Pestañear en la Gran Vía ayer estuvo penado con perder detalle de un desfile que dejó ojipláticos a los pequeños de la casa. Sus Majestades de Oriente llegaron a Bilbao en compañía de esos personajes de animación cuya existencia tanto agradecen los padres durante las tardes de los sábados para conseguir dos horas de tregua. En uno de los desfiles más multitudinarios que se recuerdan en los últimos años, no solo se corearon las canciones de Frozen, sino que se perdió el miedo a Darth Vader. Melchor, Gaspar y Baltasar revalidaron un año más la dicha de creer en la magia y de los sueños cumplidos, haciendo jurar a los niños que se portarán bien durante todo el año, por muy difícil que sea cumplir esa promesa.
Hasta tres cuartos de hora antes llegaron los más previsores, conocedores de que el front row de la cabalgata está más cotizado que el de cualquier pasarela de moda. Antes de que los Reyes Magos tomaran asiento en sus sillas giratorias -que les permiten saludar a los 360 grados- los teléfonos móviles no cesaban de inmortalizar un desfile llamado a ser de cine. “Nos está gustando mucho, es mejor que otros años”, aseguraban Estibaliz y Paule, de 10 años, junto a Unai, de 4 años, incluso antes de que la comitiva echara a andar. Frente a Elsa, Anna y Olaf, personajes de Frozen, se desgañitaron cantando la archiconocida -al menos entre los adultos con hijos de corta edad- ¡Sueltalo!.
Cuando el desfile comenzó, la música, la luz y el color tomaron una Gran Vía ya de por sí abarrotada de atmósfera navideña. A los tradicionales lugares insólitos por los que seguir el cortejo -como desde lo alto de los contenedores-, ayer se sumaron las farolas y los alféizares en posturas dignas de funambulistas. “Me gustaría tener otra vez cuatro años”, reconocía Nerea, que sumaba como mínimo tres décadas a dicha cifra, subida a un peldaño frente a la confitería Victori. “Se ha puesto a berrear y no hemos tenido otro remedio que sacarle el escalón”, bromeó a su lado Mari Mar, la propietaria del negocio, desde el que antaño se lanzaban caramelos al finalizar la cabalgata. “Tuvimos que dejar de hacerlo, la gente se ponía muy ansiosa”, reconoció la comerciante.
Ecología En un total de 11 carrozas, Peter Pan, Campanilla y el Capitán Garfio, los protagonistas de La Guerra de las Galaxias, dinosaurios de Jurassic Park, los personajes de Frozen, superhéroes como Batman, Robin, Wonder Woman, Superman o Spiderman y los juguetes de Toy Story desfilaron ante miles de niños y adultos. Algunos no tuvieron más remedio que seguir la comitiva a hombros de sus sufridos progenitores. “A la gente mayor les van a traer carbón los Reyes Magos”, repuso un padre, molesto porque Lide y Maider, de 6 y 8 años, tuvieron que disfrutar del espectáculo con una visión bastante reducida. Aunque sus caras reflejaban la congoja del momento, estas niñas leioarras aseguraron que volverán el próximo año al desfile de la capital vizcaina.
Tras un 2018 en el que la palabra del año ha sido microplástico, Melchor, Gaspar y Baltasar -aquellos que en su día guardaron el oro, la mirra y el incienso en cofres reutilizables- han lanzado un mensaje a favor de la ecología a la hora de aumentar la vida útil de los juguetes y reciclar los envoltorios de los regalos. Mientras atendía los movimientos de la carroza donde se depositan las cartas con todas las peticiones, Hodei expuso que en su casa siempre se recicla. “Tenemos más de un cubo de basura y yo ya sé dónde hay que echar cada cosa”, explicó con orgullo este niño bilbaino de 8 años, minutos antes de que una veintena de operarios municipales dejaran como una patena la arteria principal de la villa por la que volaron confetis y serpentinas a raudales.
Lo que el servicio de limpieza no recogió fue ni un solo caramelo. La última carroza lanzó a través de un potente cañonazo que alcanzaba varios metros 3,5 toneladas de dulces que solo pudieron alcanzar los algunos privilegiados. Después de llegar casi una hora antes de que diera comienzo la cabalgata, a las 18.00 horas, Begoñe, Maialen y Paule, tres niñas bilbainas, pudieron agenciarse algunos dulces. “Ha sido de los desfiles más bonitos que hemos visto”, aseguró Lorena, madre de dos de estas niñas, que a pesar de llevar gorros de Frozen reconocieron que les sigue haciendo más ilusión ver a los Reyes Magos.
Un par de horas después de que el desfile diera comienzo, Sus Majestades llegaron al Ayuntamiento de Bilbao, donde fueron recibidos por el alcalde Juan Mari Aburto. Desde la balconada del consistorio reincidieron en su tradicional mensaje a favor de la paz, solo unas pocas horas antes de la noche más intensa y mágica de todo el año.