BILBAO. La cubierta de la terminal del aeropuerto de Bilbao está gafada. El mal tiempo, la intensa lluvia y los vientos que estamos padeciendo en los últimos meses han supuesto un nuevo retraso en la finalización de unos trabajos que ya acumulan demoras de más de nueve meses. Si el clima mejora durante estos meses, “a lo largo del verano acabará la obra”, indicaron a DEIA fuentes de la dirección del aeropuerto de Bilbao, ante la presencia sempiterna de las dos grúas que flanquean el característico pico central de la techumbre del edificio aeronáutico. Un clima de lluvia y temporales que también está afectando al desarrollo de la restitución del asfalto de la pista central del aeródromo, la 12/30, y que también acumula varias semanas de demora en su conclusión.
Tanto la solución de la techumbre como el tendido del asfalto sobre la pista son labores que requieren de tiempo seco para su ejecución, algo de lo que se ha carecido en los últimos meses en Bizkaia. La presencia de fuertes vientos también ha supuesto que los trabajadores no pudieran acceder a la techumbre y los aguaceros han generado que se hayan quedado inhábiles muchas de las noches en que tenía que ponerse en marcha el operativo a pie de pista ya que con lluvia no se adhiere el asfalto.
Por lo que se refiere a los trabajos en la cubierta, van a cumplir dos años de recorrido en julio cuando se tenían que haber concluido ante de finalizar el verano pasado. El proyecto en marcha fue la fórmula definitiva tomada por AENA, el organismo del que dependen todos los aeropuertos del Estado, para solucionar los graves problemas de goteras que padecían los pasajeros desde que se inauguró la nueva terminal en el año 2000 y la fragilidad que presentaban las placas que recubren la cubierta.
El punto de inflexión ocurrió en febrero de 2014 cuando varias chapas de la zona cercana al pico salieron volando como consecuencia de unas fuertes rachas de viento de cien kilómetros por hora que provocaron heridas a dos personas. Los estudios técnicos aconsejaron entonces asegurar mediante la inclusión de diferentes agarres las zonas con más riesgo de que se levantaran las piezas que conforman la techumbre. Los trabajos arrancaron en julio de 2016 con un presupuesto de 3,4 millones de euros y la intención de acabar en 2017. No fue así. Cuando se empezaron a levantar las piezas para su sustitución se dieron cuenta de que los enganches que las anclan a la estructura no garantizaba su estabilidad para el futuro. Ello obligó a una paralización de los trabajos de varios meses. Cambiar los enganches de toda la techumbre hubiera supuesto una afección muy seria en el interior de La Paloma y sus miles de usuarios al día, por los que se optó por una solución más cara -se irá hasta los 4,3 millones de euros-, y más prolongada en el tiempo -nueve meses de aumento-, pero inocua para la actividad aeroportuaria.
El proceso actual consiste en crear una nueva piel de chapas sobre las antiguas y reforzar los aleros de toda la superficie. Una labor para la que hace falta contar con buen tiempo y sin grandes ráfagas de viento, algo que ha sido el pan nuestro de cada día durante los últimos meses.
Lo mismo ha ocurrido con la restitución de la capa de rodadura de la pista principal, donde aterrizan y despegan casi todos los aviones en Bilbao. Los trabajos se iniciaron en marzo con la intención de acabar en mayo, la mejor época climática habitualmente, que este año no se ha cumplido. La labor se ha venido ejecutando en horario nocturno, cuando no hay tráfico aéreo, en un plazo de tiempo escaso desde las 23.30 a las 5.30 horas, tras prohibir a las aerolíneas la opción de aterrizar más allá del horario operativo, un plazo entre las 23.30 y 1.00 horas que se conoce en el argot aeronáutico como PPR o servicio de petición de ampliación horaria.