Bilbao - El padre de Jesús Gómez fue el artífice de la creación de la que hoy se conoce como Óptica Jesús. El trabajo con su tío en una óptica fue lo que le impulsó a crear su propio negocio en el número 1 de la calle Sombrería. Aunque de ese día hace ya 65 años.
Su hijo, Jesús Gómez, fue el que acabó heredando el comercio. “He vivido allí toda la vida”, explica. Pero de todos estos años de idas y venidas hay un día que no se le borra de la mente. La suerte, o el “destino”, como lo llama él, quiso que aquel 26 de agosto de 1983 no estuviera en Bilbao. Las inundaciones de la villa acabaron por destrozar la tienda que Jesús regentaba. A pesar de que lamenta las perdidas materiales, Jesús aún reconoce que de haber estado allí ahora no estaría con vida, ya que “habría bajado a salvar lo máximo posible”.
Días antes en la familia habían tomado una de las decisiones más importantes de su trayectoria comercial: abandonar el Casco Viejo. Los destrozos ocasionados por el agua obligaron a coger el dinero reservado para realizar el traspaso en septiembre e invertirlo en la recuperación del local. Él no se arrepiente. Recuerda haberse dirigido a su padre tras las inundaciones y haberle dicho: “El destino quiere que estemos en el Casco Viejo toda la vida”. Y así ha sido, hasta hoy.
Actualmente Jesús está jubilado, aunque su familia sigue al mando de la óptica. Su sobrina Eider es una de las encargadas de sacar adelante el comercio familiar. Frente a ellos se encuentra un futuro incierto. Los avances que en este área se han ido generando en los últimos años, han acabado relegando a las ópticas a un segundo puesto. Aunque hay una cosa que tiene muy clara: del Casco Viejo no le mueve nadie. - E. Nafarrate