La gran vocación deportiva de Iralabarri
A lo largo de sus cien años de vida, el barrio bilbaino ha destacado por su afición al boxeo, ciclismo y fútbol
NI los más viejos del lugar se explican por qué Iralabarri ha sido un barrio tan deportivo. “Igual es porque estábamos apartados del centro de Bilbao, y el hecho de vivir al aire libre favorecía hacer deporte”, dice Emilio Marcos, más conocido por Bolita, que fue boxeador, así como jugador y entrenador del club Irala Sport de fútbol. Sea como fuere, el caso es que Iralabarri se ha caracterizado a lo largo de sus cien años de historia por mantener una gran afición por los deportes, sobre todo por el boxeo, el ciclismo y el fútbol. De sus calles salió una estrella del boxeo, Agustín Senín, que llegó a ser campeón de Europa, pero también otras figuras como Carlos San José, que fue campeón vasco-navarro, o Ricardo Marcos, Bolita, que emigró a Australia, y pasó el testigo a su hermano Emilio, que también se fajó en el cuadrilátero. Además del boxeo, en el barrio triunfaron el ciclismo y el fútbol. En cuanto al deporte de las dos ruedas, el Gran Premio San Antonio de Iralabarri fue durante más de treinta años una de las citas más importantes del calendario aficionado. Por sus cuestas rodaron ciclistas como Momeñe, Sagardui, Gastón, Luis Pérez, los hermanos Osa o David Etxebarria, que posteriormente dieron el salto al campo profesional. Y sobre el fútbol, el club Irala Sport mantuvo viva la llama desde 1952 hasta 1999 con cientos de jóvenes del barrio a pesar de que nunca tuvo campo propio.
Para hablar del curioso gen deportivo de Iralabarri reunimos a viejas glorias del barrio. Además de Emilio Marcos, Bolita, participan Benedicto Villamir, que fue presidente del club de fútbol durante ocho años; Daniel Álvarez, organizador de la carrera ciclista; y Carlos San José, figura del boxeo y expresidente de las federaciones vasca y vizcaina de boxeo.
El boxeo, sin duda, es el valor añadido que Iralabarri aportó durante años a la capital vizcaina, donde el fútbol, con el Athletic a la cabeza, era el deporte rey. Carlos San José, de 80 años, recuerda que cuando él era joven “había muchas veladas de boxeo en Bilbao, sobre todo en el Club Deportivo”. En el barrio no había instalaciones adecuadas para el entrenamiento y el combate, lo que obligaba a los jóvenes a tener que desplazarse hasta una gimnasio que había en los bajos de las escuelas de la Concha, en la calle Rekakoetxe, “junto a las duchas municipales”, señala Carlos. A pesar de todo, salieron figuras como Senín o el propio Carlos, que disputó un total de 82 combates, 60 de amateur y 12 de profesional. “De los 60 amateur hice 4 nulos y 5 derrotas, el resto, victorias y de los combates profesionales, todo victorias”, cuenta orgulloso Carlos. Empezó a boxear a los 10 años y colgó los guantes a los 24 “porque ya tenía mi trabajo, piso y novia”, dice.
La afición por el boxeo fue disminuyendo en el barrio a partir de finales de la década de los sesenta a pesar de que en esos años destacó Agustín Senín, “que podría haber llegado a ser campeón del mundo”, apunta Carlos.
Ciclismo
Sobre el ciclismo habla Daniel Álvarez, que rescató el Gran Premio San Antonio en 1980 junto a Alberto Córdoba por iniciativa de José Ramón Epelde Garitagoitia, periodista de referencia en el mundo de ciclismo en esos años en las páginas de DEIA. Daniel no recuerda qué año se puso en marcha la carrera, pero sí que la edición de este año, recuperada para conmemorar el centenario, será la edición número 34. Hace seis años se disputó el último Gran Premio, pero ya en categoría de cadetes. En sus inicios fue de aficionados de primera, con lo cual muchos de los corrían por el circuito urbano de Iralabarri ya estaban a punto de dar el salto al campo profesional.
El fútbol tuvo su impronta en el barrio con el Irala Sport, que empezó con un equipo en Tercera Regional, última categoría del fútbol de bronce, y llegó a jugar en Primera Regional. Comenzó jugando en La Peña, y prosiguió en Artxanda, ya que sus gestiones para poder hacerlo en El Fango nunca fructificaron. Benedicto y Emilio, Bolita, lo dejaron en 1999 “porque en las últimas reuniones sólo estábamos tres directivos”, concluye quien fue presidente siete años.