada velocípedo que tiene la desgracia de caer en manos de los desalmados que las destrozan. Aunque hay algunas que les llevan más tiempo, y otras menos, en el taller cada operario repara una media de siete bicicletas al día, de lunes a viernes -y algún sábado si hay festividades a la vista-, priorizando aquellas que les llevan menos tiempo para garantizar que los ciudadanos puedan disfrutar del mayor número de ellas.

A ellos hay que sumar otras dos personas que, a bordo de una furgoneta, recorren las estaciones de alquiler recogiendo las bicicletas que se encuentran estropeadas. “Las tenemos identificadas cuando los usuarios encuentran que no funcionan y mandan un aviso a través de la aplicación móvil o por teléfono”, explica Álex Díaz, director de BilbaoBizi. Estas furgonetas hacen dos viajes al día, recogiendo las estropeadas y llevando las reparadas a los puntos de anclaje.

Una vez que llegan al taller, se hace una primera clasificación con todas ellas, dependiendo del daño que hayan sufrido, y se ponen a cargar. Cuando un mecánico coge una de ellas, además de la avería que viene notificada, realiza una revisión completa de todos los elementos, para comprobar que no haya ningún daño más. “Si está pinchada, no solo arregla el pinchazo; aprovechando que está en el taller, comprueba que todo funciona correctamente”, apunta Endika Garzón, jefe del taller y mantenimiento de estaciones. “Garantizas la seguridad de la bicicleta para el siguiente usuario” que, advierte, tiene que revisar siempre que todos los elementos funcionan correctamente antes de montarse en ella. Se priorizan aquellas cuyos daños se pueden reparar en menos tiempo, garantizando de esta forma que esté disponible el mayor número de bicicletas en la calle. 

“Un pinchazo puede ser una avería; una rueda rajada por varios puntos es vandalismo”

Álex Díaz - Director de BilbaoBizi

Las bicis están preparadas para soportar el intenso uso que se hace de ellas -uno de los mayores del Estado, con diez alquileres al día por bici, con picos de 28, y 16 minutos cada uno, frente a los ocho, por ejemplo, de Barcelona, aunque las medias europeas ronda los cuatro- y es fácil distinguir las averías fortuitas de los ataques. “Un pinchazo puede ser una avería; si llega una rueda rajada por varios sitios, es vandalismo. Un radio se puede romper; para romper siete le han tenido que dar una patada o tirarla contra una pared”, ilustra Díaz. 

Debe existir un equilibrio entre las bicicletas que hay disponibles en cada estación, y también de los anclajes para devolverlas. De hecho, hay muchos más anclajes, (1.125) en las 43 estaciones que las 700 bicicletas que conforman el servicio de alquiler. “Son estándares que están establecidos para que no se colapsen los puntos”, explica Álex Díaz. Un ejemplo: los jóvenes universitarios bilbainos que alquilan las bicicletas para llegar hasta su centro educativo. Los del entorno de Ingenieros, en San Mamés, están repletos a primera hora de la mañana, cuando empiezan las clases. Algunas incluso se dejan fuera del anclaje. El servicio de mantenimiento no solo se ocupa de reparar las bicicletas, sino también de redistribuirlas entre estaciones. “Hay algunas que se equilibran de manera natural pero en otras tienes que llevarlas de un punto a otro”. El servicio cuenta con una aplicación que refleja en tiempo real la situación en la que se encuentra cada estación.