BILBAO. Han vendido su alma al diablo sin saberlo. Malviven en silencio, atemorizadas y con deudas millonarias que han contraído con sus captores en su país de origen prometiéndoles una vida mejor. Es el drama de las mujeres nigerianas cuyas historias se desarrollan a diario muy cerca, en las calles de Bilbao. En la actualidad, según una labor de investigación realizada a pie de calle por el equipo de Trata de Seres Humanos de la Ertzaintza (TSH), al menos un centenar de mujeres procedentes de Nigeria que ejercen la prostitución son víctimas de trata en Bilbao. “Saber la cifra exacta es complicado, pero lo que sí sabemos a ciencia cierta es que el 99% de esas mujeres son explotadas con fines sexuales. Proceden de lugares muy pobres y solo con la ayuda de mafias han podido llegar hasta aquí. Cuando se les pregunta, con el poco castellano que saben, repiten la misma historia falsa con la que solo quieren tapar lo que hay de fondo en sus vidas”, explica la jefa del centro de la Ertzain-etxea de Bilbao, Patricia Martínez de Musitu.
Las nigerianas que residen en la villa son mujeres obligadas a ejercer la prostitución para pagar cantidades que pueden superar los 60.000 euros. La deuda no tiene fin. A la inmensa mayoría se les puede ver tanto de día como de noche por la zona de Cortes. Salen de casa en pareja y esperan a sus clientes en plena vía pública, la práctica más arriesgada, porque montan en coches con desconocidos aun sabiendo que sus vidas pueden correr peligro. “Viven atemorizadas. Son mujeres que desde que han salido de su país han sido humilladas, golpeadas, violadas...”, dice Patricia.
En Bilbao residen en pisos que comparten con otras mujeres bajo el control de una madama que también es víctima de trata y, tras ser reclutada, salda su deuda ejerciendo de controladora. Estas mujeres no acuden nunca a la Sanidad pública. Si precisan de asistencia médica, es la propia madama la que se encarga de facilitarles un médico que también pertenece a la red; eso sí, siempre a cambio de 250 o 300 euros. La ropa, la comida e incluso el alquiler de la habitación que pueden llegar a compartir doce chicas corren a cargo de ellas. “La deuda contraída sigue creciendo y nunca terminan de pagarla”, describen desde la Ertzaintza.
El modus operandi es siempre el mismo. Las víctimas son sometidas en sus países a ritos de vudú-jujú para doblegar su voluntad y posteriormente son trasladadas a Europa para obligarlas a ejercer la prostitución. “Estas mujeres no se pueden fiar de nadie porque no saben si sus compañeras de piso colaboran con los tratantes”, aclaran.
Desarticular una red de estas características es una labor compleja para la policía y precisa como paso clave de la denuncia de las propias mujeres. “Por mucha sospecha que exista es primordial que ellas den el paso, pero es muy difícil ganarse su confianza. Sus captores ya se han encargado de que no abran la boca”, relatan la ertzaina. Acceder a ellas, ganarse su confianza, no es una tarea fácil y complica sobremanera a los agentes conocer la verdad de sus historias. No conocen el idioma, desconfían de la policía porque en muchos casos han sido violadas y golpeadas por agentes corruptos de sus países. “Muchas no saben ni leer. ¡Han sido tantas veces humilladas que cuando llegan a Bilbao su autoestima está totalmente anulada!”.
Prostíbulos y pisos
El grupo estable de Trata de Seres Humanos en el seno de la Ertzaintza se formó en 2016 para abordar el problema desde tres puntos de vista: la Protección Ciudadana, acudiendo a los lugares donde se ejerce la prostitución y recogiendo datos relacionados con ese campo; la Inteligencia, realizado un diagnóstico de la situación de las prostitutas en Euskadi, analizando y detectando posibles delitos y, finalmente, la Investigación, neutralizando los posibles delitos y prestando atención a las víctimas. “Es un colectivo vulnerable al que teníamos que acercarnos para proteger”, dicen.
Txema García forma parte del equipo de calle que desde enero visita los lugares en los que se ejerce la prostitución en la villa. A través de las páginas web encuentran infinidad de servicios y una decena de agentes accede a pisos y prostíbulos haciéndose pasar por clientes. “Si decimos que somos policías es más difícil entrar en los prostíbulos y localizar esos pisos. Las mujeres tienen miedo. Lo que más me ha sorprendido es que hay mujeres muy jóvenes o mayores ejerciendo la prostitución en Bilbao”, explica.
Desde hace seis meses difunden en los lugares en los que se ejerce la prostitución folletos con el teléfono 677.999.555 puedan denunciar las víctimas que estén siendo obligadas a ejercer o que precisen protección, “Al principio son reacias y se marchan. Hemos percibido que, a medida que nos conocen y ganamos su confianza, su actitud cambia y empiezan a contarnos cosas. Eso es fundamental para conocer si se están cometiendo delitos. La última red de trata de mujeres desarticulada en Bizkaia fue en marzo. En aquella ocasión, la Guardia Civil liberó a 15 mujeres y detuvo a 24 personas implicadas en la mafia. “Es clave la colaboración entre las policías. Nosotros aportamos información para poder trabajar en la desarticulación de redes a nivel internacional”, añaden. No es la primera ni será la última vez que Bizkaia y Euskadi son residencia de alguna red de trata de mujeres nigerianas. En los últimos seis años, más de un millar de mujeres ha sido liberada de mafias de explotación sexual en Euskadi. Sin embargo, según apuntan las organizaciones que trabajan en la lucha contra la trata de personas, esta cifra es solo la punta del iceberg de un drama que esclaviza a miles de mujeres cada día en el mundo.