Bilbao - Es una historia tejida entre casualidades, sensibilidades y un gusto, no solo estético, sino también enfocado hacia una cultura que las atrapa. ¿A quiénes? A las hermanas Maider y Mireia Real. La primera de ellas, Maider, es diseñadora que se buscó la vida en la hostelería, que se la jugó (con segundas...) en el Athletic femenino de los primeros años y que la ha conquistado desde la calle Dos de Mayo; la segunda, embajadora entre el pueblo bereber y exploradora de los zocos de Marrakech. Entre las dos traen hasta Bilbao parte de aquel espíritu: las alfombras bereberes. Ambas hablan al alimón.

Pasado obliga: ¿es más fácil regatear a un defensa central o en un zoco de Marrakech?

-El regateo con los bereberes quizás tenga más arte aún que el regate en un terreno de juego. Aunque es verdad que ellos también ponen sus límites, saben hasta dónde se puede llegar.

¿Cómo surgió la idea?

-Casualidad. Las alfombras nos gustaban y teníamos unas cuantas nuestras. Un buen día Maider decidió ponerlas a la vista.

¿Conquistaron pronto otros gustos?

-Dos de Mayo no es una calle de paso. Hubo un trabajo de redes sociales intenso, de mostrar lo que hay.

Y una calle de poco pedigrí, si se me permite decir así.

-La gente busca lo diferente y la clientela más elegante aprecia lo vintage, la bohemia. Tenemos más clientes de la Margen Derecha.

¿Valoran la manufactura de los bereberes?

-Lo hacen todo: esquilan, preparan las lanas, los tintes... Provienen de una cultura que, en ocasiones, baja de los montes y no conocen nada más. Eso les hace diferentes.

¿Aunque?

-También han evolucionado. Cada vez hay más cooperativas. Hay gente que elabora como antaño, en las montañas, claro. Pero cada vez son menos. Es una cuestión de evolución en el tiempo. Si los artesanos bereberes pudiesen darle a un botón para cambiar las cosas, lo harían. Tienen acceso a la modernidad y les gusta.

¡Lástima!

-Con respecto a las condiciones de vida, no. Pero el amor al arte no se pierde y es una pena que ese espíritu nómada y bohemio, esa belleza de sus elaboraciones, vaya quedando atrás.

Cuéntenme algo diferente que ustedes ofrezcan.

-Estas alfombras se pueden alquilar para pasillos nupciales, para pasarelas. ¡Mire, acabamos de cerrar un trabajo con Eneko Atxa, en el Azurmendi!

Volvamos al principio: ¿el regateo es inevitable en Marrakech?

-Depende. Cuando le compras a un paisano que baja de la montaña con el burro, te frenas; en el zoco es casi obligado y ante los anticuarios es imposible. Son auténticas joyas y tienen su precio. Ahora bien, ellos son comerciales muy agresivos y nunca pierden, eso seguro.

Con tanta edad como tienen algunas alfombras, es inevitable...

-... Que tengan algunas imperfecciones. Pero nos gusta pensar que son una huella de paso del tiempo, una suerte de cicatriz. Y eso es algo atractivo, que le dan personalidad. Si las tocas, te conquistan.

hermanas diseñadoras y comerciantes de alfombras bereberes