imagen tomada en setiembre de 1968Solo pequeños caminos atravesaban la zona donde ahora sudan muchos aficionados en el Polideportivo de El Fango

Por debajo, en el límite de la imagen, se levanta un solitario bloque de viviendas de cinco alturas, el germen del futuro barrio de San Adrián y que se ubica hoy colindante a la parroquia y la biblioteca. Se observa como Irala empezaba a constituirse y conformaba su esqueleto viario contemporáneo a la espera de que surgieran al lado centros educativos y de formación profesional.

También se reconoce arriba a la izquierda el original campo de fútbol del Iturrigorri, aún hoy activo, y cómo el barrio de Betolaza escalaba posiciones de elevados bloques de viviendas sobre la caída del monte Arraiz.

Con un poco de perspectiva e imaginación se puede tender en la fotografía la actual autopista que atraviesa todavía Rekalde como un cuchillo en la mantequilla.

Se llamó la Solución Sur y sus curvas, tras perimetrar el polideportivo, limitan con esos dos edificios que estaban en construcción en 1968, los que daban, y dan, fin en el número 45 a la arteria denominada carretera Rekalde-Larraskitu (qué poca imaginación a la hora de bautizar calles tenían en la época...).

El trazado viario también discurre por debajo del colegio del Sagrado Corazón, inaugurado tan solo dos años antes, o ya cerca de Basurto linda con las cuatro torres construidas en la calle Tolosa, al lado de las que luego serían las escuelas públicas de Elejabarri.

Muchos vecinos de la zona recuerdan las campas de la pequeña colina que desapareció al tender la autovía en cuyo alto se ubicaba el caserío Artazu y después fue parcela para un chalet de gran altura, hoy aún habitado. Con lupa, también está presente en la instantánea la iglesia de Rekalde, la cual centraba la plaza del barrio y luego fue demolida para levantar los pilares de la A-8. Ese centro neurálgico del arrabal más importante del sur de Bilbao empezaba en 1968 a coger consistencia y se llamaba ya Rekaldeberri en el callejero de la villa. Sin embargo, en aquellos tiempos, muchos vecinos apodaban al barrio como Rekaldebarro por la cantidad de calles que seguían sin asfalto y en las que el barro imperaba en épocas de lluvia.

Aún así, los edificios residenciales ya habían configurado para entonces la calle Gordoniz en dirección a las chabolas que se enseñoreaban en el angosta arteria que configuraba El Peñascal e Iturrigorri, recordando la secular fuente de agua ferruginosa que se podía tomar aún de un simple caño. Muy cerca de este manantial era donde acababa Rekalde, justo en la plaza donde daba la vuelta el 4, el autobús de dos pisos que conectaba el barrio con el centro de la villa.

Además, de varios edificios de empresas y talleres que siguen incólumes entre Erkutze y la calle Moncada, algunos de ellos en construcción hace 54 años, otro hito reconocible es la torre de oficinas que se levantó en el puente de Rekalde, ese gran viaducto que era a la vez barrera psicológica para los vecinos del barrio, con respecto a los de Indautxu y el Ensanche, y también paso elevado sobre la playa de vías y trazado ferroviario que se extendía por el hoy parque de Ametzola. En definitiva, una foto bisagra de tiempos que muchos aún recuerdan. l

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